Pareciera que estamos en medio de un verdadero tipping point: si ya vimos el cambio de la concepción del producto televisivo en cuatro líneas, si un solo banner ejemplifica el cambio de la distribución casera de películas, la forma de consumir la tele la acaba de describir el New York Times en una frasecita. «¿Por qué mi televisión no puede parecerse a mi tablet?». El artículo merece la pena porque es un friso interesante de las nuevas expectativas (muchas se frustrarán, como siempre) y el conflicto que lleva tiempo latiendo entre el modelo de servicio y negocio de la televisión de pago con todas las nuevas formas de consumo. Mientras, en otro lado, nos cuentan que el 21% de los hogares norteamericanos tienen teles conectadas (que yo llamo conectables hasta que efectivamente se haga) y me recuerda una estupenda conversación hace años con Juanjo Carmena: se trataba de saber con cuántos hogares conectados se produce el punto de no retorno hacia los nuevos modelos televisivos. Al azar, dije que el 20%. Juanjo me decía que ellos (su empresa) pensaban que bastaba con el 15. Ahora falta que se conecten todos hasta el quince y, como siempre, que respondan a la pregunta y, ahí, qué se ve.