El nudo gordiano de la cuestión sería doble. Esta cita de hoy, sería uno: “Pero si los propios narradores que están en los campos recurren un 80% del tiempo a la televisión que tienen en las cabinas. Es evidente que se pierde el sonido ambiente, pero el domingo los oyentes no avisados apenas pudieron detectar que la retransmisión se hacía vía televisiones”. Es decir, los partidos pueden narrarse sin impedimento sí o sí. El segundo es el de ayer: la contradicción de argumentos en la que incurren las empresas radiofónicas y sus propietarios al alegar eso del derecho a la información (¿les impide alguien decir que el Barça ganó 5-0? ¿que se marcó en tal minuto?) pero en otros sitios y lugares mostrarse acérrimos defensores de esos otros derechos: los de la denominada propiedad intelectual. La cuestión es que, a los precios de los pinchos de datos móviles, que unos amigos retransmitan con una cámara de fotos un partido desde cualquier campo es, simplemente, trivial y no descartable de modo masivo. ¿Vamos a inspeccionar los estadios persona a persona y rastrear entre las gradas a quien tiene cámaras grabando durante los partidos? Otro parecido con las salas de cine. Esto explica la patente de Apple para bloquear grabaciones con móviles. A cada bloqueo, un nuevo hackeo. Y así seguimos.
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Paradojas radiofónicas (yII)
Comentarios desactivados en Paradojas radiofónicas (yII)De Samsung a Casablanca
Comentarios desactivados en De Samsung a CasablancaQue Samsung haya empleado unas imágenes de 2001, Una Odisea del Espacio para defenderse de las acusaciones de plagio de Apple, tiene una paralelismo inevitable con la famosa carta que Groucho Marx escribió a Warner cuando ésta le dijo que no podía hacer Una Noche en Casablanca porque eso violaba sus derechos sobre el clásico de Michael Curtiz. “What about “Warner Brothers”? Do you own that too? You probably have the right to use the name Warner, but what about the name Brothers?”. Parece que la historia real es que los Marx utilizaron una indagación sobre la trama – iban a hacer realmente una parodia de la película – para hacerse publicidad a costa de una reclamación absurda. Sea como sea, el anecdotario al completo no deja de ser un ejemplo del desvío de los equilibrios de la “propiedad” intelectual hacia escenarios poco favorables para el público, el beneficiario teórico principal de la existencia de creación e innovación. El gurú de las patentes que está empleando El Mundo y media red para hacer sus comentarios sobre el caso Samsung dice que sería sorprendente – amazing – si se aceptara el argumento “2001”. De paso: en el III Foro Digital que se celebra durante el Festival de San Sebastián estaré compartiendo mesa con Nacho Vigalondo y con David Bravo para hablar de transmedia y propiedad intelectual. Tantos subversivos en el programa, me tiene conmocionado. Me he hecho una promesa: intentar no hablar de la ley Sinde y sí de creatividad, autoría y comercio. Es que creo que eso sirve más.
Los analistas especulan acerca de los centros de datos que Apple está construyendo y que se juzgan demasiado potentes para servir solo canciones: deducen que creará un servicio de subscripción de películas. Lo interesante es que se estaría consolidando la forma de ver el video online de contenido profesional como una reencarnación de los servicios de televisión por cable en versión bajo demanda: barra libre a cambio de una cuota mensual y añadidos para subir el ARPU (ingreso medio por usuario). También la doble fuente de ingresos típica del cable: publicidad y cuota. La aparición de contenido original como reclamo para el abono. Visto desde el lado contrario: la histeria por la lucha de las aplicaciones en tablets y el fenómeno del cord cutting, tan oscuro de probar pero al que se le teme como al diablo por la conducta de las nuevas generaciones.
Este es un minipost vehemente, ruego me critiquen: aquí quiere alquilar o hacer streaming de películas hasta el tato. Se desató la veda. Las campañitas de relaciones públicas diciendo que vas a ser “el netflix español” ocultan la realidad de que el negocio de los grandes títulos, esas grandes series y películas que la gente encuentra en Seriesyonquis y Megaupload, están en manos de unas compañías – las grandes productoras y distribuidoras de EE.UU. – que van a crear sus propias estrategias de distribución digital sirviendo ellas mismas el contenido y tomando el dinero de aquí y de allá en un sutil aunque imposible juego de rentabilizar ventanas nuevas sin fastidiar las antiguas hasta que se fastidien solas. Se oculta que el volumen y poder de negociación de un Amazon, un Apple, un Netflix (que no sólo está en Canadá, sino que hay quien dice que tiene una estrategia latinoamericana) no es alcanzable seguramente ni para El Corte Inglés, que también le echa ojos a estas cosas. Añadan en la ecuación ventanas abiertas a través de Facebook y cosas parecidas: avisa Juan Carlos Tous de que Netflix va para allá. Verán que no menciono Hulu, ese experimento. Y que conviene separar en la reflexión el contenido premium del resto. No hay una vorágine por descargar películas malayas.
¿Quién hace placement en cine?
Comentarios desactivados en ¿Quién hace placement en cine?Leyendo una curiosa noticia que refiere parte del éxito de los productos de Apple a su inserción en películas (eso que se da en llamar placement), llego a una estupenda página que agrupa la aparición de las marcas en películas con cifras anuales. ¿Qué vemos? Apple es la número uno – dicen en la primera noticia que aparece en diez de las treinta y tres películas más taquilleras del año – y a continuación aparecen marcas como Nike, Chevrolet, Sony, Ford…. Para techies: Google aparece en tres, YouTube en otras tres, Dell y Nokia también tienen sitio. Pero no veo a Microsoft.