Una mirada rara a la causa de Pablo Herreros
6 noviembre, 2011 – 17:18 | 18 Comentarios

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Crisis fiscal y televisión pública

Escrito por el 9 febrero, 2010 – 15:292 Comentarios
Crisis fiscal y televisión pública
Publica José Miguel Guardia la presentación que los responsables del Ministerio de Economía han realizado en su visita a analistas internacionales con el fin de tranquilizar a los mercados. Supongo que son noticias conocidas de todos las dificultades recientes para generar credibilidad en el pago futuro de la deuda pública española e, incluso, según las malas lenguas, la permanencia en el euro.
Mientras vemos si llega la sangre al río, podemos ver en esa presentación (página 34) como una de las necesidades de financiación del Tesoro es una serie de deudas pendientes en las que literalmente, se mencionan 1,5 billones (está en inglés y para los mercados internacionales, luego cabe pensar que se refiere a millardos) de la asunción de la deuda de RTVE.
En un momento en que se anuncian recortes de gasto que llegan a citar cincuenta mil millones de euros, que se cuestionan las pensiones y su gasto, que se plantea la congelación de salarios públicos y que veremos si la austeridad no se traslada a la calidad de las prestaciones sanitarias o educacionales, un momento en que parece que el estado tiene que renunciar a inversiones en infraestructuras, parecería conveniente que la sociedad debatiera tanto la estructura del gasto o como su calidad. Es decir, la eficacia en el gasto.
Este blog ha mantenido siempre su preferencia por la supresión de la televisión pública argumentada esencialmente por su falta de necesidad: tanto por los contenidos aportados y que realmente puede aportar, como por el hecho de que la empresas privadas proveen sobradamente el mismo tipo de entretenimiento que las correspondientes televisiones públicas. No es muy aceptada esta opinión. Sin embargo, el tercer argumento que he empleado en el pasado, adquiere ahora su verdadera dimensión: el coste de oportunidad, es decir, el uso alternativo de los recursos.
El gasto, como puede verse ahora hasta por el ciudadano menos versado en economía, no es infinito y hay que elegir. Poner sobre la mesa si los más o menos mil millones de euros netos que dispondrá RTVE parece un acto de debate público no sólo legítimo sino seguramente necesario. Si continuamos por lo que Juan Varela denomina – casi diría que trágicamente – el teleestado del bienestar, es decir, sumarle la descomunal suma que supone el resto de televisiones públicas, estamos ante el viejo dilema de los economistas: cañones o mantequilla. Que puede traducirse por concursos, cine americano a raudales, noticias más o menos sesgadas (como las de los otros), magazines varios y seriales, a cambio de más o menos sanidad o, casi mejor, más o menos financiación del seguro de paro.
Si estos canales fueran privatizados, además de reducirse las necesidades de gasto se ingresaría un dinero extra para los tiempos de vacas flacas. En la era de la digitalización y la abundancia de contenidos, ninguna sensibilidad social ni ningún ciudadano espectador o prosumidor debería poder verse sin opciones de consumo ni de incorporarse a la difusión de ideas y pensamientos, incluídos los artísticos. Parecería un debate necesario, el de si tiene sentido prolongar la intervención en la producción de servicios de televisión y radio (de hecho, los gobiernos no tienen periódicos y no pasa nada) pero dudo que ningún miembro de la clase política lo aborde.

P.D.: me dejo una coletilla. Fíjense el tamaño de déficit que acumuló RTVE en sus años de doble financiación. Eso sigue vigente en las autonómicas, algunas de ellas con deudas verdaderamente siderales. Y piénsese en qué podíamos haberlo gastado, ya puestos a endeudarnos.

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