Yo sí pienso que las fusiones les merecen la pena
Es que está muy bien entendido lo que pasa:
Pues bien, la disputa TV-Internet se trata de un combate amañado en el que el ganador se conoce de antemano. No es difícil entender por qué. Todo gira alrededor de lo que podríamos llamar el imperio de la discrecionalidad, esto es: la posibilidad que tiene el usuario para elegir dónde, cómo y cuándo quiere acceder a la oferta de contenido disponible. Una facultad propia del mundo digital que implica una ruptura de corsés a la que contribuye, sin duda, la proliferación de redes inalámbricas y dispositivos móviles. De hecho, su crecimiento exponencial está propiciando un cambio sustancial del modo en el que se consume la información y/o el ocio del que apenas hemos visto los comienzos (VA-McCoy, Con todos ustedes la Biblia del Internet Móvil) y que supondrá la sustitución de los soportes tradicionales por otros nuevos que giran alrededor de las ventajas que ofrece la Red. Ya no es necesario someterse a una programación fija sino que cabe la posibilidad de elegir qué parte de la misma se quiere ver o escuchar sin necesidad de tener que pasar por el peaje de la sumisión a unos horarios fijados de antemano. Un elemento clave que prima sobre cualquier argumento continuista que se quiera aplicar al statu quo actual.
Esta realidad trae consigo dos consecuencias fundamentales. En primer lugar, el valor futuro de la televisión, tal y como está hoy concebida, pasa por su capacidad de servir adecuadamente la más rabiosa actualidad; aquello que atrae la atracción del público, no admite demora y va acompañado de un impacto visual relevante. Para lo urgente siempre habrá una audiencia potencial. Por el contrario, todo el contenido empaquetado de un modo u otro se convertirá en una suerte de archivo cuyo acceso se facilitará a la audiencia que lo requiera. Alrededor del mismo se propiciará la creación de redes sociales específicas y la posibilidad incluso de convertir las series en interactivas con los usuarios. La segmentación que permite tal estrategia y la voluntad del “comprador de la mercancía” de consumirla facilitará una indolente aceptación bien de la publicidad que incorpore, bien de la obligatoriedad de abonar un fee por prescindir de ella.
Si está bien entendido… ¿por qué no lo veo?. La descripción del gran McCoy (¡soy fan!) da de lleno en lo que consiste la cuestión real, lo que en mi opinión es lo único que hay que entender del cambio tecnológico que asola a las antes bien tranquilas aguas del negocio de las licencias de televisión en abierto: todo lo que ocurre es la personalización del consumo por parte del usuario. Nada más: lo que quiere, dónde quiere, con el aparato que quiere y, algo que no se suele incluir en este aforismo, con quien quiere. La conectividad social.
Pero ese escenario de futuro, seguramente impepinable aunque no tengo maneras de saber si a Atenas le salvarán las murallas de madera, tiene un recorrido que hacer:
- Primero está el tiempo entre maduración de fusiones y velocidad de los cambios. Partiendo de la base del coste de las conexiones de datos de los móviles, la penetración de banda ancha y la adaptación de los hogares a nuevos terminales que permitan una buena y verdadera experiencia de acceso a la red desde el sofá, tenemos unos años. Suficientes, en mi opinión, para que se saque partido a las inversiones actuales.
- El broadcast es hoy por hoy muy eficiente comparado con el streaming: llega a toda la población, el 98% de los hogares tienen tele. El sencillo cálculo de ver las tasas de Abertis por dar cobertura partido por una hora de emisión y calculado por cada terminal es mucho más barato que llegar a todos esos terminales uno por uno pagando ancho de banda por un cable. Las redes de fibra óptica van muy retrasadas, aunque llegarán. Y esto pesa. Pesa más porque el broadcast emigrará poco a poco a alta definición y se sofisticará para mantener en lo que pueda su diferencia de experiencia de uso.
- Para la publicidad, por mucha derivación que haya hacia internet, la televisión permite asociarse a eventos sociales masivos alcanzando potencialmente a prácticamente todos los consumidores: tiene que seguir en su planificación por años. Eventos no es sólo la Liga, son concursos y noticias, es estar pendiente de la última aparición de Belén Esteban. Tener una ventana al patio de vecinos, tiene mucho morbo. Si las teles fusionadas van a dominar el porcentaje de audiencia que van a dominar y de intermediación publicitaria, estamos ante un oligopolio bastante tranquilo. Sobre el fracaso del sacrosanto modelo televisivo basado en la pluralidad de la vigente Administración, ya hice unos cuantos comentarios.
- Pero lo más importante de todo: ¿quiénes son sus dueños y qué están haciendo? Tirando hacia arriba de las teles, al final siempre encontramos un grupo multimedia. Que ahora llamaremos multiplaforma. Las empresas de broadcast son una parte de su estrategia en la que cada vez más se integran ramas de contenidos y de distribución buscando sinergias entre ellas y el control de los contenidos críticos. Contenidos que, además, se consumen de otra forma: si me pierdo el momento estelar Belén-Esteban-baja-por-la-escalera luciendo nuevo rostro (impagable) lo veré repetido tanto si me lo he perdido como si quiero relamerme por internet… seguramente en el site de la misma cadena o con acuerdos con otros repositorios de vídeo. Aquí lo que falla es estructuración de la monetización de ese ciclo. Pero van o irán a ello porque no hay más remedio. Tanto Antena3 y Telecinco están inventando estrategias para rentabilizar sus servicios de red, si bien son distintas, cada una aporta cosas que el otro irá absorbiendo cuando se prueben acertadas. Si vamos a los móviles… ¿de quién es la oferta de canales? De los mismos que los de las licencias.
En un futuro con redes abiertas y capaces de transmitir en buenas condiciones programas audiovisuales, los titulares de licencias en abierto juegan con ventaja. Porque sólo ellos serán accesibles por todas las plataformas y podrán asignar a cada tipo de contenido (ver la teoría de la duración de los contenidos de mi amigo José Luis Vázquez) las plataformas adecuadas, inventar y monetizar varios tipos de explotación. Más aún: son los que podrán hacer de bancos para financiar productos complejos y los que tienen poder de negociación para integrar a los grandes anunciantes. Sólo mirar cómo experimentan NBC y CNN el empleo de cada plataforma da una idea de cómo los grupos muy diversificados ganarán su partida. Eso sí, el abierto, puede que también el resto de segmentos, será un negocio menos rentable que hasta ahora (que lo era una barbaridad) y más complicado de gestionar. Pero yo quiero unas marcas y unas cuotas de mercado como las que tienen los grandes, junto a sus organizaciones comerciales para cambiar. Prefiero eso a lanzar una nueva televisión desde la web. Y ya fastidia. Pero hay un lado oscuro: las licencias de TDT nuevas… Si se quitan prejuicios ideológicos y sólo miran cómo lo hacen, la combinación de medios y contenidos que hace Libertad Digital es verdaderamente hábil. Puede que sin querer.
Todo eso si no cambia, claro está, la forma en que el reparto del espectro y su explotación. Porque esta creo que puede ser una cuestión importante en un futuro no tan lejano: ¿con redes de alta capacidad hasta el hogar, tiene sentido seguir disfrutando del espectro en exclusiva sólo por unos pocos? La libertad de emitir, que no llega. Tema que es el que más me inquieta intelectualmente ahora que ya esto de la tele y el video por internet tiene rutas abiertas a nuevos dominios y los pioneros se han perdido en la selva.
[…] vimos en la conversación sobre la cuestión con Alberto Artero de El Confidencial, competir contra una estructura que es capaz de llegar a toda la población en […]