Todo gira en torno al talento (hay cosas que no cambian)
¿Recuerdan todos lo de las productoras de confianza de Telecinco? En algunos pasillos de la televisión, cuando se habla de la relación de las productoras con las cadenas, se habla con palabras afiladas. Para la televisión, las productoras, ingratas ante la oportunidad que reciben por ponerles ese privilegio que es la antena (y que ya te recuerdan que es de ellas y así te lo cobran), en cuanto tienen un éxito te quieren traicionar e irse con otros. Hombre, ya. Presentadores y artistas de éxito tienen también la caprichosa tendencia a subastarse al mejor postor, como las vírgenes mediáticas que los propios medios sacan al aire para subir los datos de audiencia que les dan de vivir.
Las productoras, por el contrario, añádase los artistas, se quejan de las condiciones leoninas impuestas por la televisión, la cesión indiscriminada de derechos, la poca protección frente a los cambios del motor que le da vida a esto y que es esa caja que tiene Sofres en hogares ignotos. Por supuesto, dejar de depender de un único cliente para vivir es una decisión estratégica que todas desean y que tiene toda la lógica del mundo.
Ahora parece ser que es Cuatro la que muestra sus celos porque Pablo Motos y Jorge Salvador (¿quién sabe el nombre de su productora si no es gente del sector?) tienen un acuerdo con Telecinco para exprimir sus talentos y ponerle un bonito programa a la cadena de Fuencarral que necesita talento fresco como agua de mayo. Tener productoras de confianza no parece bastante y, si falla Moreno, la dura ley del audiovisual es así, no hay confianza que valga, el programa se tira, te inventas otro pero, mientras, sigo buscando quien me traiga el brillo de los ojos del público. Este negocio de puro simple, es complejísimo: ¿han mirado la cara de sus niños frente a los titiriteros en el Retiro y cómo gritan cuando el malvado monstruo sale por el lado izquierdo mientras el héroe está en el derecho y no le ve? Pues de eso va. Sólo que no se sabe por qué unas veces sale y otras no. Con los críos parece más fácil, pero intenten hacer otro Pocoyó.
Dicen también que a Cuatro se le pasa el mosqueo. Pero la anécdota vuelve a poner en evidencia que todo el negocio del entretenimiento empieza en la habilidad personal, no entrenable e inimitable de alguien: el fútbol vale porque se quiere ver a Messi, Chaplin molaba porque se inventó a Charlot, Jorge Salvador es listísimo improvisando las músicas que requiere la ambientación de un directo. Se decía que Hollywood era el misterio de poner millones y millones de dólares en manos de un artista ignorante de finanzas y esperar a que acierte mientras un frío sudor recorre la espalda de experimentadísimos ejecutivos que sólo – casi nada – saben vender lo que ha salido de sus manos. Incluso en la era de internet, de los medios que se cruzan (la narración de siempre con los juegos, con los teléfonos…), todo sigue empezando por ahí.
Si Qué Vida Más Triste, Malviviendo, Balzac, La Comuna, Tendencias, son algo o serán algo será por su mérito para hacer abrir los ojos a la gente. Nada diferente de Pablo Motos. Tienen un lado empresarial si ellos quieren: todo lo que aprendan de levantar y consolidar audiencias en estos nuevos y raros medios, es esa parte que no se pone en manos del creador inconsciente del dinero que se gasta: la experiencia en sacarle partido al talento, la experiencia en encontrar financiadores, la experiencia en proporcionar valor a terceros. Y también la experiencia en renovar unos talentos con otros, aún a costa de egos, piques, lealtadas traicionadas, enfados y proclamas. Nada diferente de Endemol o Telecinco. Es así: recuerda que vales lo que ha valido tu última película, versión hollywoodiense de lo de las exclusivas, la prensa y el papel para envolver el pescado.
Créditos: la foto procede del álbum de Ana C, con licencia CC.