Antonio Ortiz me decía a la salida del Meet the Experts dedicado a cine y televisión que me veía algo aburrido: el argumento era que, en el fondo, siempre terminábamos hablando de lo mismo pero que, me señalaba, había mucha gente para la que los temas eran nuevos. Es posible. Es muy posible. Un servidor se debate entre la duda de seguir hablando de lo mismo o terminar de una vez por todas porque la argumentación es un bucle infinito en el que está todo dicho. Es más, y perdón por la petulancia, pero las ideas esenciales se van cumpliendo: la piratería no se detiene (y no porque los gobiernos no regulen, sucede lo previsto cuando se dijo que no iba a funcionar), las ventanas se reducen, los precios del mundo físico son una invitación al consumo irregular, los productos se extienden fuera de su plataforma inicial se quiera o no… y el pensamiento público de la industria es el mismo, repleto de contradicciones sobre su propia ineficiencia pero cargando contra lo imposible. Hoy me encanta ésta: es del dueño de los Verdi. A saber: primero la culpa es del empedrado (“no cree que el precio sea un elemento disuasorio a la hora de acudir a una sala y centra sus críticas en el IVA y en la falta de política del Gobierno contra la piratería”) pero después se niega el efecto: “El documental Searching for Sugar Man lleva 13 semanas en cartel y no ha perdido público, incluso viene más gente a las sesiones más caras”. Y está simultáneamente en Filmin, es decir, en internet – legal y más barato – y en salas a la vez. Ah, es el valor percibido del producto lo que, en el fondo, podría ser la razón final por la que la gente acude a determinados consumos. Ustedes dirán.