Twitter es malo para debatir y yo mismo he incumplido mis reglas personales al respecto: pero, dado que no era yo el iniciador y simplemente me he sumado a un intercambio de mensajes que ha perdido su sentido original (en el que me releo y me siento agresivo, cosa que ruego me disculpen: me escudaré en la herramienta), lo mejor es evitar el límite de espacio y explicarlo. Mi propósito al seguir el intercambio tiene que ver – y creo que se inició – al respecto de las últimas declaraciones que la prensa atribuye a Fernando Trueba y a Mariela Besuievsky criticando la no aprobación del reglamento de la Ley Sinde. Si para Trueba «La cultura es la identidad de un país, lo que permite que la sociedad evolucione» y con eso reivindica la intervención estatal para su actividad, si Besuievsky afirma que «es alucinante que no se haya aprobado, es educación y es cultura, y tenemos que ser muy conscientes de ello» nos encontramos ante un argumento que merece una discusión: si es el dinero y la regulación realizada por los ciudadanos, destinatarios en nombre de la cultura de la oferta que se financia con dinero público en porcentajes mucho más que significativos, ¿no merece la pena discutir si tienen derecho a descargárselas ya que las pagan en proporciones muy, pero que muy considerables? Es Macho, y no yo, el que dice que «si quieres ganar dinero, mejor no te dediques a hacer cine» por no hablar de que la retribución de productores y personal creativo – suicidios aparte – se produce gracias al esquema ministerio+television(es) e independientemente de la rentabilidad que, como sabemos, es casi siempre negativa si todo dependiera del mercado. Es decir: no se trata de afirmar de antemano que tenga que ser así, pero quienes viven de esas ayudas concedidas por la gracia ciudadana deberían estar dispuestos a discutir que, si lo que hacen es cultura para el pueblo, que accedan a ella por otros métodos a los que previeron no es precisamente lo peor. Tiene hasta sentido. Y eso merece un debate público abierto y no llamar ladrón al consumidor. La Unión Europea acepta las ayudas al cine como una excepción al mercado. Si es una excepción, podemos discutir si su acceso puede ser excepcional. ¿Es así en toda Europa? Pues sí. Pero el problema es el mismo. El gobierno suizo acaba de decir que las descargas no crean el daño que se dice y ha decidido permitirlas no prohibirlas. Hay todavía mucho que conciliar y esa es la idea que quería defender.