La Nueva Industria Audiovisual

La "macroweb" de contenidos legales no tiene buen aspecto…

Para conseguir sus propósitos. Podemos caer en el error del listillo: cuando NBC y News Corp. anunciaron la creación de Hulu, el mundo de la red se tiró encima preparados para la burla y el escarnio. Los grandes conglomerados de medios no se enteran, se decía, de cómo funciona internet y lo harán mal, mal, mal. Admiración y rectificación siguieron al ver que lo habían hecho bien. Ahí sigue Hulu y sigue siendo la mejor referencia, junto a Netflix de modelos de negocio en torno al vídeo online con visos de consolidación y buen desempeño.

Así que realizado el procedente disclaimer de posible fracaso futuro como gurú de bolsillo, paso a poner en conocimiento del respetable que el aroma que respira la información que, al fin, tras meses de hablarse en los pasillos, hoy publica El País (siempre El País poniendo en buena posición los argumentos e iniciativas de La Coalición), no tiene buen aspecto. Diré por qué.

Dicen que el formato de la macroweb (ya de por sí, lo de macroweb no sugiere nada positivo) se inspirará en dos terroríficos modelos: FindAnyFilm.com, patrocinado por el UK Film Council (gobiernos de por medio) y del que nos dicen que, desde enero, ha conseguido la descomunal cifra de 3,7 millones de visitas en un país con 60 millones de habitantes (frente a los 46 millones de España) y, por otro lado, ese incontestable éxito de la descarga subvencionado además que se llama Filmotech (el redactor de El País se come la hache final, hay erratas que significan mucho más que un error). Dicho con todo el cariño a los gestores de EGEDA.

La idea que parece residir bajo estas dos ideas, interpretando únicamente el texto de la noticia, es la siguiente: ponemos un buscador que sólo recoja enlaces a la oferta legal y que informa al usuario de dónde encontrar la película que quiere. Si siguen el modelo inglés, mirénselo, la verdad es que nada hace presumir un entusiasmo notable por parte de los usuarios, sobre todo pensando en las alternativas. Después, se supone que nos mandarán a sitios como Filmotech, de pago por streaming (nada se dice sobre si se informará de todos los competidores del mercado, aunque desde luego no creo que nadie le toque las narices a Telefónica) y la guinda… tachán, esta frase:

«Vamos a poner a disposición del público mucho más de lo que pueda tener en cualquier tienda física. Pero eso no valdrá para nada si el Gobierno no respalda el proyecto poniendo algo de su parte»

Ese algo de su parte, sólo puede ser una cosa: modificar el entorno legal para que las páginas de enlaces (cómo harán para que el resto de los enlaces sean legales) no puedan hacer lo de ahora. En resumen, cerrar mulas, yonkis y demás peligrosos delincuentes. O, como se ha dicho otras veces, negar el acceso a servidores. De nuevo haré el juego del listillo: se asevera varias veces en el texto que se pretende un servicio amigable y, además, muy abundante, pero ya sabemos lo mal que ha salido en el pasado.

¿Por qué puede salir mal? Porque seguramente el problema anida en las cabezas. Se pretende preservar un modelo de negocio y una estructura de precios, algo que, desde luego, es legítimo y esperable, con la condición de que el mercado lo acepte. Se basan en el reiterado argumento que el público jamás entenderá, el de la alternativa legal. El público entenderá de valor y no legalidades etéreas y de difícil «enforzamiento», e igual que compra agua embotellada teniendo grifos en casa, comprará aquéllo que valora. El punto positivo es entender que la llamada piratería debe canibalizarse, es decir, conseguir más presencia en la mente del consumidor frente a las otras, las que presuntamente no cumplen con la ley, aunque sean discutibles, fronterizas y aunque la reforma de la propiedad intelectual sea una cuestión urgente y necesaria.

La exigencia de que el gobierno haga algo si ellos hacen algo, se basa en que los grandes proveedores de contenidos no quieren poner sus contenidos en la red frente a la oferta llamada ilegal. Es un argumento que nunca he entendido: la fuerza en el negocio audiovisual reside en la distribución. Y aunque en internet no hay barreras de entrada, ser visto es algo más complejo que estar. Los recursos económicos de estas compañías permiten hacer cosas espectaculares incluso sin derrochar: sus rivales han cuidado el posicionamiento en buscadores para atraer el tráfico (ahora, Filmotech tambien lo cuida: algunos maestros ha tenido). Los grandes proveedores quieren insistir en cosas que no funcionan (DRM), en imponer formas de visionado y precios que no funcionan y en pretender que sus catálogos históricos valgan precios que… el mercado no va a pagar.

Buen trabajo de marketing, buen trabajo de usabilidad y de diseño de oferta se llevará los usos incómodos y poco trabajados por la noche de los tiempos. No hace falta esperar a que alguien te cambie la ley, en un proceso discutible y que sólo será un freno en el tiempo. La única verdad que sabemos del escenario futuro, es que el consumidor termina haciendo lo que quiere. El estado mental preciso es aprender a hacer dinero con su viaje. Lo dificil, claro, es terminar con los esquemas de producción y venta analógicos. Si esperan que les vuelva a pagar por ver Dr. Zhivago (que tengo en DVD, que me han puesto por la televisión muchas veces) tienen que inventar algo verdaderamente bueno. Pixbox se supone que tenía que haber sido todo esto (la publicidad dice que hay millones – sí, sí, millones – de canciones gratis) y, curiosamente y ni por asomo, tiene el prestigio y notoriedad que Spotify. El fracaso de Keteké a la hora de ganarse el favor de la comunidad de internautas, con todo el dinero y potencia del mundo, se espera que esté en la mente de los inventores de la macroweb.

Leo que el gobierno ha creado una comisión interministerial para sacar un modelo para gestionar el mundo de las descargas. Dicen que un camello es un caballo diseñado por un comité. El cierre de Pirate Bay no parece haber terminado con la vocación universal por hacer lo que al público le da la gana. Y no sé si alguien le ha contado al Gobierno y a La Coalición lo que son las sneakernets. Los patios de las universidades tienen una gran tendencia a llenarse de gente que corre en zapatillas.