Una mirada rara a la causa de Pablo Herreros
6 noviembre, 2011 – 17:18 | 18 Comentarios

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La tecnología es la respuesta al conflicto de derechos en los sitios de video compartido (una opinión, al menos)

Escrito por el 16 agosto, 2008 – 8:532 Comentarios


Hace unas semanas se hizo pública y miramos con detalle la decisión de Lionsgate de subirse a la ola de YouTube y alcanzar un pacto por el cual los contenidos de la productora se monetizaban con publicidad, además de efectuarse una serie de filtros para que no se vieran dañados o comprometidos los lanzamientos cinematográficos.

El New York Times publica un interesante artículo con más declaraciones de Curt Marvis, el jefe para nuevos medios de Lionsgate, y otras revisiones de otras grandes empresas trabajando con YouTube para resolver el conflicto más grueso que ha creado el mundo digital. Estas declaraciones resumen perfectamente en qué consiste el conflicto y por qué toma la postura que toma Lionsgate respecto al fenómeno YouTube:

“No podemos aceptar el que la gente tome nuestra propiedad intelectual y la utilice sin nuestro permiso (…) pero tampoco nos gusta la idea de evitar que los fans de nuestros productos se involucren con nuestro contenido (…) en su mayoría, la gente que está subiendo vídeos son fans de nuestras películas. No tratan de ser piratas maléficos y no pretenden obtener dinero por ello».

Esta mirada tan propia de red tiene que venir, efectivamente, de un hombre con raíces en internet. Marvis creó Cinema Now, un servicio de descargas (legales, of course), que fue adquirido por Lionsgate, con lo que se puede decir que lleva la conducta del internauta en la sangre. Es por ello por lo que, a diferencia de Telecinco, sí optó por llegar a un acuerdo para el uso de herramientas que María Ferreras advertía que tienen a disposición los productores para resolver este entorno de mercado.

Ha sido y es tan disruptivo el fenómeno YouTube para la concepción tradicional de los negocios audiovisuales que las dudas y las contradicciones están a la orden del día: mientras Viacom, que surgió un día de la CBS, sigue en sus trece y en la línea dura jurídica contra el portal de Google, CBS se ha alineado con las herramientas de YouTube junto con Universal Music, Electronic Arts y la misma Lionsgate.

¿Dónde reside el matiz que conduce a la elección de una estrategia u otra? ¿Se puede decir que los que han optado por la estrategia jurídica son los malos, unos tipos de miradas obtusas que se niegan a reconocer el progreso y, los que lo han hecho, todo lo contrario, los buenos de verdad, unos tíos modernos que no se oponen al avance de las cosas y que vienen a salvar a la Humanidad de las garras de las leyes de protección intelectual?

No destaqué, y creo que debí hacerlo, una de las frases claves de María Farreras la otra mañana: «A los primeros que no les interesa que se vulneren los derechos de autor es a nosotros». ¿No les interesa para evitar demandas? ¿Sin la presión de las grandes demandas hubiera YouTube tenido el incentivo de crear la tecnología y los sistemas para que sea posible que se compatibilicen los deseos de los propietarios de derechos con las características de la economía y distribución digitales? ¿Lo ha conseguido ya?.

Por partes: como nadie suponía el éxito que iba a tener YouTube, me parece muy improbable que en las mentes de sus fundadores se dedicara mucho espacio al gigantesco problema que se ha creado. A ver, no soy un ingenuo: en EEUU vas con un abogado a todas partes, pero seguramente nadie previó la respuesta de los usuarios a la posibilidad de compartir vídeo y de cómo lo harían. Y ni mucho menos el éxito global, que es en lo que convierte un problema la presencia de videos con derechos. Así que es difícil que en el plan de crecimiento de la herramienta se previera la manera de evitar que subieran videos de Gran Hermano. Con ello quiero decir que, si hay algo malvado en el origen de YouTube, no es seguramente la voluntad de los creadores de saltarse a la torera unas leyes que en el derecho anglosajón son bastante diferentes (drásticamene diferentes en sus conceptos) que la tradición del derecho de autor europea.

Por el camino, hay que hacer un negocio de lo que sólo era un montón de tráfico y para hacer un negocio hay que hacerlo con las leyes. ¿Qué cara se le queda a un anunciante que pone su dinero en un contenido cuya presencia otro puede reclamar como ilegal o fraudulenta? ¿Puede atreverse YouTube a poner anuncios al lado de sus vídeos arriesgándose a que se demuestre el ánimo de lucro y el beneficio que le reporta su conducta le condene a una indemnización gigantesca? Todo son barreras, pues, para anunciarse en YouTube. Así que se vuelve trascendental no sólo evitar indemnizaciones millonarias, sino encontrar la forma en que los propietarios de los mejores derechos ganen dinero sin desnaturalizar la esencia de compartir vídeo. En síntesis, que la suma de demandas, de exigencia de monetización y de asombro ante un cambio estructural y masivo en la distribución permite que haya tanto el incentivo para investigar y crear las tecnologías como encontrar las cobayas para experimentarlo.

