Plagio, imitación, inspiración…
Una de las leyendas del negocio de la televisión española, real o mítica, es la de la cadena que recibe a dos creadores, cada uno presenta un formato y tras dar buenas palabras toman el teléfono, llaman a la productora amiga, y de las frescas ideas de terceros surge un formato nuevo listo para servir.
En la televisión normal, cada vez que un formato triunfa y es convenientemente imitado por otra productora o cadena, siempre aparece, al menos en notas de prensa, demandas que vuelan para acuchillar sin piedad a los presuntos plagiadores. En Hollywood, hay murallas chinas montadas entre quienes analizan guiones y el resto de departamentos ¿para que la gente no copie? No, para que si se copia o resulta parecido o ligeramente inspirado en la idea de otro no haya lugar a demanda: si no se conocía la obra de alguien, difícilmente se puede plagiar. Que se lo digan al difunto George Harrison y su My Sweet Lord tan parecida a He’s so fine: el juez dijo que había copiado sin intención de hacerlo. Cosas que tiene la vida.
Hago esta introducción para poner en el contexto adecuado el hecho de que en el negocio de la creatividad las fronteras de la originalidad, la novedad y la innovación son verdaderamente difusas y generalmente difíciles de determinar: ¿pintar retratos a caballo es plagiar un formato? Nuestros ancestros lo hacían con frecuencia. Seguramente hoy les dirían que sujetarlos con una pata, dos o tres ha sido idea de otro y que hay que pagar. La moralidad y oportunismo en la gestión de estos asuntos siempre tropieza con lo legalmente factible: hoy mismo se publica el enfado de Europroducciones porque Telecinco tuvo en sus manos un formato televisivo presentado por esta productora, que hizo varias pruebas y que, después, dejó que vencieran los derechos de la española para ir a comprarlos en Italia y dárselos a otra productora. Negocios calabreses. No es la primera vez ni será la última: quitarse el talento a golpe de talonario es otra forma de pugna por la creatividad no original.
En este contexto industrial, aparece una denuncia en la red que primero leo a través de mi amigo Guillermo de Haro: no es que dé cuenta, es que a él también le ha pasado. Desarrolla un producto con unos socios y se encuentran de la noche a la mañana con que se está presupuestando un piloto para una cadena con semejanzas muy obvias con la obra original. Léanlo. En La Nueva Industria Audiovisual ya hemos dado cuenta de los conflictos de Big President con Eva Hache. El producto terminó en La Vanguardia – curiosamente – quien también tuvo problemas con la productora de Polònia porque igualmente iban a lanzar una búsqueda de presidente por el orbe.
El asunto del videoblogger plagiado ha sido objeto de amplísimo comentario en el grupo de videobloggers en español alojado en Yahoo donde una mayoría se inclina por considerar que lo que ha hecho La Vanguardia es una plagio o, como poco, un abuso. La palabra plagio implica la existencia de una obra original imitada o directamente fusilada sin reconocer al autor verdadero. Opinión jurídica no voy a dar, que para eso tengo a mi experto de guardia (qué paciencia tienes conmigo, ¡señor!), el gran Andy Ramos, quien gustosamente debería añadirnos un comentario sobre la diferencia entre obra original y formato y cuando se produce plagio.
Opinión comercial sí tengo. Si el relato es cómo lo hace el agraviado, La Vanguardia tiene el oportunismo que preside este negocio: dejo que alguien trabaje y luego lo hago con otro. ¿Rabia? ¿Indignación? ¿Derecho al pataleo? Creo que todos son ciertos (como es más cierto que en la tele normal nadie se atreve a protestar, porque esto son habas contadas y quiero trabajar mañana), pero también es cierto algo innegable: no sólo nadie creamos sin un background previo – es decir, nadie somos enteramente originales – sino que inspirarse obscenamente forma parte de las realidades imposibles de evitar. Otra cosa es la copia pura y dura, sin cita. Y aquí no la hay. Por mucho que nos duela, tampoco es el primer telediario tecnológico cachondo, y si hubiera patente de corso, Rocketboom debiera haber demandado a Mobuzz. Simplemente, debemos asumir que el productor es libre de elegir su talento y de enfocarlo como quiera. Por supuesto, es su obligación cumplir los contratos que tenga firmados. Si esos contratos obligaban a algo diferente a lo que han hecho, pues cúmplase y valga la denuncia. Pero no creo que estén plagiando a nadie.
