El mantra «todos somos internautas» hace tiempo que se emplea desde el establishment, parece ser, como forma de romper ese tipo de generalizaciones tran frecuentes en la prensa en las que se toma la parte por el todo. Así que las opiniones de cuatro en internet son las de todos los blogueros, los tuiteros o los internautas. Por tanto, en principio, bien por la precisión. Pero, precisamente por eso, se debe insistir en que no todos los internautas son iguales. Entendámonos: hay gente que tiene una relación esencialmente pasiva con la red. Es la de la gente que se tabletiza y sigue mirando el periódico como antes sólo que en una pantalla electrónica. Y hay gente que necesita enlazar, extraer fragmentos y combinar muchos elementos para hacer una cosa nueva y comunicarla. Este texto es breve y quizá esto es demasiado sutil, pero dice mucho: en el fondo, cuando uno empieza a razonar en los términos de inmediatez y reelaboración de contenidos, la mente empieza a funcionar de otra manera. No digamos cuando se hace algo más que clicar un ¡me gusta! o retuitear la inteligencia – a veces sí – de otros. Uno piensa que parte de la defección de Alex de la Iglesia a los postulados más o menos oficiales de los capitostes del entretenimiento tiene que ver con eso, con que su lógica interna choca con la realidad que se quiere mantener. Pero, seguramente, el viaje que viene es más radical: hablar de “ventanas” es todavía, creo, quedarse a la mitad, aunque sea una expresión para entendernos al referirnos a caminos de ingresos. La lógica de la tecnología nos dirige a que no las haya en su idea básica: crear restricciones de acceso. Por eso, pensar que el vacío es la ausencia de un Netflix es quedarse corto: Netflix es la misma lógica de la televisión por cable y el videoclub sólo que más conveniente. El cambio de paradigma es mucho más profundo y la esencia de la experiencia Netflix (que no resuelve el problema de las ventanas) es hacer lo de siempre por otros medios. Para el creador puro, la red es mucho más. Aunque, por supuesto, las experiencias de videoclub online son mecanimos intermedios diría que necesarios. Pero el vacío se sentirá, en el fondo para beneficio de creadores, cuando una marca decida lanzar entretenimiento masivo fuera de los canales tradicionales. Algunos seguirán sin haber pensado un segundo en lo abierto que es el futuro mientras ven pasar a los que ya recaudan millones en Kickstarter. Y estaban avisados: en realidad, ya ha ocurrido. Y, en realidad, los que piensan en el lado del talento, no tienen ningún problema en imaginarlo. Los que no tienen nada que perder, tampoco. Uno sigue pensando en que todo reside en cómo se desmantela el entramado actual de una forma razonable: los periódicos y los telediarios se llenaron de fotos de glamour goyístico: qué buena publicidad para películas que prácticamente ya no pueden verse. Pero no pasó ni medio día y ya se dejó de hablar de las películas para volver a hablarse de que la sociedad parece ir por otro lado.