El resumen de una intervención de Enrique Cerezo, según Cine y Tele, es la siguiente: “El Presidente de EGEDA afirmó que el cine español e iberoamericano tiene mucho que ofrecer a Estados Unidos, “un país donde los hispanohablantes censados superan ya los 45 millones”. Yo tengo una visión específica sobre esto, adquirida por una de mis actividades principales. En síntesis, con la orientación de la producción que genera el sistema español de incentivos es francamente difícil hacerse un hueco dentro de esa población, es decir, hay y habrá poco que ofrecer. No valen casos aislados casi milagrosos. Al espectador hispano de EEUU, sea cual sea la lengua que use, le gusta el cine de Hollywood. Son el público que más va al cine y su presencia demográfica es clave para garantizar un estreno de éxito en los mercados de referencia de EE.UU así como en el caso del cine familiar e infantil. Esto no se entiende en España por mucho que lo explicamos. Es un nicho tan poderoso que Lionsgate y Televisa lo quieren explotar con no demasiado éxito (por ahora) porque… aún no dominan las claves emocionales. Las películas españolas no tienen espacio si no se crea un marco jurídico y fiscal que incentive la posibilidad de tener distribución propia y productos que funcionen como Hollywood (esto implica que el inglés es básico) y eso es un salto mortal para una legislación que, así lo siento, sobreprotege un modelo pretendidamente de autor, favorece lo localista e incentiva la producción por encima del rendimiento. Por cierto, si la nota es fiel, no son 45 millones de hispanohablantes, hablamos de una población de origen latino de casi cincuenta millones y casi sesenta con indocumentados y con diferentes grados de asimilación al inglés.