Por los usuarios de la red. Durante años, el acrónimo UGC (user generated content, creo que no hace falta traducir) ha reflejado una distinción entre el contenido profesional y el amateur. La distinción entre aquéllo que aparecía espontáneamente en la red y la elaboración profesional y sistematizada de los únicos jugadores del entorno audiovisual: televisiones y cines. Pero esa distinción es cada vez más difusa: El Plan B es un contenido profesional que se produce para la red, genera una importante cantidad de cocreación de usuarios – también en la red – y es tomado por una televisión profesional que, a su vez, lo devuelve a la red. Jeff Bezos divulga en su día un interesante vídeo sobre la adquisición de Zappos que tiene todos los elementos de amateurismo, cutrerío y falta de valores de producción normalmente esperables del contenido generado por el usuario: sin embargo, tuvo gran relevancia, aunque sólo sea por una página de comentarios repleta de críticas a Amazon. Cuando Teresa Forcades puso en la agenda mediática su versión del problema de la gripe A, estábamos ante lo mismo: un vídeo infumable para estándares profesionales. Cuando Old Spice utiliza la red para difundir vídeo profesional se aprovecha del mismo poder. La distinción de contenidos pierde cada vez más sentido relatada desde el punto de vista que marcaba el UGC y sólo tiene sentido ya desde el punto de la relevancia y de los valores de producción. Porque todo converge a la red y al contenido conectado: unos parten con ventaja de presupuesto, oficio y fuerza para distribuir, otros no tienen nada de eso, pero no se puede decir que carezcan de valor por defecto. Como no podemos presumir valor a todo lo que saca una antena.