En realidad, elementos de software y procesos de negocio. En el texto de Paidcontent lo que se cuenta es que Kickstarter, ha demandado a un músico que ha obtenido una patente para su propia plataforma de cocreación y que reclama a Kickstarter que la licencie. El músico dice tener buenas intenciones y argumenta que las microdonaciones no son otra cosa que fomentar limosnas (¡!). Mientras, Kickstarter cree que son cosas impatentables de acuerdo con la ley. A ver qué sucede. Pero lo que debiera interesarnos es cómo el enorme entramado de la “propiedad” intelectual acarrea inmensos costes en demandas, localización de titulares de derechos, sobreprecios (por ésta y otras circunstancias) y que todo esto conduce a dificultar la innovación y, por supuesto, la competencia: ¿cuánto tiene que pagar en costes legales una nueva compañía, siempre ávida de dinero para crecer, para evitar morir ahogada por reclamaciones absurdas y costes de abogados? Es decir, es el mero hecho de que alguien pueda realmente patentar – crear un monopolio – sobre estas cosas lo que muestra la torpeza y el vicio de un sistema que tiene verdaderos problemas para demostrar que, efectivamente, impulse la innovación y la creación. Una vez más, pensar en términos de descargas (y el número de David Bravo en San Sebastián, dicho con todo el afecto que le tengo, me parece que no ha contribuido a pensar de otra manera) sólo conduce a señalar con el dedo un síntoma y no el problema verdadero. Para los defensores de una reforma profunda (es decir, no para los consumidores que sólo piensan en ver gratis por el mero hecho de la gratuidad), una vez que los nuevos sistemas de distribución estén consolidados en los nuevos jardines cerrados que se van activando por doquier, va a ser difícil encontrar una movilización del público.