Una mirada rara a la causa de Pablo Herreros
6 noviembre, 2011 – 17:18 | 18 Comentarios

Ver que un puñado de anunciantes ponen los pies en polvorosa porque un blogger la lía… eso no se había visto por estos lares. De la madre de El Cuco, El Cuco y sus crímenes …

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Empoderamiento (II): productores y distribuidores (del acuerdo de Facebook con Netflix, Hulu…)

Escrito por el 24 septiembre, 2011 – 13:422 Comentarios
Empoderamiento (II): productores y distribuidores (del acuerdo de Facebook con Netflix, Hulu…)

Antonio Ortiz hace un posicionamiento claro en su reciente entrada de título inequívoco: «Cronología de la trampa de Facebook a la industria de contenidos«. La difusión acrítica del entusiasmo que produce el crecimiento de usuarios de Facebook, saludado a la par con esos frecuentes twits de regocijo que empiezan por las palabras «Facebook ya…» referido a la adición de nuevos servicios o la resolución de problemas y limitaciones verdaderamente inconcebibles, genera cosas como ésta: un estado de opinión y seguramente de realidad donde parece que el destino de todo internet pasa por entrar por la puerta de una única empresa. El mundo es más grande no obstante, sobre todo si eres chino o brasileño.

El juego de Facebook es la sustitución de lo que antes llamábamos la web por la presencia continuada en su servicio en el que puedes hacer de todo: olvídate del mail, del chat, de ver una película o ver tu blog ahí fuera porque esto es mucho mejor, están tus amigos. Con excelentes trampas del lenguaje, «amigos» y «fans» como si realmente esa fuera la relación. Me quedo con tu atención y tus datos (la gente cree que es tu nombre y tu mail, pero no, son tus interacciones, las que permiten predecir conducta y perfilarte para vender publicidad). Y se quedan con tu identidad digital: al renunciar a tu dominio y a tu servidor, tu contenido vive por una gracia feudal. Todavía no hay semana que no tenga entradas este blog procedente de buscadores de gente que ha perdido su página, seguramente decepcionados.

Un universo pleno de contenidos en un único espacio es lo que intentó AOL y fracasó al final frente al absurdo de querer tenerlo todo bajo una cuota cuando los navegadores mejoraron y permitieron acceder a cualquier cosa. Estamos pues ante un viejo debate, en este momento con signos de perderse, sobre la superioridad de lo abierto sobre lo cerrado. La cuestión que parecen ignorar los medios que jalean Facebook es que están entregando su destino y el control de sus contenidos (junto a su monetización) a mundos cerrados que son, por esencia, monopolísticos: imponen sus condiciones para acceder a la audiencia, imponen sus tarifas y reglas de exposición de los contenidos. ¿Es el único? No, Apple es un ejemplo todavía más duro de cómo separándote de la red y cerrándola controlas a los usuarios y a los proveedores de contenidos, poder que desde luego no ha dudado en ejercer: la salida de Financial Times de la tienda de aplicaciones de Apple, junto a las críticas por la política de comisiones de la casa de la manzana muestran, de nuevo, la dimensión de la batalla entre lo abierto y cerrado. Y que nadie se olvide de que Google, después de tanto discurso acerca del rechazo del mal, aspira a lo mismo.

Aplicaciones en los nuevos formatos que posibilita el HTML5 abren la siguiente vía de pugna por el control. La red, por sus características distribuidas (o potencialmente distribuidas si no tocamos la neutralidad de la red) permite la desintermediación de los medios tradicionales (malo para ellos) pero, al mismo tiempo que facilita la vida a los nuevos agentes y competidores, empodera frente a estos servicios saludados acríticamente. No siempre: el CEO de RTL se ha regodeado recientemente de cómo Hulu ha fracasado en Europa. El argumento es significativo: «Queremos vender nuestra propia publicidad, queremos determinar el precio y eso es algo que ellos no pueden hacer por nosotros«. Es más rotundo cuando dice: «los broadcasters que han creado sus propios shows y han construido sus marcas alrededor de ellos no deben permitir que sus contenidos sean vistos fuera de la propia marca del canal«.

Netflix y Hulu son dos servicios que se encuentran funcionando ya con esquemas de televisión por cable. Distribuyen multitud de contenidos y han empezado a invertir en la producción de contenido original para atraer subscriptores con propuestas exclusivas, replicando el modelo HBO. Sin embargo, ninguna de las dos plataformas son algo que entusiasme a los propietarios del contenido mainstream, ese contenido que es el que condiciona los tamaños de audiencia para construir ingresos grandes. Los síntomas es que van a procurar efectuar el streaming del contenido ellos mismos quitándose, claro está, el intermediario y poniendo condiciones especialmente buenas para ellos a quien los necesita para congregar públicos: los Facebook, los Netflix y hasta los Youzee de este mundo. Es decir, harían valer el poder de la desintermediación para empoderarse. Su problema reside en su poder de negociación si el usuario decide amar la marca Facebook y la marca Netflix por encima de las marcas que son sus productos: ¿renunciaría el público a ver Piratas del Caribe si no está en Facebook o iría allá donde esté? Por el contrario: ¿Se puede construir la audiencia de Piratas del Caribe si no se acude a Facebook? De momento, no hay trailer americano actual que no incluya su página de Facebook, exactamente como hace veinte años pasaba con el número de AOL. AOL ya no sirve para eso – pero sigue – y las majors continúan.

La cuestión en el mercado audiovisual no reside hoy en la producción, sino en la capacidad de construir la audiencia. Razón por la cual un Batman tiene un presupuesto inmenso de marketing, para que la conozca suficiente gente como para gastar un montón en una producción que no defraudará. Si los mecanismos de promoción se desplazan a eso que llamamos redes sociales, la pelea por el control está servida. Norma Dragoevich decía en twitter la otra mañana mientras comentábamos el enlace de Antonio que, al final, faltaría que los usuarios aceptemos. Efectivamente, los bares pueden pasar de moda: MySpace ya no es cool. Adrián Segovia nos pedía a una serie de ponentes el lunes pasado en PRISA que valoráramos lo que su compañía hacia bien (imagínense cómo poníamos a los medios tradicionales). Y nos ponía como ejemplo el hecho de que el diario El País hubiera podido seguir enviando información a todo el mundo desde Libia gracias a Skup, su sistema de microblogging, cuando a todos los demás les habían cortado al acceso a Twitter. Es decir, nuevamente, la idea de construcción de tus propios canales cueste lo que cueste: sea cual sea la fuerza de los nuevos servicios para acumular audiencia, lo único que te puede dotar de suficiente poder de negociación a largo plazo, lo único que te garantiza sobrevivir es disponer de canales propios controlados por ti. Por lo que pueda pasar, no olvidarse de que, ante todo, se es un nodo.

Créditos: la imagen pertence a la galería de Lea Marzloff con Licencia CC.

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