Pablo me avisa de un nuevo lío que afronta. Las cosas interesantes del conflicto popular con Ryanair tienen que ver con dos asuntos próximos a la cuestión audiovisual: uno son las subvenciones, sobre el valor de su legitimidad para competir en igualdad de condiciones. Hay un discurso que rechaza el que Ryanair las tenga – olvidando que Spanair las tuvo – como rechaza las del cine y no rechaza las de la televisión. En defensa del mundo del cine español, se demuestra que no son los únicos. En defensa de otra vía, sugeriremos que la cuestión es la bondad de la subvención como mecanismo para atender fines casi siempre loables. En segundo lugar, el valor del periodismo de los grandes medios (y grandes televisiones, incluídas las públicas) que reproduce sin rubor trucos marquetinianos para convertir la propaganda en noticia y alimentar la necesidad de llenar y entretener de medios que se presentan como necesidad e instrumento de una capa social, la del periodismo, que tiende a pensar de su oficio en términos de necesidad social insoslayable.