Mi amigo Albert confesaba la otra mañana su cansancio, dificultad y desconcierto para mantener su blog al día. Esa sensación de crisis le hemos dicho sus comentaristas habituales que la tenemos todos. En fin: uno termina teniendo la sensación de que ha dicho lo que tiene que decir y que ya sólo queda repetirse. Yo acabo de pasar por una de esas crisis.
Pero, como en el clásico, siempre al oeste. Mi tradicional estilo de largos posts de reflexiones más o menos sesudas, también por la influencia de diversos cambios en mi vida, es imposible de mantener. Seguramente soy menos leído de lo que alguna gente piensa, también puede que por ello esté sobrevalorado por aquéllos que me suelen dar su cariño. También la red ha cambiado: los ritmos de lectura se han acortado, se buscan conversaciones rápidas y predominan plataformas que han alejado a la gente del intercambio reflexivo de comentarios y respuestas en los blogs. Los que siguen, siguen. O seguimos. ¿Les suena la expresión esa de «esto no se puede discutir en 140»?.
No, tantas cosas no se pueden hablar en 140, por eso ese intento de debatir en Twitter o esos «me gusta» de Facebook producen un empobrecimiento de la experiencia de uso de la red como plataforma de expresión individual, de reflexión y de crecimiento personal: nunca me olvido de mi apreciadísimo Juan Freire, que me enseñó que también se tiene el blog para saber lo que uno piensa. Tampoco esas llamaradas de tráfico que crea Menéame son útiles para los propósitos de este blog o, si lo prefieren, mis propósitos de presencia en red, en clara divergencia con los resultados de mi colega de risas y pitanzas Pablo Herreros.
Pero decía que el ritmo de posts largos con frecuencia en muchas épocas casi diaria, no me es sostenible: no tengo tanto que contar. Por contra, sigo leyendo muchísimas cosas cada día que me merece la pena compartirlas con algún comentario breve. Y me sigue encantando escribir. Me sigue aportando mucho más que no hacerlo el compilar enlaces con sus contextos, se fijan en mi memoria y me hacen reflexionar. La solución ha sido, en el fondo, simple. Necesita crearme un espacio más tumblerizado pero, ya me conocen, huyendo todo lo que pueda de software propietario o soluciones que se apropian de tu conversación. También alguna pequeña venganza: este blog ya no se puede menear, he añadido el mecanismo que ese site prevé para cascarrabias como yo. Mi otro compañero de trinchera, David de Ugarte, hace tiempo que encontró su solución mixta: además, con la nueva solución ya me lee más, mi plantilla revistil le agobiaba o le aburría.
Desde hoy pueden encontrar justo debajo de la portada una sección que se llama «Pulsiones». Su nombre indica su gestación y pretensión: aquello que me llama la atención sobre la marcha, contado en más de 140 caracteres pero nunca en más de un párrafo y medio. Tiene escasa maquetación y complicaciones de producción, puedo escribir a toda velocidad. En www.gonzalomartin.tv aparecerán los dos últimos comentarios. En la dirección www.gonzalomartin.tv/pulsiones/ se tiene el timeline completo de estas reflexiones breves. Aún tengo que resolver el que el feed normal integre las dos líneas de contenido pero espero resolverlo pronto. En todo caso, habrá un feed conjunto y otro para cada espacio.
Poco a poco iré resolviendo más cosas: como la revitalización de Noticias Transmedia y de Video Institucional (por cierto, si alguien quiere colaborar en estos últimos, que me escriba). Espero que les interese. Una última cosa más e importante: este blog no muere en absoluto, aquí seguirá habiendo de vez en cuando entradas más largas y más trabajadas. Algunas tengo en el tintero.
ACTUALIZO: He sido injusto. El clic mental para ponerme en marcha me lo produjo Versvs con sus Tumbos. Era simple, pero no me di cuenta de que era la forma hasta que no le vi probar. Hoy ya me dice que he salido del armario. Queda bonito: Gonzalo errante.
Créditos: la imagen pertenece a la galería de fluOp con licencia CC.