La cosa es que, como decía, no es la primera vez. En anteriores regulaciones lo que se pretendió era fomentar la aparición de nuevos realizadores. Así que se aplicaban algunos criterios para premiar eso que Trueba nos enseño a llamar opera prima y ya no recuerdo si la edad contaba. Es decir, se introdujo una discriminación positiva en favor de un tipo de autores que, una vez cumplido el cupo de novedad, desaparecían a velocidad de vértigo. Para el productor era más sencillo conseguir el premio del dinero público acudiendo a estos mecanismos. Echando, que es gerundio, una mirada el presente, no podemos decir que la industria sea hoy mejor, pues seguimos dando vueltas a cómo hacer viable lo inviable.
(nota final: la cuestión, con todo, es que siguen tratando al cine como a una pieza de museo, ¿tiene sentido diferenciar cine de audiovisual, especialmente cuando las pretensiones son culturales? El Cosmonauta y Malviviendo, no se puede negar, entran sin problemas en el sentido cultural que se proclama pero, no sé si afortunada o tristemente, no tendrán derecho nunca a subvención de ningún tipo del Ministerio de Cultura)