Escuché en la radio de hace muchos años a alguno de los (ahora) viejos grandes presentadores de la efe-eme musical comentar acerca de un tema que es todavía más viejo siquiera por olvidado: el valor cultural de la música pop y rock, la comparativa odiosa o tediosa con la gran música llamada clásica pero que podía ser barroca y no era otra cosa que la considerada culta. La conclusión del hombre fue que si Mozart o Beethoven vivieran hoy – es decir, en la eclosión juvenil de los ochenta, ya muy evolucionada por lo que se refiere a semejantes movimientos – irían corriendo a conocer los instrumentos que se usan en el presente. ¿Cómo se hace para que lo que hace – hacía – Bergman subsista en el tiempo que viene? Era la especie de pregunta de un intercambio de opiniones del almuerzo de ayer. Es el tipo de cuestiones que se generan con personas inteligentes al observar lo que hoy es moda, transición tecnológica o, casi más propiamente, cambio de mundo: el temor o la duda sobre la persistencia de manifestaciones culturales que eran y son la quintaesencia del modelo cultural previo a la disrupción digital colocada en redes. Es reiterado decir aquéllo de que nada termina de morir y que todo está tan transtornado que ni llegamos a vislumbrar la salida del mundo actual, ese generador de lágrimas de todos los que tienen que perder, pero me acordé del locutor de radio y concluí la conversación diciendo: seguramente si Bergman tornara a tener veinte años estaría corriendo a ver qué se puede hacer con un videojuego o con la narración planificada entre medios.
15 febrero, 2012 8:15 AM
1. Escrito por Iago
15/Feb/2012 a las 8:47 AM
Que conste que si pasara de videojuegos y otras moderneces podría seguir con su tipo de cine, que ahí están Oliveira o Kaurismaki, este último con el penoso estreno de su última peli en España con copias dobladas cuando su público tipo no quiere eso!
2. Escrito por Gonzalo Martín
15/Feb/2012 a las 8:54 AM
¿Se ha mirado las cosas que decíamos sobre esto en los enlaces que le referencio, amigo? No deja de ser más que la reelaboración de cosas dichas o debatidas con las que me vuelvo a tropezar a diario. Una reelaboración que se produce mientras escribes porque, súbitamente, te acuerdas de que esos enlaces estaban ahí. Cada vez más la sensación de seguir hablando y discutiendo de cosas ya dichas y debatidas, pero con gente que no las debatió. Por eso estoy trabajando tanto en el wiki: porque quiero dejar de hablar de esto. A ver si lo consigo.
3. Escrito por Iago
15/Feb/2012 a las 10:14 AM
Hombre, claro que las miré! Pero tampoco creo que vaya a desaparecer esta discusión por apurar terminología, siempre habra caminos para la autoría.
4. Escrito por Gonzalo Martín
15/Feb/2012 a las 10:51 AM
Ah, no, eso no tiene discusión.
5. Escrito por @yerblues
15/Feb/2012 a las 12:48 PM
Algo parecido dijo Peter Greenaway en el ZEMOS98 sevillano en 2006: «los mejores cineastas de hoy en día ya no están interesados en el cine, sino en hacer otras cosas como videojuegos, televisión seriada, webmastering, etc». En otras palabras, un film de 90 minutos ya no es suficiente para explicar el mundo, según un Bergman de 20 años en 2012.
6. Escrito por Gonzalo Martín
16/Feb/2012 a las 4:03 PM
@yerblues Alguien me ha contestado por twitter al enlazar tu comentario que tampoco se puede con 900. Pero creo que se entiende perfectamente. Yo tampoco creo que ya sirvan 90 minutos para casi nada interesante: no puedo soltar Downton Abbey y son episodios de sesenta que devoro. Con esa y con tantas otras. Un largometraje cada día me da más pereza porque aspiro a experiencias duraderas. Puede ser una manía.
7. Escrito por @yerblues
16/Feb/2012 a las 4:41 PM
@Gonzalo Claro, este tipo de sentencias (que tanto gustan al amigo Greenaway) si se sacan de contexto y se toman literalmente pues no son más que boutades. Pero sí, ya nos entendemos… 😉
8. Escrito por @britishlover
17/Feb/2012 a las 9:53 AM
Me encanta el artículo, Gonzalo. Comparto plenamente tu opinión. Para otra vez que vayas a tener tertulias sobre Bergman y cineastas, avisa, porque me encanta (sé más de cine de lo que crees, pero sobre todo, quiero seguir aprendiendo de conversaciones así).
