Y otro final: Mobuzz
Supongo que de mí se espera alguna opinión al respecto, si me perdonan el ser tan presumido, aunque ya sea algo tarde. Sobre todo por la vehemencia con la que me he manisfetado sobre el tema. El anuncio del cierre definitivo se barruntaba días antes de hacerse público a base de llamadas de iniciados y la rumorología habitual. Todo ocurrió mientras me encontraba en los tránsitos hacia Bombay, el tipo de situación en el que suelo dejar entradas escritas con una semana de antelación para mantener una cierta continuidad.
¿Era bueno el proyecto? Sí. ¿Tenía sentido ecónomicamente? También. ¿Se pudieron hacer algunas cosas mejor? Por supuesto, como siempre. Ninguna de esas cosas incluye nada reprochable, ni un exceso de gasto – que no lo hubo – ni un problema del modelo de negocio – que funciona perfectamente cuando se relaciona la capacidad de un show de generar publicidad a un precio razonable, con sus costes de producción. ¿Se pudo comunicar mejor? Sin duda: se esperaba una actitud comprensiva y constructiva en la blogosfera, similar a la que surgió en las comunidades en inglés y en francés, y en su lugar, apareció una manada de lobos dispuestos a despedazar cada palabra, cada gesto, a malinterpretar cada posible señal existente o inexistente. A ensuciar. A negar el pan y la sal.
Falló la capacidad y dedicación de la empresa a la parte comercial, la inversión en desarrollo de negocio. Eso no se puede negar, y constituye el mayor problema: además de tener producto, hay que esforzarse mucho, mucho por venderlo.
Es decir, un proyecto empresarial como todos, con virtudes y defectos o, mejor, con áreas de mejora. Precisamente, esa labor comercial más dedicada (generalmente en recursos) es una pauta común en casi todo el video online español. No es imaginable para muchos lo que cuesta levantar una audiencia con el vídeo, no es imaginable lo que cuesta venderla.
Pero Enrique, te olvidas de decir algo muy valioso para el futuro del negocio de las imagenes en movimiento y que todos quieren: Mobuzz había hecho una marca. Y eso creo que tiene un valor poco ponderado y que creo que pocos se han molestado en destacar. Si no fuera una marca fuerte, probablemente no habría aparecido la cacería. Parece que a muchos les molesta sobre todo quiénes están alrededor. Digo yo que otras cosas son las que se merecen analizar.
La vida sigue.
No era tan complicado, ¿Verdad, Gonzalo?
Hay un montón de gente golpeando en cresta ajena en el tema Mobuzz. Y Enrique es una persona que no es tibia a la hora de manifestar sus opiniones, y que creo que ha sobrevalorado su capacidad de gestionar la mala baba patria.
Y sobre Mobuzz, personalmente, y a pesar de que mi opinión no es tan relevante como la tuya en esta materia, lo siento muchísimo, como cualquier emprendedor bien nacido siente en su propia carne el fracaso ajeno cuando ha sido un esfuerzo meritorio.
Gracias, Javier. Este es un tema que me tiene emocionalmente herido. Es que se regodean en el fracaso por el mero hecho de fracasar, cuando es algo que sucede en la mayoría de los casos. Todos esperan que algo que empieza tiene que salir y, si no sale, es porque han vendido humo. Que no hombre. Que inventar es duro. Es una mentalidad que hubiera impedido inventar google. Si no sale pues no pasa nada, ahí hay una oportunidad y otros encontrarán el momento (importante), los capitales (decisivo) y la manera (trascendental).
Pero se pasan horas diciendo que «falla el modelo de negocio», como si eso fuera una ciencia exacta y no fuera un proceso iterativo de afinado con el mercado. Y se pasan esas horas diciéndolo y acusando a los promotores de timadores. Que lo serían, en todo caso y solo en ese caso, si te pidieran dinero para el capital y, efectivamente,se quisirean largar con la cartera.
Hola Gonzalo:
He leído tantas cosas sobre Mobuzz, algunas muy razonables y otras tan disparatadas, que estoy en el límite del agotamiento. Y, sobre todo, he tenido tantas veces la impresión de que se identificaba Mobuzz con Enrique Dans o con Martín Varsavsky, que al final me he dado cuenta de que los comentarios iban más dirigidos a ellos que a la propia Mobuzz.
En mi blog he escrito en varias ocasiones sobre el tema, así que quien quiera conocer mi opinión que vaya por ahí. Hemos cometido errores, sin duda, pero leyendo a tanta gente uno no entiende cómo aquí no salen emprendedores como setas: todo el mundo tiene la receta y el diagnóstico. Parece como si el entorno no jugara, como si Mobuzz tuviera que ser más fuerte que la General Motors o la banca que ha sido rescatada.
En fin, tanta exposición pública da rienda suelta a lo mejor y lo pero de las personas. Yo me quedo con la experiencia, con lo que he aprendido estos meses en Mobuzz y estoy seguro de que mi presencia en este medio va a tener continuidad, todavía no sé por dónde, pero lo volveré a intentar.
Gracias por la mesura en estos tiempos de desmesura. Igual es que sabes de lo que hablas.
Capi: es efectivamente, agotador. Acabo de tener una larga discusión sobre el tema en una lista de correo y tu comentario me lleva a terminarlo. No merece agotarse más en lo que no tiene sentido.
Puedo decir que estoy convencido de que todo sucede porque hay quien quiere pegar en cabeza ajena frustraciones, mediocridades y mucho desconocimiento.
¿Sé de lo que hablo? En cierta medida, creo que sí.
Gracias por venir.
Sinceramente, no entiendo vuestra sorpresa. España es el peor ( o uno de los peores ) paises del mundo occidental para emprender actividad empresarial alguna desde hace mas de 200 años y siempre se ha celebrado el fracaso ajeno como exito propio. Asi que solo puedo repetir a los fundadores de Mobuzz el magnifico mensaje del gran Steve Jobs: «Be hungry. Be fool». Suerte¡¡
No, si lo malo es que no me sorprende nada.
[…] pero también un flujo de donaciones que aún no llamábamos crowdfunding. Ignoro los ratios del viejo Mobuzz, pero resultaba ser un sitio especialmente participativo y referenciado. Es decir, por doquier […]