Por otro lado, ya saben todos los creadores de video online: cuando lleven un producto a La Vanguardia (y a fe que sé de uno que pensaba hacerlo) piénsense dos veces lo que cuentan o lo que hacen sin respaldo legal. Y todos nosotros, generalmente a favor de un tipo de licencias y libertad creativa que aboga por poner en favor de la comunidad las ideas, debiéramos pensar que copiar o imitar formatos forma parte del juego y que el negocio está en que confíen en tu talento para ejecutarlo. En general, y como el Sr. Ramos podrá explicar, la protección de formatos es muy débil, porque no puede ser de otra manera: la gracia está en la ejecución y no hay dos Buenafuente iguales. Por cierto, su talk show, se parece mucho a lo que Johnny Carson hizo durante décadas.
Actualización: mi amigo Javier Sánchez, de ADNStream, me avisa de la versión alternativa que Carlos González, director de CREAT, la productora que realiza el producto finalmente contratado por La Vanguardia, ha dejado en la lista de correo PeriodistasIP en la que no participo. He pedido la autorización de Carlos para publicarla y, de ella, os extraigo lo esencial:
- En ningún momento se ha considerado no pagar por el trabajo profesional realizado por el videoblogger.
- En ningún momento se ha trabajado de espaldas al videoblogger, dado que una vez que le comunicamos que cambiaríamos de colaboración se le informó de que, con el mismo formato, se cambiaría de tono y de presentador para darle un enfoque diferente, pero siempre dentro del mismo entorno. Por tanto claro que se parecen, claro que hay tres noticias + dos gadgets, claro que el fondo es el mismo, dado que Citilab nos ofrece su espacio para poder grabar. Porque ese es el tipo de contenido que nosotros queríamos, y habíamos pactado con el cliente meses antes de su colaboración.
- Es evidente que sin conocer todos los detalles del proceso la respuesta en la red haya sido tan contundente y, en muchos casos, tan absolutamente desagradable hacia nosotros.
- Nos ha sorprendido sobremanera que, en ningún momento, nadie se haya puesto en contacto con nosotros para pedirnos nuestra opinión y/o versión de los hechos. Del post del videoblogger al escarnio y el insulto más absoluto, al daño personal y empresarial que conlleva, con alguna excepción como en esta lista de correo. Motivo por el cual me ha llevado a comentar desde aquí nuestro punto de vista.
Creo que hay elementos de juicio para que todo el mundo perfile su opinión.
Qué verguenza y que mala prensa se ha granjeado «La Vanguardia». El post que referencias es portada en Menéame.
Por lo demás estoy de acuerdo contigo, pero el parecido es asombroso.
Un saludo.
Sobre The Big President Vs. Polònia:
Fue la empresa que desarrolló «The Big President» para La Vanguardia la que quiso denunciar a «Polònia» por supuesto plagio. Al final, todo quedó en nada… una cosa es que coincidan en el tiempo -o se copien, segun el caso- las ideas y otra que se plagien formatos. Esto último es perseguible, lo primero, no. Las ideas sin desarrollo/formato/know how no tienen valor ni se pueden registrar. Así que, menos ideas y más formatos…
No será la primera ni la última vez que esto ocurra, y es que cuando la creatividad se introduce en el mundo de los negocios, tiene que ir acompañada de otras cosas, como por ejemplo buenos contactos, acuerdos firmados, dinero por adelantado, buena fe por ambas partes, estrategia o como mínimo la consciencia de que todo puede fallar en cualquier momento. Una pena, pero así es la vida, para todos. Y que conste que a mi personalmente me toca de frente todo este tema.
Vista la respuesta de Creat, mi pregunta es:
¿Por qué no efectuaron un casting?
Les hubiese ahorrado muuuuuuchos problemas
la versión de la empresa argumenta porque miente el videoblogger porque claro las versiones se contradicen gloriosamente, unos dicen que le comunicaron el cambio de colaboración y el otro que le dijeron que no se iba a hacer tal formato, nada.
dicen que no se consideró no pagarlo pero el videoblogger especifica que se le dijo que no se le pagaría.
