Gracias a Michel Godin, doy con una cadena de enlaces de lo más interesante: Disney tiene en sus laboratorios la producción de juguetes con técnicas de impresión digital en 3D. Ojo, nada se dice que sea para que lo impriman los nenes, sino que emplean la tecnología de impresión 3D para realizar los muñequitos. Bien, supuesto que salga adelante, será cuestión de esperar el hack que permita imprimirlos en otras máquinas sin permiso y las consiguientes evoluciones creativas del modelo realizadas por la gente: de esa perspectiva ya hemos hablado como nuevo horizonte de la guerra sobre la propiedad del conocimiento y las ideas. En esa misma cadena, se encuentra ya la aparición de DRM’s para evitar el pirateo de figuras en tres dimensiones: a Cory Doctorow le da la risa. Pero la secuencia de enlaces no estaría completa sin la aparición de una nueva amenaza en forma de usos presuntamente inesperados de la tecnología: ¿Qué tal si se pueden imprimir pistolas en impresoras 3D? Ya ha ocurrido. Lo más interesante es que también ha ocurrido ya el típico episodio de acción/reacción sobre lo que la gente puede hacer con sus máquinas y su software: que el fabricante, agarrándose a su contrato de alquiler, se la ha retirado. Suceso que sirve para que Peter Frase construya un largo y excelente artículo en Jacobin sobre el futuro que nos espera: con los antecedentes de la música, ahora serán los diseñadores industriales los que pedirán protección de sus ideas al tiempo que se desmantela al fabricante como intermediario, todo ello unido a la propaganda sobre terribles amenazas sociales (las armas serían perfectas), como ya se ha hecho con la cuestión de la música y las películas: vincularlo a terrorismo, pederastia y cualquier otro mal para crear más espacios represivos. Uno sospecha que la convivencia de piratería y formalidad está aquí para quedarse, puesto que al final otorga cierta ventaja a quien tiene la capacidad de influir en la legislación y llevamos suficientes años de anuncios de un nuevo Armagedón como para perder la costumbre. Frase se pone pesimista y termina inspirándose en William Gibson para evolucionar una de sus citas clásicas: “En el futuro, anticipe que los cárteles del copyright y el estado de seguridad nacional se unan para anunciarnos una nueva: el futuro está aquí, pero a usted no le van a dejar formar parte de él”.