¿Pero habrá un superportal de contenidos digitales?
El argumento no puedo ni siquiera pensar que se dice en serio, sino como una estrategia, otra más, de desinformación y confusión: no nos engañemos, no hay periodista popular y casi no poplular ni ciudadano medio que entienda el por qué de esta manía de algunos por plantear que existen otras formas de pensar la propiedad intelectual, aún con todas las dificultades que tiene: todo se limita a hablar de descarga gratis. La idea es la que sigue: que nadie va a poner sus contenidos en la red existiendo al lado portales y sitios que lo están ofreciendo gratis.
Por la boca muere el pez. El supuesto anterior conlleva implícitamente que sólo están dispuestos a poner contenidos de valor en la red y consumibles de una forma que genere valor si se hace con el mismo modelo de negocio que tienen: una copia, un precio, un dinero. Es muy cierto que ese es el modelo iTunes que tan bien va en EE.UU., pero incluso en los EE.UU. hay malignos piratas surcando los cables. Es verdad que no en todos los países te hacen pagar millones de dólares por cosas que valen pocos dólares para escarmiento del personal, pero el argumento tiene el razonamiento económico invertido: es exactamente al revés, la existencia de una oferta bien diseñada y amplia, fácil de usar, sin restricciones absurdas canibaliza las operaciones de quienes sí hacen un comercio injusto y, sobre todo, reduce la necesidad de buscar el archivo en la red P2P de turno para las descargas sin ánimo de lucro, que son, sospecho, la manifiesta mayoría.
Sea en modelo de pago, sea en modelo publicitario, la esencia para competir (esa es la palabra) contra los modelos no retribuidos reside en el diseño y la promoción de la oferta de cara al consumidor. iTunes triunfa por sus características como servicio, incluída la oferta, pero nadie debe olvidar que el Sr. Jobs advirtió de que lo que había en sus iPods era en su inmensa mayoría archivos no procedentes de su tienda y que los sistemas de protección anticopia que tanto ama su fracasada competencia (sic), Zune, no han servido para nada de lo ensencial: que la gente mueva sus archivos como le da la gana y escuche lo que quiere escuchar sin que tú le pongas barreras.
Los días anteriores al nacimiento de Hulu, la Red, siempre soberbia, se dedicó a hacer chistes macabros sobre la torpeza de la gran industria a la hora de entrar en internet. El resto es historia, esta vez fueron chicos listos, contrataron a alguien que de verdad sabía de red, le dejaron trabajar centrándose en las ideas de usabilidad y buen servicio que han categorizado a Amazon y, ahora, los americanos enterados, que deben ser muchos porque le hacen publicidad en televisión, no tienen que tener sus torrents todo el día en marcha para ver un capítulo atrasado de, por ejemplo, Los Simpsons.
Netflix, cuya versión online no es desde luego mayoritaria ni mainstream en ese país tan grande que son los EE.UU., es la otra referencia que ha funcionado en un mar de ofertas que quieren llevar cine con un modelo de negocio contrastado detrás y a través de la red a cada hogar. Lo interesante es que es otro modelo basado en el usuario. ¿Por qué digo esto? La mirada pobre que transmite contemplar Pixbox o Filmotech, la extraña sensación que produce sobre el pensamiento de marketing de quienes ponen a un portal el nombre «yodecido» o las dificultades para que los productores pongan su contenido de forma útil en portales mejor concebidos como ADNStream (que saben que son amigos míos, los conflictos de interés siempre por delante) se parecen a todos los intentos torpes de la propia gran industria antes del salto Hulu o de la labor evangelista (es el principal accionista de Disney) del señor Jobs.
La clave de que los usuarios opten por una forma de consumo no consiste en una oferta de contenido poco atractiva y gestionada con tonos grises, pacatos y en los que los procesos de gestión traslucen el nivel de sospecha que le tenemos, señor usuario. Poner una oferta excelente sin pensar en la usabilidad, sin crear fórmulas de consumo que nadie quiere (esas descargas atadas al disco duro…) sin hacer un esfuerzo de divulgación serio (la «p» de la promoción del marketing mix) no servirán de mucho.
¿Y de verdad son tan torpes? A ratos sí. Pero los mismos que tienen contratados los mejores abogados del país no son tan cretinos como para no haber contratado todo tipo de profesionales y analizado, bofetada tras bofetada, congreso y reunión internacional tras congreso y reunión internacional, charlas informales y formales con la gran industria americana, todas las circunstancias de la revolución digital. Es decir, es impensable que no razonen en términos de crear todas las protecciones que puedan para el sostenimiento del negocio tradicional mientras construyen la distribución digital.
