La Nueva Industria Audiovisual

No me gusta nada OpenTalent, pero…

Una lectura apresurada de la contextopedia de los Exploradores Electrónicos bastará para apreciarlo:

«Un argumento común dice que los rankings ayudan a mejorar. La pregunta es ¿a mejorar qué y según qué criterios? Porque lo que es mejor desde el punto de vista de un ranking global no es sino lo aceptado como mejor en la mayor de las subredes.»

La iniciativa OpenTalent se presenta con la aparente intención de crear un fenómeno de filtrado de talento por la red, una forma en que las votaciones del público (¿la red? ¿las subredes de los participantes?) generan un cierto consenso que premisas ciertas de la red, que todos sabemos más, debe llevar a una decisión más acertada que la de los expertos. Pero una lectura esta vez atenta de las bases y la forma de conceder premios y ayudas junto al resultado de las votaciones, sólo da que pensar. Mi opinión: se trata mucho más de una operación de marketing que el intento decidido de una entidad financiera de promover la innovación. ¿Hasta cien mil euros sólo si nos gusta y encaja con las prioridades del banco? ¿Por qué no dicen los criterios que realmente emplearán? ¿No dicen que se trata de proyectos de base tecnológica que mejoren el entorno empresarial y social? ¿Y le discuten la pasta al ganador? ¿Son los intereses del banco los de la sociedad?

Quizá el que en este momento esté encabezando las votaciones una serie para la web como es Malviviendo, refleje mejor que nada lo defectuoso de la iniciativa. Malviviendo es un producto audiovisual, no es una empresa ni una innovación tecnológica. Sin querer hacer comparaciones estéticas (que no tienen que ver), se está eligiendo Malviviendo como se eligió a Chikilicuatre. Es bien cierto que esa elección popular refleja un éxito que los expertos negaban, pero la selección de un proyecto de innovación empresarial o técnica no reside en que sea popular entre el público en general o, en los términos empleados, en la subred más grande. Sirve también para que una subred más pequeña recaude dinero para un proyecto audvisual, por ejemplo. Lo que sirve para encontrar artistas y contenidos de masas no sirve, en mi opinión, para extraer la premisa que plantea el banco: «el interés tecnológico y de innovación para la entidad».

Yo puedo hablar por mi campo, los proyectos presentados al área de imagen y sonido, donde contemplo una curiosa mezcla de iniciativas que no tiene ningún sentido que compitan unas contra otras (que haya un ránking sobre ellas): ¿cómo comparar proyectos de contenidos con plataformas de desarrollo de canales? ¿tecnologías de transmisión de imágenes con tecnologías de visión artificial? La información limitada que se puede dar en las páginas más los considerables niveles de expertise que se requieren para juzgar si hay hechos diferenciales en algunos planteamientos (la tecnología es muy compleja de entender) son elevados.

Me produce una mezcla de asombro y cachondeo leer algún proyecto que parece que no se ha enterado de qué va el mundo del vídeo en la red (por cómo lo vende) y que acumule muchos más votos que proyectos con una base más seria, dentro del absurdo de hacer competir a churras con merinas. Si habláramos de puro emprendimiento, la capacidad de los gestores para vender sus proyectos por la red tiene un valor estimable, pero si estamos enfrentándonos a la innovación y la tecnología, mundos fronterizos más característicos de visionarios y talentos escasísimos difíciles de comprender esto no pinta nada bien y remite a mis peores temores: la innovación es una actitud personal y social, aquí estamos creando algo profundamente español, la pura apariencia de que innovamos y fomentamos la innovación.

¿Y el pero? El pero es que el propio raquitismo de la actitud social hacia el emprendimiento y la innovación, no digamos al valor de la ciencia, conduce a que el noble derecho a fracasar que tiene todo emprendedor e innovador ni siquiera pueda ser normalmente reconocido: ¿dónde se encuentra dinero? Somos un país donde se puede adquirir una ventaja competitiva suficiente en el mercado local copiando lo que se hace en el mercado global por lo que casi se puede decir que no tiene sentido arriesgar más de lo debido probando soluciones que aún tienen demasiada incertidumbre. Resultado: financiar proyectos que no tengan una base consolidada de mercado es un fenómeno casi imposible.

Muchos han criticado en la red el esfuerzo de autopromoción de diferentes proyectos. ¿Quién puede culparles? Es lo que el sistema creado por el banco ha provocado. Desesperados en busca de financiación mientras exploran un mar desconocido, tan desconocido que requiere el sentido del riesgo de una Isabel la Católica que le pagó un viaje de enormes promesas y poquísimas garantías a un tipo que proponía locuras, los emprendedores e innovadores a los que se dirige este concurso tienen que luchar por cualquier fuente de financiación y promoción por muy absurdas que sean las reglas.

Todo esto no tiene que ver con la mayor o menor bondad de los proyectos: importa el caldo de cultivo, que la gente se equivoque, enfrentarse a la realidad. Si tienen modelos de negocio razonables o no, si requieren mucho más capital y estructuras de lo que han previsto, eso es otra cosa. Lo que sucede es que el banco está jugando con la red y los innovadores porque no se compromete a nada y crea un sistema perverso que seguramente expulsará a la verdadera innovación y no crea una estructura de mérito. En definitiva, no fomenta nada y sirve para hacer creer a la sociedad que se apoya la innovación y la creación de empresas.

Pero a falta de pan, buenas son tortas. Si les interesa el desarrollo de los proyectos audiovisuales en el entorno de la red y las nuevas tecnologías, pueden agraciar a alguno de ellos con su voto y a esperar a ver si les sale y ven algún dinero. Allí hay gente conocida de esta casa como Balzac, Verycocinar o Zapper TV. Les deseo mucha suerte.

P.D.: Por cierto, ¿cómo se puede tener tal castaña de web?. Y ya que estamos: el banco de los miles de millones de beneficios racanea cien mil euros a emprendedores minúsculos en un concurso hecho para su propia imagen. Luego te dicen los políticos que hay que cambiar el modelo productivo. Seguro que todo esto se dice en cócteles que sumados todos puede que sean más que el dinero que llegue a los emprendedores.