¿Será Planet 51 un gran negocio? (mercado global, comercialización de cine y concepto del entretenimiento)
Un empresario ambicioso, una compañía de éxito memorable, un concepto de vanguardia de mercado, un equipo creativo de primera división mundial y una película en la calle: lo que no ha hecho la industria clásica del cine español, lo hace una compañía de videojuegos y móviles. Se llama Planet 51, tiene un aspecto de blockbuster que apesta y necesita, claro, el ruido del mercado americano para convertirlo en un icono mundial.
Una de las cosas más complejas de la industria es la financiación del cine. No el negocio pequeño de teles obligadas y subvenciones escleróticas de la agonía cinematográfica patria, sino la financiación de productos para el mercado internacional. Nada que ver: un negocio de financieros y compañías aseguradoras, abogados de relumbrón, cifras mareantes y la dura pugna por conseguir preventas en mercados lejanos. Hacerlo bien en Estados Unidos, es otra cosa.
Un producto como Planet 51 con una inversión estratosférica y el público que tiene, debería generar su mayor fuente de ingresos gracias a licencias, merchandising y el correspondiente videojuego para todas las plataformas, incluídos los móviles. Pero lo que me muero por poder ver y nunca sabremos, es la liquidación final que obtenga la película por parte de SONY en Estados Unidos: si tienen una distribuidora de garantía, otra cosa es que saquen mucho más que el mínimo que hayan obtenido en el contrato de distribución. Las cuentas de las majors son duras, duras de verdad y en Hollywood se sabe y se teme lo que puede dar esto de sí. ¿Merecerá la pena si consiguen crear una marca consistente, capaz de generar secuelas y consumos de todo tipo, una auténtica franquicia al estilo Disney/Pixar? Como mínimo tienen el valor de inventarlo y yo creo que esa segunda parte, el tener una marca, no debería irles mal.
Pero tomen nota de esta cita de la referencia de El País, que calibra bien las verdaderas opciones de la industria española en el mercado mundial (superables con dinero y emprendimiento, como se pude ver):
«Estuvimos ocho meses encerrados en el despacho de Ignacio, rehuyendo hacer el típico filme de animalitos. Al final, nos gustó esta mezcla de E. T. y Regreso al futuro. Probamos a guionistas españoles y no encontramos a nadie preparado»
¿Saben otra cosa? El otro grandísimo éxito internacional de la animación española, Pocoyó, tampoco tiene guionistas ibéricos. En otros mercados se habla de internacionalización y globalización: este año viene la mareante – por cifras y ambición – nueva producción de Amenábar. La guerra es, definitivamente, otra. El cine de autor y la comedia costumbrista no es el futuro si es la parte predominante de una industra que produce cintas como churros y decepciona a su público como pocas.
Lo que es el lenguaje: «probamos» guionistas españoles, como si se tratara de una oferta gastronómica o un producto de charcutería. Por cierto, conmigo no han «probado». No digo que yo sea la solución a nada, pero esto también da qué pensar sobre «la totalidad, las muestras, las estadísticas y las conclusiones que se sacan al respecto». Otro tema, algo más teórico aunque con claras implicaciones de mercado, sería el de la estructura del relato cinematográfico, el desarrollo de contenidos, las referencias al entorno cultural en el propio discurso y demás lindezas.