Un biógrafo de Buñuel, declara: “Hace un año, terminé una primera versión, la ofrecí a varias editoriales, no interesó y, al acercarse el 30º aniversario de su muerte, el 29 de julio próximo, me decidí a publicarlo en Amazon y montar un blog con lo que era un apéndice del libro.” La necesidad de muchísimos artistas por buscar la satisfacción en el mundo industrial cultural a pesar de la obviedad de que el rechazo es infinitamente superior a las luces verdes a los proyectos, no puedo evitar que me parezca asombrosa. Sí, cierto es que conseguir ser conocido y visto (estar en la parte alta de la cola que sería el lenguaje propio de eso que dimos en llamar dospuntocero cuando era un término digno) no es un asunto fácil. No lo será nunca porque la inmensa mayoría de los contenidos raramente serán interesantes para las masas de público que dan dinero con substancia. Pero tu obra viva y accesible, a uno le parece que es la pulsión máxima de todo artista que se precie. Luego, ¿por qué esperar?. Nadie dijo que sea fácil. Acaba de llegarme el lanzamiento de Álzate, una plataforma de crowdfunding descremado. Es decir, esperan a filtrar proyectos, apoyar con conocimiento técnico (léase márketing) a aquellos que se les ve posibilidades interesantes y lanzarlos al mercado haciendo que el público pague el coste de sacar adelante la primera copia. Es excelente: se baja el riesgo de promover nuevos artistas con potencial de cierta masa. No es nuevo: algo así intentó John de Mol o una plataforma como Filmaka. Ambos son puros fenómenos de red: por un lado el potencial de no esperar a los intermediarios, el otro el de que el intermediario clásico reduzca sus riesgos testando en la red el producto que va a funcionar para dotarle de otra escala. Lo establecido, aprende a jugar con las reglas digitales, pero de nuevo no habrá sitio para todo el que quiera intentarlo en ese tipo de reglas. Lo cual no tiene nada de malo, sólo es necesario tenerlo claro. (Para nostálgicos anarcoides como servidor, estos textos hacen sentir una decadencia de la mística de la red como transformadora del mundo: “¿Y sabes lo mejor? Tú no pierdes los derechos de autor ni la propiedad intelectual” ¿Lo mejor?)