La frase es interesantísima: uno de los represtantes de la MPAA admite que fueron “desbordados en hombres y armamento por el ciberespacio”. Justo a continuación se añade que están aprendiendo a tener presencia online y que ha sido “una pugna en una plataforma en la que en este momento no nos sentimos confortables y estábamos yendo justo contra los que controlan esa plataforma”. Curiosamente, la MPAA tiene un excelente blog (aunque manipulador, exorbitado, y muy pocos seguidores en twitter) capaz de reflejar con eficacia el framing anti-red de la estrategia de comunicación de la asociación de productoras. No basta, evidentemente. La derrota de imagen de Hollywood y de su representante Chris Dodd ha sido verdaderamente grande aunque, no se sabe si sorprendentemente, poco después de la suspensión sine die de la votación el FBI entrara verdaderamente a saco en Megaupload y otorgara una bella compensación. Hollywood Reporter recoge testimonios y valoraciones que indican que, el enorme poder de lobby que hacía que los capos del cine arrasaran imponiendo legislación en el Congreso, se ha hecho conforme a la vieja escuela e ignorando la realidad social de la comunicación actual. Es interesantísimo. A mi me sugiere dos observaciones, por supuesto personales: a) Cuánto se parece a la Ley Sinde o al caso La Noria: grupos de interés sin fuerza para combatir a enemigos fuertes en los pasillos se ven empoderados para influir en los decisores políticos y económicos apoyándose en la rebeldía expresada cibernéticamente y que los medios tradicionales jalean. Escribí un post sobre cómo el mundo del cine español y su ministra se equivocaba al pretender ganar la batalla de la opinión pública confiando en los medios tradicionales. Uno cree que la gente ya no se forma su opinión allí para estos casos, aunque lea y escuche. b) Es interesante el reequilibrio de las fuentes del soft-power americano: reconocen abiertamente que el enemigo a derrotar es Google, capaz de poner también dinero en la batalla de lobbies a lo que se suman servicios globales de origen americano y que es una nueva forma de influencia mundial, imposible saber ya cuánto más decisivo que los iconos que exporta la industria audiovisual yanqui. ¿Podemos verlo como un signo de los tiempos, la mutación del poder a quienes controlan las redes y no en quienes controlan la producción de gustos y modas (ideología por supuesto) a través de los contenidos? Es la razón de todas las políticas culturales del resto del mundo. Seguramente por eso, a Google le va mal en China. Después de todo, el poder de la MPAA reside en su control de la distribución en todo el mundo, eso que ahora sucede ya en la red. La guinda de la derrota de imagen ha sido la amenaza de retirar las donaciones para la campaña de Obama, un presidente que ganó su campaña frente al tradicionalismo de la Sra. Clinton en su capacidad de recaudar mucho más por la red subido en las microdonaciones de cientos de miles ciudadanos de a pie. Perdonen la cursilería: parece un friso de los tiempos que corren.