La Nueva Industria Audiovisual

¿Ciberactivismo legítimo?

Se supone que aquello que aprendimos con Kant, que nuestra conducta pudiera elevarse a ley universal, es una de esas máximas que son generalmente aceptadas por cualquiera como principio ético. Dicho de andar por casa, no hagas aquello que no quieras que te hagan. Desde este punto de vista, atacar los servidores de los demás es una cosa verdaderamente fea, injusta, innoble. Partiendo de lo que hemos tenido siempre por esencia democrática y de lo que llamamos estado de derecho, el hecho de que se deben cumplir las leyes, siempre hemos aceptado que existe un límite ético a partir del cuál la desobediencia civil y la resistencia pasiva son legítimas aunque sean ilegales. Ver cómo caen los servidores de la SGAE y del Ministerio de Cultura genera, como mínimo, una simpatía casi incontenible y parece que todavía no es ilegal. Pero queda la zozobra: ¿está bien? El argumento que encuentro por ahí, habla de dar razones al enemigo, casi en términos de imagen y oportunidad. Lo que nos lleva a la pregunta esencial: dado que el ciudadano ha sido dado de lado en las negociaciones de la Ley Sinde, no digamos en el caso de ACTA, ¿la rebelión no es ya un imperativo moral? Quisiera aprender de los argumentos de los demás.