En Blog de Cine se muestran inquietos: en jolibú van a producir una película entera sin siquiera rodar una sola secuencia. Estrenarán una nueva vida de Jesucristo con la particularidad de que se trata de escenas y descartes de una miniserie que se llamó La Biblia y que debió emitir aquí Antena3. Mi amigo Felipe G. Gil suele decir que él lo que quiere es remezclar a Godard, pero la visión de Blog de Cine es mucho más tenebrosa: “a mí me parece una idea demencial únicamente justificable desde el punto de vista económico, y sé que éste es esencial en Hollywood, pero todo debería tener unos límites y éste es un buen ejemplo de lo que no debería hacerse”. Ciertamente, desde la mirada artística suena a priori a un producto inferior, ¿pero por qué es demencial proponérselo y hasta hacerlo? ¿por qué no puede resultar mejor que el original o, simplemente, darnos un producto nuevo y diferente? Las económicas son excelentes razones para reutilizar materiales y no debiera existir ningún prejuicio por ello, pero las artísticas y/o narrativas también lo son. Además, son un signo de los tiempos y una lógica coherente con los medios técnicos disponibles. Y debieran ser precisamente los defensores de la narrativa audiovisual como expresión cultural los que más empujaran la idea de que no hay nada terminado y que el mismo material puede contar varias historias diferentes. En cierta forma, la resistencia emocional a que se aproveche este contenido de esta forma parecería sostener la visión sagrada del cine del siglo XX como formato cúlmen de la cultura audiovisual. A mi me parece que la realidad lo ha desbordado.
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¿Es cierta la afirmación de que Intereconomía no necesita dinero a pesar de que lo pide? Lo que es seguro es que, también, lo pide como una muestra de apoyo para preservar los principios editoriales de su oferta multimedia, controvertida por sus contenidos y controvertida por sus prácticas comerciales. Hacer campañas para recibir donativos no es cosa nueva. Ni siquiera en televisión. Hacerlo para ofrecer viabilidad a un proyecto de contenidos televisivos es novedoso, pero tampoco es nuevo para medios que se salen del tiesto (Libertad Digital, Gara). El crowdfunding periodístico hace tiempo que existe. Ponerlo en contexto con la caída publicitaria, la hiperabundancia de contenidos (con tendencia creciente) y las prácticas que se extienden por la sociedad red permite ponerlo con otra perspectiva ante tantas voces que piden encontrar “nuevos” modelos de negocio. Servidor es de los que piensa que los modelos de negocio son los mismos, lo que sucede es que no llega el dinero a ellos o, desde luego, no como se quiere que lleguen. Vista la aversión al pago por visión, al compromiso permanente en forma de subscripción (o, por lo menos a una cantidad grande de público), al hecho de que el dinero público no es tampoco infinito (parece que ahora se caen del guindo) y al incontestable fenómeno de que nunca habrá publicidad para pagarlo todo, el pago voluntario, la mezcla de donaciones con publicidad y otros ingresos se abre un mercado interesante especialmente si se forma un estado de opinión que asume que si quieres lo que te gusta lo más interesante es apoyarlo porque, si no, no lo habrá. La ausencia de límite de espacio que supone el crecimiento de la red nos lleva a un espacio infinito de opciones donde disponer de dinero para todos los intereses va a tener necesariamente que encontrarse con el pago voluntario como una opción frecuente, corriente y, sobre todo, de prestigio. El software lo lleva viviendo años. El Cosmonauta lo ha logrado. Jero Romero, también. El juego del remix de Intereconomía con esa pieza que rehace Qué Bello es Vivir tampoco es nueva en la tele, pero hoy se ve con otra mirada. Todo es contenido generado por los usuarios. Todo converge.
Con la aparición de Stroome hace casi exactamente un año nos preguntábamos si estábamos ante un nuevo Jumpcut: para lo bueno y para lo malo. Para lo bueno porque herramientas online para editar y remezclar vídeo colaborativamente son de altísimo interés y mucho más que necesarias: el trabajo normalmente restringido del vídeo que pasa a ser un ciclo de revisiones similar al de un Google Docs. Las aplicaciones, inmensas (redacciones de periódicos: mírenlo). Pero, para lo malo, la dependencia de un servidor ajeno centralizado y las posibilidades de sostener el servicio hacen que gestionar tus vídeos en una plataforma de este tipo sea un riesgo. Eso pasó con Jumpcut. En una entrevista de ReelSeo, aprendemos ahora que ha formado parte del furor revolucionario norteafricano, que los creadores se muestran orgullos de haber conocido al equipo de El Cosmonauta, que su reconocimiento en la comunidad del periodismo ciudadano y las startups de medios continúan y que presentarán un nuevo interfaz que se dice muy mejorado y orientado al usuario en los próximos meses. Me hago una conjetura: ¿podrían Carlos Jean y El Plan B sacarle partido a esta herramienta?.
Tengo guardada desde hace varios días esta cita que seguro merecerá la atención de Felipe y Pedro. Dice Nina Jacobson, que fue capitoste de Disney: “Hacíamos juguetes a partir de nuestras películas, ahora hacemos las películas a partir de juguetes”. Y añade: “Solíamos ser generadores de propiedad inelectual, no recicladores de propiedad intelectual”. La mirada pretende poner el dedo en la considerada como crisis de creatividad de Hollywood, preocupadísima por el riesgo enorme de jugarse el dinero con una película (desde luego, el enorme riesgo actual de jugársela sólo a una película). Por tanto, es una mirada triste. Una mirada más cultural, podría decir que no hay nada malo en hacer los flujos a la inversa y reconocer que todo es remezcla permanente. Y que las claves de hacer rentable un negocio son diferentes de la mera creación cultural. Lo que nos lleva al problema: si la cultura es recreación, los límites de la propiedad ponen límites a la creación. Y no era eso lo previsto. ¿Tendrán razón los hackers, “Los buenos programadores saben qué escribir. Los mejores, qué reescribir (y reutilizar)? Mientras, George Lucas ya tiene listo el reciclado de la Guerra de las Galaxias en 3D.
Afiches del auge y declive de la transformación digital
Comentarios desactivados en Afiches del auge y declive de la transformación digitalGirl Talk, el máximo exponente de la remezcla como materia prima de la creatividad de la era digital contesta a las preguntas del New York Times: se siente halagado de ser robado cuando el entrevistador le interroga por sus sensaciones al ver que la gente baja su música sin pagar. Al mismo tiempo, explica cómo los artistas musicales de hoy se encuentran acostumbrados a que el público haga y rehaga a partir de sus creaciones. En la otra orilla del periódico neoyorquino, David Pogue glosa una pieza de cómo están muriendo los sonidos de la era analógica: desde la señal de ocupado de los teléfonos, el ruido de las cajas registradoras… muchos menores de veinte años ignoran qué significan esos sonidos.