Una distribución digital en la que se quiere preservar las economics tradicionales de la industria, ajustando los precios en función del valor del catálogo y preservando el pago por cada acto de disposición de la obra. Eso es lo que quieren, de ahí la insistencia en ser educativos y enseñarnos lo que es bueno y malo, eso que en España llaman concienciación y que supone darte argumentos irracionales para que hagas algo que no quieres hacer y, sobre todo, que no tienes por qué hacer. Yo soy atrevido: la educación no sirve para nada, lo que sirve es que me den valor para estar dispuesto a pagar. Antes de las redes P2P las universidades españolas estaban llenas de redes de amigos que conseguían todos los discos que necesitabas sin pagar poco más que el coste del cedé y muchas veces ni eso. Asumámoslo: la copia física ha dejado de tener valor, la oferta de disponibilidad y el paquete de servicios es lo que crea valor.
La idea de un superportal también parece sospechosa de antemano en otra vertiente: ¿nos están diciendo todos los poderosos militantes de La Coalición (un invento para que no digamos SGAE y los que no son SGAE no desgasten sus nombres) que sólo va a ver uno y nada más que uno y que ese uno va a ser de ellos? Viva la competencia. Asumiremos, de partida, que serían capaces de aprender de sus amigos dueños de Hulu y lo hacen bien. La diferencia sería que Hulu pertenece a compañías privadas y no a las entidades de gestión, que son privadas pero de aquélla manera. Esto también es dañino para sus intereses porque el verdadero papel canibalizador de las ofertas en las que los productores (¿hay quien se cree que son los creadores?) pueden tener sistemas de monetización favorables para su negocio es el hecho de que exitan muchas y se alcance el mayor porcentaje de población gracias a que nunca hay una sola marca para todo y gracias a que hay empresarios que cuentan con el catálogo que les permite competir: no se puede competir con uno pirata al lado si ese tiene lo que todo el mundo quiere ver y el que paga impuestos y seguridad social no lo tiene.
Pero, con todo, esto no deja de ser la venta de contenidos pensados y producidos con modelos de ingresos del siglo XX, es decir, del siglo pasado, expresión que en el siglo XX utilizábamos para poner en evidencia el verdadero valor que tenían las cosas que se veían superadas por el tiempo. Jaime Estévez ponía el dedo en la llaga hace unas horas y tuiteaba: «¿Y si aprovechamos que todo el mundo quiere contenidos gratis para ganarnos la vida produciendo y distribuyendo buenos contenidos gratuitos?». Por la mañana, me desayuno con el mismo Jaime pidiéndonos que corramos a ver a Juan Varela que nos cuenta como hacerlo. Hablan de periodismo, pero tiene un parecido sospechosísimo con el ocio y el entretenimiento.
P.D: busco por todas partes el archivo sonoro de la intervención de Galli ayer y los señores de la Ser no han subido nada ese programa que no sea de por la mañana y esto fue por la tarde. Se han perdido un enlace. Si algún lector curioso les vigila y me quiere avisar de que ya está disponible, seré generoso.
Créditos: la fotografía pertenece a la galería de Jorge Correa, que la comparte con licencia CC.
Impecable análisis. Chapeau.
Aunque una objeción al comentario de Jaime: la gente busca contenidos gratis, pero no busca maquetas de grupos, busca el disco de Madonna, Amaral, etc, en los que la producción también es un factor importante (sobretodo porque tienen producción edulcorada para gustar a las masas). Es difícil que salgan las cuentas así, con costes fijos altos, en modelos gratuitos para el usuario… al menos por ahora.
Buena la crítica, pero te prometo que la frase:
"Ayer, durante la participación de Ricardo Galli en un programa de la Ser que, como siempre, volvía a tener el tiro descentrado"
me tuvo confundido durante tiempo, no sabía por qué había estado *yo* descentrado, hasta que ví que lo decías por la SER 🙂
Es que soy un barroco redactando. Releído puede dar esa sensación. Efectivamente, es por la SER: no conseguimos llevar el debate donde tiene que ser: el derecho a compartir, el sentido de la propiedad intelectual (que, paradójicamente, siempre se olvidan que su finalidad es ser devuelto a la sociedad), etc. y se queda en piratas y descargas. Normalmente, además, los reporteros o van de ecuánimes o de ignorantes, y te mezclan churras con merinas. El lado de la red siempre es tratado con sospecha, desconocimiento o rareza y los defensores del sistema son gente que, incluso, forman parte del entramado de amigos, proveedores y redes personales de los entrevistadores.