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RTVE pierde (más de) cien millones y confirma la crisis de concepto de la televisión pública
Anuncia PRNoticias que se le ha comunicado al Consejo de RTVE que en 2008 se va a cerrar el ejercicio con cien millones de euros de pérdidas. Repítanse: cien millones. Tengo razones solventes para creer que son bastantes más. Pero casi da igual: la televisión pública está en la picota en toda Europa por su consumo de recursos y la ausencia de una diferenciación clara con el sector privado. La transición a la digitalización, no del broadcast únicamente, sino de toda la distribución de contenidos hace más agudo el problema: la elección de los estados está siendo tanto en Francia, como en el Reino Unido, como en España, la búsqueda de formas de prolongar el status y la trascendencia de su modelo público por otras vías. La pregunta es si lo que no vale para el privado, valdrá por lo público.
No son inconscientes los reguladores de la transición digital, la cuestión es si el foco se pone en el sitio correcto, en si se trata de preservar lo que son características del siglo XX (es decir, ser medios de masas, institucionales, con la obligación de conformar un estado de la mente y una forma de entender la nación, la identidad y la opinión pública) o se trata de poner en marcha de una vez lo que impone el XXI: ¿es la función del estado producir noticias y entretenimiento o su misión es fomentar que los contenidos se compartan, liberar la información y crear las bases de una comunicación distribuida?
David de Ugarte me dirá que ni siquiera eso es misión del estado, que más vale seguir minando en la periferia social los fundamentos de algo que lo ha perdido. Pero, en todo caso, las instituciones que lo crean y lo soportan siguen ahí. Las tendencias regulatorias están trabajando más para preservar las cuentas de resultados actuales de imperios mediáticos que para devolver al ciudadano la posibilidad de comunicar, de recuperar los contenidos que ha pagado y acceder a los que se retienen por un concepto de propiedad intelectual contrario al interés social o que, al menos, ya no sirve.
¿Qué sucederá? ¿Puede defenderse el que cada año cueste más la televisión pública? La disminución y posterior desaparición de la publicidad sólo hará más fácil de ver lo que puede ser insostenible económicamente en una sociedad que cada vez se pregunta más cuál es el destino de la ingente cantidad de impuestos que se pagan todos los días. El problema de fondo no es si público o privado, que también, o más precisamente, de qué forma se hace lo público, sino si se encara la organización de esa presencia pública como el mercado y la estructura económica de la sociedad digital está obligando a las privadas. Las teles privadas van a estirar sus métodos actuales todo lo que puedan mientras se reestructuran, fusionan y reiventan. La rigidez del modelo público lo va a complicar y una nueva bola de nieve de coste se avecina: la esencia es que tratar de mantener una presencia dominadora en forma de liderazgo de ratings, sólo conduce, paradójicamente, a más pérdidas. ¿Tiene sentido mantener Radio Nancional de España con esas infraestructuras cuando no hay radio privada que lo soporte? ¿Para hacer qué? En las posguerras del siglo XX eran necesarias, en el siglo XXI no se entiende.
Excelentes profesionales tienen que reestructurar el sector privado. Excelentes profesionales están en el sector público sin incentivo para pensar la reestructuración, su sistema de organización les lleva a pensar en sostener un modelo. Se ha legislado queriendo superar las carencias que la televisión pública española tuvo durante toda su existencia, hacer ahora la BBC es demasiado tarde, ni la BBC será ya la misma. Vivimos otro tiempo, la NBC ya lo sabe, parece que Antena 3 también (seguro), en Telecinco le dan vueltas y los políticos piensan que yendo a internet serán capaces de controlar lo que la gente piensa de ellos como han hecho con los telediarios. Una ministra
ya sabe que no.
(Llevo unos días avisando de que
se está cocinando una salvación de los medios televisivos privados. Sigo apostando por ella. Y parece que habrá una sorpresa gordísima que sólo será escándalo en internet: los medios tradicionales se van a arropar unos a otros para que parezca normal y elegante lo que es la consumación de un despropósito y el fin del sueño de algunos. Lo que me alucina es quien sale ganando. A ver qué pasa al final).