El esperado estreno de Girl Walks into a Bar en YouTube, un largometraje sin salas de cine, indie pero con estrellas, pone de forma cruda encima de la mesa el rol cambiante de YouTube. Con mucha seguridad condicionado por lo que sus propietarios esperan que sea el mundo tras el lanzamiento verdadero de GoogleTV (tanto ruido hasta ahora, tan poca realidad de momento) y tras la constante y dificultosa búsqueda del contenido premium de las majors que sí tiene una oportunidad en Facebook (por eso se contrata a ejecutivos de la gran distribución), YouTube muestra ya abiertamente una política de generación de contenidos de calidad sin ambages: la compra de Next New Networks destinada a atraer y consolidar el talento emergente, sumada a las transmisiones de deportes en directo, emplear su plataforma como espacio de contribución de largometrajes patrocinados por marcas y con grandes creadores, o su creciente impacto en la producción de análisis político (incluso entrevista original, sin otros intermediarios, al Speaker de la cámara de representantes de EE.UU.), todo marca un continuo hacia ser lo que potencialmente puede ser: el distribuidor de contenido para todo el mundo. Mucho más cuando su involucración financiera parece ser escasa, nula o sólo objeto de rumores y, más importante aún, cuando todos estos contenidos nacen sin restricciones territoriales aparentes de derechos para su visionado online. Girl Walks Into a Bar cuesta un millón de dólares (bajísimo para el talento que lleva) y tiene el patrocinio de Lexus e interrupciones publicitarias. Como la tele. ¿Quién teme al futuro?