Este sábado empiezo a tomar notas de la mirada de Bruno Teixidor, segundo culpable parcial del nacimiento de El Cosmonauta.  Uno de los aspectos que me interesan para construir la narración, es conocer la procedencia de los inventores, sus mundos, sus trayectorias antes de llegar al momento cero: ese día en que se decide que hay que hacer una película pidiéndole el dinero a la gente. Lo que ahora parece casi natural y está en los debates de los creadores era, no hace tanto, raro y extravagante. Ellos puede que dijeran bizarro. Tan así era que «ni siquiera lo llamábamos crowdfunding». Tan desmesurado que Bruno recuerda ese momento diciendo «mis amigos son los primeros que no me van a dar dinero». En efecto, tardaron dos años.