¿Serán más listos y aprenderán más los que se suben ahora al carro que los que siguen por el camino judicial? Lo que es seguro es que la suma de los dos va a ser bueno para el mercado. Como también lo es el que, en la práctica, exista una cierta impunidad en la puesta a disposición de los vídeos, porque eso es lo que transforma el negocio y genera el nuevo escenario. Un escenario que no es mejor ni peor un sentido moral, si me permiten decirlo, sino distino y la realidad de nuestro tiempo: si no hubiera sido YouTube hubiera sido otro.

A la adhesión bastante consecuente de Lionsgate y las otras que hemos citado, debe decirse que Times Warner y News Corp. (Murdoch, la Fox) están probando. Y que, como sabemos, NBC prefiere ir a su bola. Al final, uno cree que si la tecnología funciona y si se producen ingresos, nadie se resistirá a llegar a acuerdos. La otra condición es que cuando haya un contenido protegido, se pueda evitar el daño y desaparezca con prontitud, incluso antes de estar a disposición del público. De ahí que crea que es la tecnología la que soluciona el conflicto de derechos sin renunciar a las posibilidades del mundo digital. Es más, personalmente opino que amplificándolas.

¿Por qué? Porque al final el mejor contenido y el más relevante, el más amado, es producido por estructuras financieras y profesionales de enorme dimensión y coste. Y da igual que la red sea barata, hacer Star Wars vale una fortuna. Sin un sistema relevante no del control del contenido a la antigua usanza, sino de seguimiento de la viralidad del vídeo y monetización garantizadas, no es posible invertir. Los modelos de negocio pueden ser de distribución libre y gratuita, pero tienen que soportarse en algo, un algo que no existe demasiado bien hoy por hoy, pero que resulta esperanzador.

El sistema de control de YouTube se llama Video ID. El sistema permite identificar los videos protegidos de los afiliados al programa. Cuando alguien sube un video con derechos, se le avisa de que tiene un propietario. La opción del propietario de derechos es retirarlo o convertirlo en espacio publicitario. Por hacer la historia corta, lo interesante es que el 90% de los vídeos pasan a ser candidato a buscar anunciante. El fenómeno es tan interesante que permite revertir el juego y aprovecharse de él: Electronic Arts es tan fan del invento que invita a los usuarios a subir los vídeos de sus productos para generarse ingresos. En definitiva, estamos viendo si existe un medio de monetización. Con ello, y sin que me parezca cierto que la propiedad intelectual requiere una reforma para adaptarse a los tiempos, parece abrirse un escenario en el que el creador de contenidos tenga opciones reales de decidir qué hace con su producto: si lo quiere difundir libremente o si prefiere restringirlo y que eso sea posible.

¿Sirve el mismo tipo de tecnología para el P2P? El paso a streaming directo resolverá muchos problemas. Queda mucho por hacer, pero como el amor para John Lennon, la respuesta está en la tecnología. Que se lo digan a Eric Schmidt, CEO de Google, que en el New York Times se le cita afirmando lo siguiente: “Personalmente, no creo que el producto de publicidad perfecto para YouTube se haya inventado todavía”

Créditos: la imagen es una captura de Andy Field, bajo licencia CC.

2 Comentarios »

  • Anonymous dice:

    ues cual será este producto ideal de publicidad?

  • tyfal93 dice:

    El ContentID es un «parche» que Google ofrece. Es como si se sabe que una cadena de joyerías vende relojes robados, pero a Rolex sólo se le ofrece un mecanismo para detectarlo a posteriori, llendo tienda por tienda…

    No: antes de poner un reloj a la venta, que la tienda compruebe su autenticidad.

    Otra cosa es las motivaciones de T5; en el caso mejor que invirtieran en utilizar el ContentID (esos costes no corren por cuenta de Google), y que aplicaran la opción de «monetizar», estamos hablando de pocos miles de euros, frente al «maná» de forzar a Google a llegar a acuerdos de distribución.

    Quizá debería mantener este frente, pero dado que los usuarios quieren ver sus programas en diferido, deberían montar su propia web y explotarla. Ya están tardando… 🙂