Uno de los ISP británicos pagará por las descargas "ilegales" de música
En una exclusiva presentada por PaidContentUK, se anuncia la puesta en marcha de un servicio que permitirá emplear con toda legitimidad servicios como BitTorrent por parte de uno de los principales ISP del Reino Unido. No se menciona cuál. Sí se dice quién proporcionará la tecnología para conocer qué archivo se descargará en cada momento (Playlouder). Se trata de un servicio de acceso ilimitado a la música.
El movimiento surge por las restricciones y avisos que los ISP británicos han comenzado a aplicar a los internautas ante las medidas legales que les fuerzan a encontrar una solución que conduzcan a una autoregulación del sistema. La realidad de que, como en todas partes, todo el mundo descarga, y que los usuarios están acostumbrados y prefieren el acceso a BitTorrent, por ejemplo, en vez de a las tiendas online tenidas por legales, conduciría a probar el experimento del acceso universal a cambio de una cuota. El ISP con la tecnología de un tercero identificará el archivo que se mueve y abonará una cantidad al propietario de los derechos. Los abonados podrán compartir libremente con otros subscriptores, pero no con aquéllos usuarios no subscritos.
Permanece abierta la cuestión de si la gente querrá pagar por ello y yo me pregunto si basta con que una discográfica plantee una demanda porque no está de acuerdo con el pago que se le ofrece para que no sirva para nada. Curiosamente, en el artículo no se dice nada del intercambio de películas, pero entiendo que si el sistema termina siendo bueno para todo el mundo, entraría la misma solución. De nuevo, el propósito de los grandes tenedores de derechos por el control del producto (en especial, la política de precios), será un inconveniente. Más insuperable será el hecho de que un estreno de cine puesto en una red de intercambio destroza la cadena de explotación (al menos en teoría) además de que procederá de archivos de origen dudoso, tales como las grabaciones hechas en los propios cines. En fin, que queda por ver.
Al final, lo que significaría este movimiento son dos cosas: a) si son posibles los modelos de negocio basados en subscripciones con acceso universal y b) si las medidas tomadas en las que se obliga a los ISP a advertir/amenazar con terminar con el servicio a los usuarios que empleen las redes P2P son efectivos para las tesis de la industria oficial, estimulando la tendencia a convertir a los ISP en los garantes y responsables del sistema. Otra pregunta: ¿Significa esto, en cierta forma, el inicio de una tendencia que conduzca a que se cobre por la obra original una cantidad muy elevada (como proponen las asociaciones de internautas) y que sean los ISP quienes los paguen y que, después, el intercambio sea libre?
Estamos perdidos. 🙁
Ese ISP se ha «vendido». La libertad y neutralidad de la red, al carajo. Mis bits están siendo espiados, ahora puedo estar seguro
¿Qué será lo próximo? ¿Los de Correos exigiendo bloquear el email? ¿Las telcos bloqueando Skype o MSN?
Espero que las versiones ofuscadas de nuestros queridos programas de intercambio hagan inútiles estos esfuerzos de poner puertas al campo.
Los ISP deberían cuidar a la clientela. Como dice Google: «Don’t be evil».
Google puede no ser «evil» cuando sus ingresos crecen a tasas siderales. El día en que su crecimiento sea el normal en una industria, veremos si puede mantener la ausencia de maldad con cuatrimestres que la bolsa premie.
Aquí el movimiento es de supervivencia: al ley británica les va a forzar y la mayoría de los ISP están pasando por el aro.
Con España hay una diferencia esencial: el derecho de propiedad intelectual es diferente.
Sí, Google ya ha traicionado ese lema en el pasado, como en China. 🙁
Pero los ISP están jugando con su pan. Puede haber bajas masivas en menos de un cuatrimestre; o simplemente contratar la conexión más barata.
Las leyes, como las estadísticas antes de un partido, están… para cambiarlas.
Aunque influenciados por lobbies, se supone que los gobiernos hacen leyes velando por el interés de los ciudadanos. Los políticos tienen que plantearse si la extensión de la sociedad de la información (una conexión a Internet vale para muchas cosas) es más importante que la preservación de un obsoleto modelo de negocio de las discográficas.