Todo el que haya viajado a Estados Unidos, probablemente mucho más antes de la era de internet, se habrá tropezado con esa candidez norteamericana cuando reconoce su ignorancia y que, frecuentemente, genera cierta incomprensión y hasta la presunción de desprecio por desconocer nuestras cosas y lo que ocurre fuera de su mundo. ¿No han tenido ese amigo que fue a pasar un verano y venía contando asombrado cómo le habían preguntado si volvía a España en autobús?
Que un ejecutivo de HBO se pregunte si sabemos lo que es HBO en España entraña un sentimiento de orgullo, pues su prestigio ha llegado donde no esperaban. Y, además, tiene razón: fuera de los que nos gustan estas cosas y los aficionados a las series estupendas, deben ser escasísimos los que saben lo que es HBO: una encuesta en una playa cualquiera nos pondría en nuestro sitio a los que esperamos que la gente consuma programas de calidad.
La pregunta proviene de una entrevista que publica hoy El País (La cadena que cambió el mundo de las series busca nuevas fórmulas) y que recoge de refilón los problemas de transformación de la industria clásica ante todo lo que sucede con el negocio de la televisión: el temor es que HBO no pueda volver a hacer Los Soprano o Six Feet Under y un mito se nos venga al suelo. Pero conviene tomar nota de dos cosas a la hora de conocer al mito. Antes, les cuento por qué tomo nota o les recomiendo que tomen nota sobre esas dos cosas que ahora les diré: es una aspiración casi diríamos que social y política el que haya series y cine de calidad. Es una aspiración de los aficionados a que la televisión se llene de producciones de ese calibre. Uno piensa que las personas que forman opinión no suelen percibir que sus gustos tienen un carácter minoritario en la sociedad. Y que lo minoritario tiene serios problemas de financiación.
Uno de los detalles les va a llenar de curiosidad: dos de cada tres usuarios de HBO (¡dos de cada tres!) no han visto nunca Los Soprano. Fijémonos en esto: la reputación de la serie y cuánta gente la ve. LaSexta, que está hecha por fans de estas series, las ponen casi de madrugada llamándolas de culto que es una forma de decir que son para listos y que no arriesgamos mucho comercialmente, que no nos comemos un bollo.
¿El otro detalle? HBO tiene treinta millones de subscriptores en un país de más de trescientos millones de habitantes. En España hablamos de unos quince millones de hogares para unos 45 millones de personas. Aquí, Digital+ tiene unos dos millones de abonados. Conclusiones: cuando nos enfadamos porque Los Serrano o La Familia Mata no son nuestro sueño de serie, pensemos en el mercado que tenemos y el dinero que puede mover (poco sitio para que lo minoritario tenga masa crítica). Si nos vamos a televisión de pago, todavía es menos dinero. ¿Pero no pueden hacerse cosas más dignas (es decir, más intelectualmente reconfortantes) con menos dinero? Seguramente, sí, pero el riesgo es alto: por mucho menos dinero de lo que cuesta hacerla, me compro Roma y quedo superbien.
HBO invierte en producciones de prestigio seguramante porque atrae a un tipo de espectador dispuesto a pagar por disfrutar contenidos de cierta factura y ambición artística. Además de por que su modelo de negocio no vive del rating. Viven, no obstante, del cine y de los deportes, no de las series (es decir, las razones para abonarse). Seguramente, las ventas internacionales les permiten hacer un interesante beneficio a este riesgo que corren. ¿Está el modelo de subscripción amenazado ahora que incluso los programas de cable se están pasando a emitirse online de modo previo? ¿Con ofertas en emisión digital tan amplias como las primeras opciones de cable y con PVR’s para grabar tiene sentido una subscripción plana relativamente alta o la gente preferirá medir el consumo por unidades infoviduales? Es decir, me puede interesar ver FOX en España mientras ponen LOST, pero después a lo mejor no me interesa.
Veremos, todo se redefine.