¿mi opinión?
buf, que uno de los dos están locos, con estas argumentaciones si no dicen porque ha mentido el videoblogger difícil creer a uno u otro.
una pena, espero que estas cosas no se repitan, ya lo se, es imposible.
Me gustaría añadir dos notas:
En el artículo me refiero a La Vanguardia como posible «perpetrador» de la fechoría imputada cuando, con toda la información delante, es obvio que el conflicto se da entre el videoblogger y la productora que contrata La Vanguardia y no con el diario.
Dos, Carlos González en su blog ha publicado una nota/comentario sobre lo que sucede, que referencio aquí: http://elnortedelsur.wordpress.com/2008/06/10/sobre-el-tictac-news/
Sin prejuzgar a nadie, que probablemente tengan razones poderosas, la gestión de la comunicación de su versión en esta crisis, sugiere que debería ponérsele algo más de cariño. Tienen argumentos sólidos y la mism ética que reclaman los bloggers – incluído quien les escribe – debiera llevar a todo el mundo a publicar su versión. E, incluso, a «menearla» para darle la oportunidad de alcanzar la misma notoriedad.
Gonzalo, gracias a ti por enlazarme.
Ya he comentado en varias veces en mi blog (lo siento, pero no sé cómo se ponen aquí los enlaces: http://www.interiuris.com/blog/?p=314 , http://www.interiuris.com/blog/?p=346) y en el último podcast hablo de ello sobre la serie de televisión «Six feet under» (fin del auto-bombo), la escasa protección que tienen los formatos de televisión.
Cada vez que cualquiera de los clientes de mi despacho estrena un programa de televisión recibimos varios requerimientos de personas que dicen tener esa «idea protegida» en el Registro de la Propiedad Intelectual; nunca llega a nada porque parece que se asesoran y se dan cuenta que un formato de televisión se acerca más al mundo de las ideas y como todos sabemos, las ideas no son protegibles.
Curiosamente la palabra plagio no aparece ni una sola vez en la Ley de Propiedad Intelectual, aunque sí en el artículo 270 del Código Penal, por lo que no hay una definición jurídica de este término. Aun así la doctrina considera que plagiar es hacer tuya la creación de otro, por lo que para que haya plagio obviamente tiene que haber una obra protegible (¿es un formato de televisión una obra protegible?).
Como ya he dicho en otras ocasiones, creo que la «venta» de formatos se acerca más al know-how, al secreto industrial, que a la propiedad intelectual, aunque en los contratos de venta de formato las cláusulas de cesión de derechos suelen ser fundamentales. Para ver si «Tú sí que vales» plagió a «Tienes talento», tenemos que ver antes si éste es un formato protegible, y desde mi punto de vista no lo es. Se podría proteger el decorado, el look-and-feel, el nombre, algunos grafismos, o el conjunto de todos ellos si fuesen originales y creativos, pero la mera idea de un «talent show» está indudablemente en el dominio público.
Sobre el videoblog del que hablas, ciertamente es una faena que presentes un proyecto y que alguien use su base para hacer algo más o menos parecido (en este caso, creo que bastante similar), pero la enorme protección que da la Ley de Propiedad Intelectual se debe reservar (y desde mi punto de vista, aún más) a aquellas obras realmente originales y creativas (originalidad subjetiva, que llamamos los abogados…).
Aún así, siempre se puede intentar la vía de la Competencia Desleal, cuya ley (artículo 11) sanciona los actos que supongan un aprovechamiento indebido de la reputación o del esfuerzo ajeno, así como los actos de imitación sistemáticos.
En definitiva, siento la parrafada (eso te pasa por darme pie…), pero soy un tanto crítico con la protección jurídica de los formatos televisivos (y eso que vivo en parte de ellos), por lo que lo que siempre les recomiendo a mis clientes es que sean capaces de hacer algo mejor que la competencia. Es la mejor forma de asegurarte que contarán contigo para producir aquello que les propongas y que no puedas proteger por propiedad intelectual.
¡Saludos!
Hola,
Soy Raúl Minchinela, el videoblogger al que hace alusión esta entrada.
Me gustaría empezar dando las gracias a todas las personas que se han hecho eco del suceso. Que han invertido su tiempo y su voluntad en compartir sus opiniones y su apoyo.
La empresa y yo hemos acordado tener el ánimo de poner un precio al trabajo realizado.
