El buenísimo de Eduardo Prádanos se marcó una estupenda presentación en Branducers en la que decidió sorprender a la audiencia nombrando a Cecilia Giménez productora transmedia sin saberlo. A continuación (y citándome, algo que le agradezco aunque sea inmerecido), mostró como el caso del Ecce Homo de Borja sería todo un caso de producción transmediática: el episodio reúne todos los elementos descriptivos de la cuestión transmedia y él lo asocia brillantemente para mostrar cómo existen marcas que, sin querer, se han visto desarrolladas por ello: la de Borja, la localidad zaragozana, y la de la propia Cecilia si se lleva hasta el extremo el personal branding. No es el único: leo en el blog de José Antonio Gabelas la misma interpretación. Ambas descripciones son muy ilustrativas del caso. De hecho, Gabelas sería menos rotundo que Eduardo y se hace la pregunta retórica de si realmente estamos ante un fenómeno transmedia aunque me parece evidente que él lo cree. La solución es simple: releer la introducción de Convergence Culture del profesor Jenkins nos permite comprobar como el caso de Borja es absolutamente similar al que él describe sobre una parodia de Bin Laden en el año 2001 hecha por un estudiante filipino y que termina con protestas callejeras en Oriente Medio. Y sirve la historia para mostrar cómo es la comunicación de nuestro tiempo, inevitablemente transmediática. Ayer me atrevía a señalar que la cuestión de definiciones de corrientes de trabajo tan relativamente nuevas generan enorme confusión y mucha tinta que, creo, se debe a la ausencia de trabajo real de proyectos mientras encontramos las claves para llevarlos a cabo. Así, es importante rememorar a Massimo Martinotti, quien siempre recuerda que transmedia es prácticamente cualquier cosa: basta con llevar un libro al cine. Pero que la narrativa transmediática, es decir, el propósito deliberado de contar una historia con esas características, es lo que verdaderamente cuenta: desarrollar las técnicas y claves para hacerlo, más allá de los fenómenos espontáneos. Es más, el libro que tiene en galeradas sobre cómo enfoca su trabajo, será una excelente ayuda a las agencias de comunicación y a las productoras publicitarias, porque se detiene precisamente en esos detalles, los de inventar y conducir la historia. Quedamos a la espera.
Posts tagged ·
eduardo pradanos
·...
Eduardo Prádanos me invita – sin avisar – a ejercer de ángel o demonio al respecto del vídeo bajo demanda (VOD) y esa eterna discusión de si se puede competir con el todo gratis. Aunque queda diluido y el resultado es una estupenda síntesis de las condiciones de éxito, los inconvenientes y ventajas de esta forma de consumir. Otros ángeles y demonios son Javier Naharro, Susana Alosete, Fernando Carrión y Natalia Marcos. En la misma mañana, Julio y Pepe Cerezo me invitan a presentar el último número de los Cuadernos Evoca en el que me pidieron colaborar. Con Roberto Carreras, Javier Oliete, Mar Abad, Daniel Solana, Jesús Encinar y Concha Wert, todos más sabios que yo. El número, dedicado a la publicidad en la era digital, me creó cierta dificultad por una cuestión de conocimiento serio sobre según qué temas. La cuestión se resolvió tomando una idea que ha flotado desde el inicio de la web social, la idea de no interrupción como forma adecuada de comunicar con el consumidor. Una idea que resultaría, a la vista de la realidad, que no se ha extendido en exceso. Esa falta de extensión tendría que ver con la ausencia de aplicación práctica de un texto que pasaba de mano en mano (de enlace en enlace) en el comienzo de esta era que dan en llamar 2.0: el Cluetrain Manifesto. Un mantra que anteponía la conversación sobre el altavoz, el tono personal sobre la distancia y varias otras cosas que suponían, en realidad, una forma radicalmente opuesta de entender la relación de las empresas con su entorno. De esa forma, yo argumenté ayer que el 2.0 habría fracasado si es verdad que inspiraba sus tesis, heredera del pensamiento de los hackers que hicieron internet. Esa frase, creo que fuera de contexto, ha sido el titular de un medio que cubría el evento y me parece que merecía explicación: si se hubiera titulado que ha fracasado en crear otra publicidad u otra comunicación empresarial, sería más atinado. Lo que no quita que uno tenga una mirada igualmente crítica con mucho del auge social, algo que mis amigos de Las Indias califican como dospuntocerismo.
Supongo que coincido con otras personas del sector cuando considero que Globomedia es una compañía que marcó un antes y un después por su forma de encarar la ficción de televisión en España. En los comienzos de la televisión privada sus fundadores decidieron adoptar los métodos de trabajo americanos para el desarrollo de sus series: no sé si realmente fueron los primeros, pero desde luego fueron los primeros que lograron hacer una fábrica con ello y son una referencia indiscutible. Ahora están siendo pioneros en las formas de integrar los elementos narrativos que damos en llamar transmediáticos a través de Play Television. Lo interesante de lo que hacen con sus experiencias en Águila Roja o en El Barco reside especialmente en el nivel de pensamiento estratégico que han incorporado a su forma de crear tejido social, participación y licencias en torno a series convencionales. El caso de Play Television – muchas gracias a Javier Naharro y Eduardo Prádanos por su ayuda – es junto a otras referencias como las de Massimo Martinotti, el Plan B de Novaemusik (aquí las gracias especiales son para Roberto Carreras) y, como ya avisé, algunos elementos subidos de tono, los componentes básicos de mi participación en Transmedia Living Lab, el estupendo evento que organizó Fernando Carrión en Camon el pasado fin de semana. La presentación completa está disponible en Noticias Transmedia.