Sobrevivir a los cambios de la televisión: cosas de exploradores y pioneros
El tipo de encuentro que planteó Susana el lunes pasado en la presentación de su libro (lo pasamos yo creo que muy bien) llevaba aparejada una cuestión maldita y esa era implícitamente cómo se sobrevive a los cambios – ¿sobrecogedores? – que rodean no sólo a las televisiones – al vídeo – sino a los medios de comunicación. Ni un servidor de ustedes ni el resto de los presentes contamos ni nos atrevimos a insinuar que contábamos con una bola de cristal, así que además de poner en evidencia las cosas que ya sabemos que son, las aportaciones de todos me permiten reelaborar un poco mi pensamiento.
¿Por qué no sabemos qué sucederá? Pues, y aunque sea obvio, porque en ausencia de fotos de satélite, una tierra recién descubierta requiere de exploradores que dibujen mapas. Y la nueva realidad de la comunicación es la de una tierra recién descubierta. Sólo los que se introducen en ella con su barco, pueden decirnos si hay agua para el calado de la nave. Cuando Jesús Moreno nos cuenta que están trabajando seriamente en dar opciones tecnológicas para que el usuario pueda incrustar su contenido en otras webs, blogs y supongo que redes sociales, resulta que no es caprichoso hacernos esperar: quieren tener un sistema de datos que permita a su equipo comercial poder rentabilizar el hecho de que el contenido se dispersa solo. Cuando tenga capacidad de ingresar, podrá seguir retirando maleza y abrir carreteras. Desde la otra orilla, la que recibe los partes de los exploradores, le empujamos con denuedo a que meta el barco en esas aguas: total, en tierra no se corre riesgo y todos esperamos las maravillas de la nueva tierra y qué menos que ser modernos y darnos código para poner las cosas en los sitios. A ver si luego no lo hacemos, tras tanto pedir.
Algo parecido sucede con sus observaciones sobre la conducta de los usuarios: por azar del destino, el hecho de que había que pisar la nueva tierra por algún sitio, decidieron publicar en la red sus episodios de series en seis partes. El hallazgo fue que la gente ve, sobre todo, el último fragmento. Gran casualidad el hecho de que el prime time es tan largo que niños y otros individuos generalmente responsables se van a la cama a su hora y deciden ver el resto cuando haya el hueco. Esto lleva a reflexiones de todo tipo, entre ellas la de que los grandes contenidos creados por las televisiones altamente profesionales son los que mueven casi todo, aunque los jóvenes se encierren en su cuarto con un ordenador a ver la tele de otra manera. Permite reflexionar sobre los horarios de la televisión y, entrando en la sociología, cómo la personalización del consumo, que es lo que supone la revolución digital, abre su camino en cuanto se le da la oportunidad al espectador.
La duda es si el barco de la exploración viene con nuevas riquezas. Si viene con el tabaco, las patatas, el chocolate y los tomates que trajeron los indianos y que cambiaron la civilización. Yo creo que sí, que la civilización cambia, que alguien ganará dinero. Pero que no se sabe el destino de los pioneros. Ver el panorama de los emprendedores de vídeo en internet, sea de contenidos, sea de tecnología, permite pensar en los exploradores que perdieron sus cabezas, los barcos hundidos, la pérdida de una Cibola inexistente. Hasta que un fuerte resiste, empiezan a ir y venir los barcos, unos cuantos balas perdidas menos arriesgados que los primeros marinos se asientan a los lados y dicen que se quedan. Años más tarde se inventan un país y lo llaman el nuevo mundo.
Una cadena española tiene una serie original para internet que emite, después, en TDT. Tengo motivos para pensar que van a por la segunda. Y tengo motivos para pensar que otra cadena está meditando sobre ello con visos de seriedad. Los barcos empiezan a ir y venir. A los conquistadores que se pierden en las selvas, un día les ponen calles y dicen que sin ellos no se hubiera llegado hasta donde estén los próximos virreyes. Pronto veremos nombramientos.
Créditos: Me pasa la foto Enrique Dans, que presentó el acto, y que obtiene gracias a Anil de Mello. Susana, Javier Capitán y un servidor.
Y el agua de Mondariz, que a mi no me gusta, pero viste mucho, de pequeños nos la daban a todas horas, cada vez que teníamos dolor de barriga, de ahí la fobia, yo creo que todos los coruñeses la sufrimos. Y hablando de ciudades perdidas, me encantaría tenerte ahí, plantao en la mesa cuando la próxima sartinada.
Juanito: que lo nuestro es hacer de lanceros…
Pues aquí tenéis otro marinero. No botamos un barco con cava sino que zarpamos, de momento, con el placer de navegar a pelo y con astrolabio.
Tanta TDT, tantos canales, tanto dinero y tan poco pescado…
Espero que os resulte interesante.
Juan Antonio Domingo
STRUOTV
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