Si las conversaciones llegan a bun puerto, el trabajo será cobrado y por tanto de su propiedad, que es como debería haber sido en un principio.
Que hayan corregido el rumbo y que hablemos de encontrar la solución -siempre económica-,
no tiene que ver con que se digan cosas que pongan en compromiso mi integridad.
De modo que me siento invitado a puntualizar:
>>En ningún momento se ha considerado no pagar por el trabajo profesional realizado por el videoblogger.
Existia un acuerdo de precio por entrega semanal, con el proyecto en marcha, que rentabilizaría los esfuerzos a medio plazo.
Cuando me notificaron que el proyecto no salía adelante, me dijeron que el trabajo realizado no tenía ningún valor económico.
Afortunadamente, seguro que gracias a todos los internautas y a su apoyo, han cambiado de opinión.
Antes de esa respuesta de los internautas, mi trabajo, y esta fue una pregunta mía estricta realizada por teléfono, valía «cero euros».
>>En ningún momento se ha trabajado de espaldas al videoblogger, dado que una vez que le comunicamos que cambiaríamos de colaboración se le informó de que, con el mismo formato, se cambiaría de tono y de presentador para darle un enfoque diferente, pero siempre dentro del mismo entorno.
No.
Dijeron que como la vanguardia había desestimado el proyecto, tendrían que hacer una cosa “completamente distinta”.
En ningún momento me hablaron de sustituir, reciclar o aprovechar.
Ni de las condiciones económicas de ese nuevo escenario.
¿Qué me correspondía? Tomando de nuevo la conversación en la que se me informó de la muerte del proyecto: yo sólo “tenía derecho” a “ejercer el derecho al pataleo”.
Que es lo que hice en mi rincón.
Y lo que ha secundado una parte de la blogosfera.
No tengo ninguna necesidad de mentir. Todo lo que aparece en el post es estricto.
Reitero y subrayo las gracias a todos los que se han echo eco. De momento, han conseguido que mi trabajo valga más de cero euros en la perspectiva de la productora.
Ustedes son formidables.
Gracias, Sr. Ramos, clarificador como siempre. Este asunto de los formatos y su traslado al mundo online creo que merece que usted y yo tengamos más conversaciones por lo que viene para el mundo moderno: ¿empezarán las demandas/reclamaciones de personas que estrenan un formato en la red y ven cómo alguien hace algo parecido en broadcast? Si no hay antecedentes, los habrá. Como la pasta está en los segundos, la tentación de estrenar cositas por poco dinero en la red para ¿protegerse? en el futuro ¿tiene valor?
Conversamos cuando quieras, pero sólo si dejas de poner el Sr. delante de mi apellido 🙂
Respondo a tus preguntas:
– ¿empezarán las demandas/reclamaciones de personas que estrenan un formato en la red y ven cómo alguien hace algo parecido en broadcast?
Pues creo que todo dependerá de lo original que sean esos formatos estrenados en la Red; no hay tanta diferencia entre el mundo virtual y el catódico, las reglas legales de uno rigen igulamente en el otro.
– Como la pasta está en los segundos, la tentación de estrenar cositas por poco dinero en la red para ¿protegerse? en el futuro ¿tiene valor?
Una obra no tiene que estrenarse para que esté protegida; la mera creación ya implica su protección. Si se quiere preconstituir prueba, basta con inscribir el formato o grabación audiovisual en el Registro de la Propiedad Intelectual o en registros privados como Safe Creative.
¡Un saludo!
Al anónimo,
todo quedó en nada… bueno, TV3 y Boomerang recibieron un burofax invitándoles a retirar el concurso de la Polonia. Tv3 argumentó que La Vanguardia les había dado permiso a utilizar el concepto de Th Big President para hacer su concursito. La empresa de The Big President en ningún caso cedió sus derechos a La Vanguardia para terceros, es decir, para Tv3 y Boomerang.
La preocupación de Thebigpresident S.L. residía en la posibilidad de que Boomerang pasase de plagiar para un concurso en internet a plagiar un formato televisivo que ya existe, registrado, y que ya fue presentado en esta productora. Nuestro despacho de abogados está alerta y nada nos alegraría más que Boomerang pasara a la acción, sacara un formato de nuestro concurso, pues Anónimo, te aseguro QUE NO QUEDARÍA EN NADA…