Nicolás me llamó la otra tarde para explicarme un nuevo problema (otro más) en la interesantísima carrera de obstáculos para el nacimiento de El Cosmonauta. Se cae un inversor en el mismísimo momento de coger los bártulos para ir a rodar. Necesitan cuarenta mil euros que, por una simple cuenta, significa que tenemos que ser solamente cuatrocientas personas a cien euros (vaya, un par de cenas) y a las que nos apetece que El Cosmonauta se haga las que tenemos que aflojar la cartera. Yo lo hago. La razón es muy simple: porque me apetece. Nada más. No tiene nada que ver con batallas absurdas sobre el presunto todo gratis. Es más, hay determinados productos que si la gente quiere que existan va a tener que contribuir a hacerlos asumiendo que, si no se hacen, pues tampoco pasa nada. Lo que no se puede ser es incoherente: hay cosas de poco mercado (el arte a secas, en general lo es) y hay cosas de mucho mercado. Si quieres que existan las de poco mercado (es decir, poca publicidad, pocas teles, poca rentabilidad) pues ayuda a hacerlas. Leo que la cosa va bien, ya van más 20.000 euros. Se puede contribuir aquí.