¿Existe diferencia entre televisión pública y privada?
Francamente, uno tiende a pensar que no, siempre que se den algunas de estas premisas: a) se compita por el talento y por los derechos en subasta abierta con las privadas, b) se venda publicidad para financiar la programación y c) el nivel de audiencia de un programa sea un criterio para su mantenimiento en la parrilla. Además, con las televisiones públicas es imposible delimitar el grado de connivencia con su propietario, que sería ingenuo pensar que son los ciudadanos, sino que son los políticos que en cada momento regulan el sistema. En una empresa privada que teóricamente se juega su dinero, la línea editorial es libre. En algo que o se paga por todos o es propiedad de todos, esa libertad es un lujo inaceptable, aunque creo que desgraciadamente imposible de cumplir.
A todo ello yo le sumaría el seguramente legítimo afán de los ejecutivos de las televisiones públicas en obtener un reconocimiento profesional, reconocimiento que si se ha de obtener bajo las reglas anteriores conduce a un esquema de pensamiento propio de lo privado. He escrito otras veces sobre los problemas de lo público para convivir con sentido en un mundo donde las imágenes y su transmisión ya no son patrimonio de un espectro reducido y de la mera voluntad de los políticos. De nuevo, un escándalo en la que se ve involucrada la mismísima BBC vuelve a poner en cuestión si en algún sitio reside alguna diferencia real. Son párrafos del diario El País de hoy:
Hace tan sólo un año, la BBC -referente mundial de rigor y profesionalidad- ya hubo de pagar una sanción de 63.000 euros a causa de engaños similares operados nada menos que en un popularísimo programa infantil (Blue Peter). Con la considerable cuantía de la multa impuesta ayer, Ofcom pretende subrayar que la radiotelevisión pública no ha tomado las medidas necesarias para evitar ese tipo de fraudes, en los que también han incurrido otras cadenas privadas. El canal ITV, el segundo en audiencia, era multado hace unos meses con la cifra récord de 7,2 millones de euros ante las reiteradas irregularidades detectadas en sus concursos telefónicos. Las mismas prácticas fraudulentas se traducían en una sanción de 1,5 millones de euros para Channel Four el pasado diciembre. Prácticamente, todo el panorama televisivo en abierto se ha visto salpicado por un rosario de escándalos que se prolonga desde hace año y medio, con la consiguiente merma en la confianza del espectador.
No es sorprendente el que la BBC sea la primera en tratar de justificarse y disculparse, pues es la justificación de su existencia la que se pone en peligro:
Los responsables de la BBC entonaban ayer el mea culpa asegurando que reforzarán los controles para que el código de conducta aprobado hace unos meses sea efectivo. A favor del ente público hay que subrayar que ayer fue el primero en difundir el duro dictamen de Ofcom. Y, a modo de expiación, lo colgó en la portada de su concurrida edición digital.
Este tema me enciende y podría tirarme desproticando acerca del ente público durante líneas y líneas y al final la respuesta sería que no existe diferencia entre la pública y la privada porque la televisión pública está en manos privadas.
Bueno,aca en Argentina se esta debatiendo porque se mezcla el hecha de los canales públicos con estado y además son los unicos de alcance nacional asi que en la ley de medios se trato este tema que seguro dará tela para cortar más adelante.