La Nueva Industria Audiovisual

Vías terceras y soluciones imposibles

La noche del martes se entregaron unos premios con vocación de estructurar un mercado. Un esfuerzo modesto pero nada pequeño: más de doscientos pilotos de series con intención de hacer algo se presentaron a Web Series Festival seguramente con la misma furia con la que los cortometrajistas inundan los festivales al efecto. El nivel era bueno, muchas personas hablaban de la escasez de medios y el buen resultado. Yo, hubiera preferido hablar de valores de producción pues, aunque parezca mentira, basta con mirar espacios como Vaya Semanita para darse cuenta de cómo en la televisión convencional no siempre hay todos los medios del mundo. Y eso es histórico: mucha tele se ha hecho – y se hace – con cartón piedra y no pasa nada, funciona.

Acabo de ver una promo de La Sexta – algo distraídamente, a lo mejor no lo cuento bien – que me ha hecho abrir el ojo al ver a los de Malviviendo en lo que parece un relato sobre los productores de series en el alambre (expresión frecuente y atinada de Albert, alma de WebSeries) y sus ingeniosos recursos para rodar pareciendo que se puede rodar: en vez de vías de travelling, hay mesas con ruedas. Si funciona… aconsejo echar una mirada a espacios de consejos sobre producción de vídeo casero para ver la inventiva que puede generar el cineasta hambriento. Teniendo en cuenta que este siempre fue un negocio de truco y camuflaje, propongo que a nadie se le nuble el seso pensando en los medios precarios: en realidad, casi no hay rodaje, cualquiera que sea su condición, donde alguien no eche de menos algo.

La reflexión es que, pese a las amenazas de apocalipsis cercanos, los creadores siguen creando. Y, con ello, siguen las preguntas sobre la viabilidad. Me parece conveniente lanzar estas miradas a ver cuánto comparten:

El profesor Shorofsky, aquél personaje de Fama (la serie de televisión, queridos jóvenes, no el concurso de Cuatro), interrumpió una vez a sus alumnos escandalizados por la indignidad que para ellos suponía ganarse la vida haciendo canciones para la publicidad. La observación era evidente: que dieran gracias a la publicidad porque, al menos, tenían la opción de ganarse muy bien la vida componiendo, algo no frecuente en la historia si no eras un artista muy brillante. Los que piensan en soluciones mágicas deben pensar que, al menos, en la era del vídeo en la red tienen la opción de ser vistos, crearse una audiencia y, a lo mejor, vivir de ella y de los encargos que genera. Antes, ser visto implicaba un esfuerzo titánico de festivales y programadores de televisión que cerraban la llave a producir o a tener la opción de demostrar algo. Sin duda, algo ha cambiado y, con ello, terminará estructurándose un mercado. Un mercado que no creo que difiera del mercado actual en cosas muy básicas, la diferencia es que el canal de distribución – la red – sea válido para los financiadores. Y, hecho esto, unos podrán tener más recursos y otros seguirán haciendo el travelling con carretillas. Por supuesto, habrá otros que nunca puedan hacer nada.