La lectura distante de todos los textos creo que me permite poner el acento en lo que yo creo que son las tres ideas verdaderamente interesantes, que quizá pueden parecer obvias, pero lo obvio siempre es sospechoso y nada como la corroboración y la sistemática:
- El video online es una realidad absoluta consumida con generalidad por el internauta. Más interesante: es algo que existe, tal y como lo entendemos hoy, solamente desde 2005. Da que pensar sobre los ritmos de asimilación de las tecnologías. Hace tres años, muchos cineastas auguraban un futuro lento a la realización en cine digital. De lento, nada. Y la proyección digital en salas… va a empezar a subir como el rayo.
- La mayor dificultad para su generalización plena es la «incomodidad» del salto al sofá. Es decir, al televisor convencional. En definitiva, la vieja visión – puede que realidad pendiente de consumar – de hacer del televisor el centro de acceso al mundo digital, el ocio y la información en todas sus formas.
- Que el consumo de video online no viene sino a refrendar todas las formas de consumo futuro: interactividad, especialización de nicho, unificación de texto, imagenes, sonido y video.
Del estudio me interesan menos los datos acerca del consumo por géneros de los internautas que, no es sorprendente, se señala que son similares en el mundo online que en el televisivo convencional. Si la clasificación por géneros es útil desde el punto de vista industrial y de sistematización de análisis, no me parece tan útil para diseñar estrategias de negocio: el espectador, salvo minorías aficionadas o expertas en determinados temas, no consume géneros, consume experiencias. Es clásico el diferencial entre preferencias declaradas de los espectadores (honestas o por quedar bien) por los documentales y su consumo real. Trasladable a la inversa con los reality-shows. Se consume Michael Moore, no documental. El documental apasiona, si es bueno y si es relevante para los intereses del público que tiene que verlos.
Y esto nos lleva a otra idea, absolutamente personal si quieren: el público está tan entrenado en el lenguaje audiovisual, en la contemplación de todo tipo de formatos y acabados técnicos que hasta la calidad de imagen, como demostraría mucho vídeo online, es sólo de una importancia relativa: talento e interés, claves de toda la vida, son las únicas que permiten la atención del público, que es lo que realmente busca el productor de un contenido. Y un anunciante. Duras las reglas de la economía de la atención ante la masificación del contenido y su consumo en libertad y no dictado por los horarios. Seguiremos atentos.