Uno de los newsletters que recibo (y no siempre leo) anuncia una conferencia de uno de los jefes de Ooyala en un evento que se llama Primetime is Anytime: now what. Es decir, que lo que sucede es que la gente consume los contenidos que se llamaban de primetime y, por tanto, más ambiciosos y potencialmente interesantes cuando les da la gana. No es nuevo, como si se mira al resto de títulos y resúmenes de ponencias del mismo evento, lo que vemos es explicar todos los tópicos y hechos del cambio tecnológico aplicados a la televisión que se anticipaban… hace seis años. Pero entonces se solía decir que faltaba mucho y que esto y aquello: ahora todo es mantra de los eventos profesionales. Hay un segundo evento del que leo una reseña en Cine&Tele en el que el secretario general del ICAA parece haber anunciado que apoyarán (nunca se sabe qué es eso) el crowdfunding: “manifestó la voluntad de este organismo de contemplar estos modelos innovadores de financiación y gestión de productos audiovisuales en el marco de los trabajos que se están realizando para la redefinición de los sistemas de apoyo a la cinematografía y las artes audiovisuales“. Frótense los ojos: ahora ya resulta que es legítimo, moderno y dentro de eso que llaman nuevos modelos de negocio (cada vez que alguien dice los hay, muere otro gatito) todo eso que hacían cuatro friquis y que no vale para hacer arte de verdad como todo el mundo sabía. Vamos, que es legítimo y una realidad. Lo verdaderamente novedoso, y ese el cambio, es la aceptación de la realidad. Y con eso se puede empezar a dejar de ser alcohólico del pasado. A lo mejor es mucho pedir.
31 enero, 2013 7:50 AM
1. Escrito por Gonzalo Martín
31/Ene/2013 a las 7:54 AM
Sí, si todo lleva su tiempo. En otra nota de Cine y Tele se dice, como pasando por allí y sin presunta mala leche, lo que sigue:
Esa comisión (esos sitios que planifican caballos y sacan camellos) resulta que se vuelve a reunir.
2. Pingback por Yo no estaba, yo no fui, yo no sé nada | enPalabras
31/Ene/2013 a las 4:02 PM
[…] poco más que surfear entre las rendijas del sálvese el pueda, protestar un poco en las redes y seguir inventando modelos friquis como el crowdfunding que el poder, ese ministro, incorpora sin ningún […]
3. Escrito por Mercedes R
17/Feb/2013 a las 6:01 PM
Que quieres que te diga a mi esa expresión ni me inmuta, más bien me pone alerta y desconfiada… Despues de haber oído por ahí como al voleo a bancos y grandes operadoras hablar de que el CrowdFunding debia tener reglas y garantías (entiéndase garantías a que el cotarro lo manejemos nosotros lo que sería tenaz, niegan créditos y sacan rédito del dinero de la gente) porque eso era una “inquietud de la gente” (no se cual, la mía es que ellos se queden fuera del DF 🙂 ) , en fin que el gobierno, un gobierno, diciendo que apoyarán el crowdfunding es lo mismo que, meteremos mano para que los de siempre en Spain sigan haciendo negocio con el dinero de la gente y como siempre, sin arriesgar nada propio. Acabadas las subvenciones, bienvenido el CF. Lo prefiero sin apoyos…
4. Escrito por Gonzalo Martín
17/Feb/2013 a las 9:21 PM
Bueno, sabes que tengo una desconfianza genética en la labor institucional que nos asola, así que puedo esperar que alguien se invente chapuzas, mecanismos torticeros y sandeces típicas de los políticos: recuerdo a Aznar modernísimo diciendo que cada español iba a tener una cuenta de correo electrónico gratuita que le iba a a dar Correos. O como los dominios red.es rozaban el absurdo. O como sigue siendo estúpido el mecanismos para usar el DNI electrónico o, para más inri, eso que te obliga Hacienda a hacer que es tener una aplicacioncita en tu navegador, solo en uno y en una única máquina y que, claro, previamente tienes que ir a identificarte en persona. Todo modernísimo.
Pero lo importante es, dicho en cursi, el análisis del discurso: alguien se ve obligado a decirlo y es que siente alguna necesidad de hacerlo. Y ese es un cambio. Por supuesto, estoy convencido de que no entienden nada: todos mis encuentros con políticos y administradores públicos han sido de una frustración intelectual sólo superable por la mentalidad de tendero de cierto empresariado. Al menos este último se juega su dinero. Pero: lo que importa es que se introduce en el chau-chau político porque sienten que tienen que parecer modernos, y eso tiene consecuencias.