La recaudación de una familia que desea operar a su hija en Estados Unidos de una enfermedad y circunstancia que no nos interesan aquí ahora, es denominada por el medio que difunde el reportaje como colecta y cuestación. Sin embargo, en otro medio que refiere una colecta para publicar un libro cuyos beneficios irán destinados a una organización sin ánimo de lucro, se le denomina crowdfunding. Inevitablemente, cuando elegimos en castellano las palabras correctas, tienen un sesgo no esperado: caridad. Aunque el libro destine el dinero que sobrepase los costes de publicar a lo que antes nadie hubiera dudado en llamar caridad, es mucho más atractivo, sobre todo si es cultura, ponerle un nombre acorde con los tiempos. Yo tenía una edición del María Moliner donde líder se definía como mandatario extranjero, lo que me llevaba a pensar que en nuestra cultura no había términos para el tipo de gobierno/seducción de las personas que implicara ausencia de autoritarismo o imposición. Y por eso, supongo, hoy decimos liderazgo. Pero los misterios de las palabras quien los conoce realmente bien es Asunción Álvarez, mejor dejárselo a ella (uno piensa que el uso generalizado de conceptos sin traducción genera un empobrecimiento de reflexión y la incomprensión de lo que realmente quieren decir, como sucede con el famoso engagement). De la comparativa entre las dos acciones, me interesan una serie de elementos que en cierta forma ya he comentado otras veces. Una, no suele hacer falta demasiada gente para financiar cosas con poco mercado o directamente sin mercado (que es la madre del cordero de la creación cultural): en la web de crowdfunding donde el libro citado se financia pueden verse el reducido número de donantes. Los más de cien mil euros del caso de la niña enferma, si se pone en perspectiva, no es tanto. Dos, sigue haciendo falta un esfuerzo para disociar caridad de la cooperación en red de cualquier elemento con mercado o sin él que los particulares quieran poner en marcha y que se base en aportaciones económicas. Para terminar, una posdata para arrimar el ascua a mi sardina: a pesar de no tener incentivo económico o tenerlo muy reducido (véanse las recaudaciones de Libros.org), la gente sigue creando y completando las cuestaciones. No, la cultura no se muere.
1. Pingback por Mandatario extranjero | Ad Astra Errans
13/Nov/2012 a las 10:11 AM
[…] Gonzalo Martín on crowdfunding: Yo tenía una edición del María Moliner donde líder se definía como mandatario extranjero, lo que me llevaba a pensar que en nuestra cultura no había términos para el tipo de gobierno/seducción de las personas que implicara ausencia de autoritarismo o imposición. […]
2. Escrito por Lobo Estepario
13/Nov/2012 a las 2:47 PM
No había caído en la cuenta que un crowdfunding era una colecta de las de toda la vida.
3. Escrito por Iago
13/Nov/2012 a las 2:58 PM
Yo uso mucho lo de mencionar los Telemaratones como ejemplo de crowd, y siempre apostillo: Gonzalo Martín, Marca Reg.
4. Escrito por Gonzalo Martín
13/Nov/2012 a las 3:14 PM
@Lobo Sí, cuando te pones a pensarlo el día del DOMUND, de la Cruz Roja… todos esos niños con huchas por la calle son crowdfunding. En Madrid la estatua de Emilio Castelar ostenta aún un letrero que dice “erigido por subscripción pública”. ¿Qué ha cambiado? Que al generarse conectividad por las redes se puede hacer mucho más eficientemente y llegando a muchas más personas.
@iago: y cada vez que hay un terremoto que lo vuela todo, pones la cuenta del banco en el telediario y los españoles se ponen a mandar pasta.
De todas esas experiencias, seguro que se pueden sacar lecciones.