Por mi parte, aporto que es como la gente que va en tono grave y solemne al teatro a ver una obra de Shakespeare, a ver Romeo y Julieta, o la Tempestad. Cierto es que muchas son tragicómicas, pero lo que me pone enferma es “la solemnidad de acudir al teatro”. Cuando vas a ver una obra de teatro clásico, parece estar rodeada de un halo de seriedad (también depende de la obra, claro). No puedes ir a una obra de Shakespeare y reírte a mandíbula batiente como en el cine: la gente te mira.
Yo suelo pensar que si Shakespeare levantara la cabeza, y viera cómo la gente se toma sus obras en los teatros, con qué seriedad, con qué silencio, pensaría: “¿qué demonios estoy haciendo mal? ¿por qué no se ríen? ¿por qué no se mueven? ¿por qué no expresan?”.
Es decir, pecamos en la actualidad (desde la Edad Contemporánea, y en especial desde ensayos de Benjamin y Adorno sobre el “aura” del arte) de “sibaritismo pseudointelectual”. Creemos que todo lo “antiguo”, toda obra consagrada, ha de ser tratada con un “respeto” casi sagrado, como quien va a misa. Y ese es en mi opinión un error. Primero, porque hace parecer el arte más lejano del público común, y en segundo lugar, porque las obras parecen como metidas en naftalina, huelen a alcanfor, a cerrado. No nos permitimos jugar con ellas, experimentar con ellas, divertirnos con ellas, reinterpretarlas, estrujarlas, tratarlas como si de hoy se trataran, vivirlas como si de hoy se trataran.
Si Bach, Shakespeare, Lope de Vega, Aristóteles, o Leonardo da Vinci -de quien yo siempre creo que si volviera de su tumba y viera toda la parafernalia y pseudo-culto y hojas y anales que se han escrito de su Mona Lisa se moriría de risa y diría: “¡pero si era un retrato normal y corriente!”- levantaran la cabeza, les gustaría que VIVIÉRAMOS sus obras, y ellos se lanzarían a experimentar con las herramientas de hoy.
Lo dicho: ¡no dudes en avisarme para otra vez!
9. Escrito por Gonzalo Martín
17/Feb/2012 a las 10:48 AM
Querida: comentarios como este hacen grande a un blog. No tengo la menor duda de tus conocimientos de cine: para saber citar a Adorno y a Benjamin hay que conocer la historia del arte. Pero, vive dios, no te tengo que avisar: tengo una cosa que se llama RSS que sirve para eso. Deja Facebook y sigue con tu blog, que mola màs.
10. Escrito por Javier Meléndez Martín
17/Feb/2012 a las 12:09 PM
Hola, Gonzalo,
Tu artículo me recuerda el interés y la envidia que sintió Hitchock por los creadores de la Nouvelle Vague. Y cómo intentó acercar los postulados franceses a la tristemente boicoteada KALEIDOSCOPE.
Sin duda, el genio no es el que se acomoda en sus postulados, si no que experimenta con todo lo nuevo que aparece. El genio es un tipo que dirige “La señora Miniver” y veinte años después “El coleccionista”, en las antipodas temáticas y estilísticas.
Estoy de acuerdo con tu entrada y con el comentario de britishlover.
¡Saludos!
11. Escrito por michael
17/Feb/2012 a las 1:42 PM
El Infierno de Dante pedía un videojuego desde el momento de su concepción….
12. Escrito por Jose Alcántara
17/Feb/2012 a las 2:40 PM
michael, ahora seguramente harían el videojuego, y en paralelo negociarían los derechos de la peli, mientras cogen a varios escritores para que creen, como segunda derivada, las novelas que contextualizan el mundo del juego (y de la película).
13. Pingback por La estética revolucionaria y la banalidad | Ad Astra Errans
17/Feb/2012 a las 10:27 PM
[…] son tan ilusorias como la creencia de que son revolucionarias») a la que llegué hoy gracias a un sugerente comentario de British Lover en un post de Gonzalo Martín. Ese último comentario se convirtió en […]