De RTVE a la BBC, el conflicto sobre el rol público en la televisión no cesa
La historia tras el cese/dimisión de Luis Fernández nadie la ha visto de esa forma: se ha tendido a contemplar como una victoria de las televisiones privadas el que se le arrebate el pastel publicitario a RTVE para repartirse el botín de los anuncios. A éstas se les puede acusar de muchas cosas y no todas bonitas pero en esta tienen razón: ¿sería lógico, agradable o justo fabricar pan y ver cómo una empresa que no puede perder dinero por definición pone su puesto de pan al lado del tuyo y encima puja por los precios de la harina haciendo que suban? Simplemente, el concepto de liderazgo y competencia que ha desarrollado Fernández no era el que esperaban algunos. Si bien, desde el punto de vista de lógica comercial, es una actuación estelar.
En otras ocasiones he llamado la atención sobre las mismas tensiones que la BBC, ese mito descoyante de lo público en el siglo XX, ha tenido con sus colegas privados en el Reino Unido. Tensiones que le han obligado a reducir los servicios web o a tener que abrir las puertas del iPlayer, tener que suprimir el proyecto Kangaroo y probablemente también Canvas. Por muy loables que puedan ser esas iniciativas, por muy logradas que estén profesionalmente, tropiezan con un mundo en el que antes sobraba sitio y, ahora, en una paradoja de la propia abundancia, falta espacio para crecer y ser rentable.
No han terminado. Ahora hay voces que piden la privatización de BBC Worldwide. Las quejas son de la misma naturaleza: la participación de la rama comercial internacional de la BBC en canales internacionales, la compra de compañías como Lonely Planet o el hecho de contar con los derechos de las producciones de la BBC hacen la competencia a las propias compañías británicas en un mundo globalizado… en el que el inglés, a la espera del chino, es la lengua franca.
A medida que el consumo se atomiza y los grandes conglomerados van a pujar por controlar grandes redes de átomos que sumen masa crítica, la esencia de la televisión pública as we know it se disuelve como un azucarillo: pretender ser la voz de la independencia informativa en una era donde el periodismo ha perdido el monopolio del rigor, pretender ser la voz de las minorías cuando la sociedad crea sus propios recursos audiovisuales sin esperar a que los creen quienes se supone que estaban a cargo de ello, pretender al mismo tiempo tener una influencia decisiva (por alcance y penetración) en la sociedad al tiempo que se pide dinero al pagador de impuestos para ello, parece una combinación que difícilmente puede escaparse del debate social sobre su mera necesidad.
Querido Gonzalo,
Sabiendo, como sabes, que no compartimos exactamente la misma visión sobre lo público y lo privado, no puedo más que felicitarte por tu post.
A mi parecer, la pregunta clave es: si en general lo público tiene como uno de sus objetivos la minimización de los efectos de las ineficiencias del mercado, ¿existen estas ineficiencias en el audiovisual? En román paladino, ¿son la difusión de cultura o la educación a través del audiovisual necesidades de la sociedad que no quedan cubierta por las leyes del libre mercado? Y, de ser así, ¿está configurada la televisión pública para este objetivo?
Bueno, ahora tendré que decir alguna barbaridad para que no quede un comentario tan espeso 😉 Que sepas que cuando salgas del gripazo te espera una buena cerveza.
Jose
Que sepas que eres un pelota. y que ya no veo diferencia entre lo que yo pienso de lo público y lo privado y lo que tu piensas. la esencia es que yo lo justifico por la evidencia de que ninguno de los supuestos que defendían la presencia de las televisiones públicas se sostiene por sí mismo: mientras que se le busca justificaciones de todo tipo, la realidad muestra como estorban. Curiosamente, la lectura del Financial Times estos días arroja otro paralelismo con la situación española: gestores de lo público que pelean por hacer lo mismo que lo privado y que para no ser frenados por el parlamento tienen que echar el freno de mano. Parece imposible detener la incercia de los gestores que, como es lógico, siempre van a tener la pulsión de mostrar su existencia haciéndose relevantes. Ser relevanes en la sociedad de los micromedios y las microaudiencias es luchar salvajemente para hacerse un hueco y eso es un conflicto con las legítimas aspiraciones privadas, sean estas entendidas con o sin ánimo de lucro: solemos olvidar que una asociación o una fundación también son privadas y sus motivaciones son difererentes a las comerciales.
Y ahora algo serio: la cerveza de me la cobro. Pero no sé por qué te tocaba 🙂
Vale, queda claro que compartimos entonces los principios básicos. La diferencia es que tú vas más allá en el juicio y propones sentencia. Yo no me atrevo a tanto por falta de información, de análisis o (quizás) de gónadas 🙂
La cerveza la pago porque he puesto yo el comentario antes, no por otra cosa. Si quieres hacer una lista de cuándo le toca a cada uno, it's up to you ;). Yo ya tengo demasiadas listas en mi vida.
Se ha adelantado @jlvazquez y yo no podría haber comentado mejor que él, pero aun así, mi ego me puede y lo voy a soltar.
Igual que él, no sé si determinadas áreas que hoy cubre BBC (BBCwriters, proms, visitas, workshops, minorías… algunas minorías, más bien) tendrían cobertura sin la intervención pública. En los casos que cito la convergencia está ya desarrollada, e incluso con Writers existe directamente desde la Red, no desde la TV a la Red.
Quizá el futuro del Estado sea el de proveer de la infraestructura suficiente a las iniciativas privadas: en el caso de las minorías, como dice Gonzalo en el comentario de respuesta, olvidamos que las asociaciones y colectivos también son iniciativa privada. Y de hecho, bien que echamos mano de esa iniciativa privada para cubrir espacios educativos y sociales.