Ya todo es cuestión de marketing de consumo

Un amigo me llama y me habla de más gente que quiere montar un Netflix español. Lo que me cuentan se parece más a un Hulu, pero eso da igual. A otros amigos los de otro proyecto les dicen que llegaron demasiado pronto al mercado. Aun cuando Eudald Domenech deja clara la dificultad de trabajar estos modelos en España (a mí me parece que cuando se mira Netflix nadie quiere acordarse de la escala de su mercado o que, cuando miran Voddler, que no ha inventado nada, se olvidan de que quiere jugar en todos los mercados que pueda), parece que la era de la distribución online se presenta ya como una carrera desbocada. Si tiene tintes de fiebre del oro o no, se verá.
Lo cierto es Digital Plus ya tiene diseñada su oferta completa de grandes contenidos de deportes, series y películas no sólo en consumo bajo demanda gracias al iPlus, sino que ya es posible bajarse también algunos de ellos por la red si se conecta el aparato a la red y, dicen en su revista, con acceso desde el ordenador en fechas próximas: la estrategia perfecta de fidelización a partir del cuando quiera, como quiera y donde se quiera con los mejores derechos posibles está cerrada y vista para sentencia. Es redundante hablar ya de la sofisticación de los servicios online de TV3, RTVE o las grandes cadenas privadas. Y el resto de autonómicas quieren estar en el juego.
Salones conectados
La venta de televisores conectados es una realidad: los fabricantes manejan previsiones de venta nada desdeñables por la pura rotación natural del parque y la conexión viene por defecto preparándose de diversas maneras para ofertar servicios de películas y otros contenidos que permitan generar ingresos: mi amigo Ancude saltaba de alegría probando todas las virguerías que encontraba en su SONY Bravia conectadísimo. Estamos pendientes de cuestiones de estándares para los formatos híbridos, pero es obvio que las cadenas españolas, al menos las públicas, juegan con la idea del Hbbtv. No hace falta hablar de la fuerza de las consolas y su uso para ver contenidos bajo demanda, un hecho más que real y bien conocido de las televisiones.
En definitiva: el escenario de la televisión conectada, la personalización del consumo y la convergencia de plataformas es ya una realidad tecnológica y comercial. Hacer de ello algo masivo, obtener masa crítica, ya es solo un problema de marketing: que el usuario medio lo adopte con naturalidad. El primer post de este blog se realizó el 25 de septiembre de 2006 y era una modestísima visión de cómo los mundos colaborativos de la red empezaban a formar parte del escenario del negocio audiovisual. Casi un mes más tarde, un 18 de octubre, me mostraba a mí mismo como un espectador diferente que ya personalizaba lo que hacía: resulta hasta ingenuo con todo lo que ha pasado y lo que puedo hacer ahora. En esencia, el paradigma estaba, la infraestructura no había llegado, los jugadores locales de la industria miraban con extrañeza al mismísimo YouTube y, o mostraban desdén absoluto o, en el caso de pequeños pioneros infiltrados, te mandaban mails comentando y preguntando cosas. Ahora miran estadísticas de su tráfico, inventan formatos, crean contenidos específicos para la red y quieren integrar el fenómeno de las redes sociales en su experiencia de uso.
La sociedad red emergente
Mientras, internet se ha situado en el centro del debate social con tensiones casi inimaginables hace años: las filtraciones de documentos como las de Wikileaks no son nuevas, pero nunca antes habían cuestionado tanto las reglas del juego político, la diplomacia y el periodismo convencional. La ofensiva legislativa a la búsqueda del control de los contenidos que circulan por la red (ya sea por la vía de evitar descargas, ya sea por la vía de anular su neutralidad) es intensa, constante, obsesiva y, por muchos momentos, histérica: la propia dimensión del problema abre un conflicto social en todo el mundo occidental (y el no occidental) que está lejos de ser resuelto.
La industria ha comprendido que sólo es posible sostener sus modelos de negocio y, en cierta forma, sus márgenes creando jardines cerrados, escaseces artificiales donde el usuario no puede salir a su antojo a todo lo que ofrece la red y donde es posible cobrar con sencillez: eso son los televisores que van a la red pero no a toda la red (sólo a las tiendas de películas y aplicaciones aprobadas), a lo que aspira iPad y otros artilugios o lo que genera un modelo de consumo de internet que tiene como centro Facebook. Los contenidos que se ven y se verán en estos sitios son los más amados y hechos amar por la industria de siempre que, en España, está tan concentrada y en tan pocas manos como antes de empezar el festival de pluralismo que nos contaron.
¿El sueño de la democratización de los medios audiovisuales ha muerto? No lo creo, aunque vayan perdiendo este asalto. El hambre de darse a conocer, la capacidad de filtrar talento de la red, seguirá provocando sorpresas. Los contenidos minoritarios de toda la vida sufrirán o, más propiamente, seguirán sufriendo; nuevos formatos de alto valor de producción pero diseñados para su difusión libre es muy posible que lleguen, pero aún están en busca de anunciantes o de su primer Ben-Hur (la pescadilla que se mueve la cola); la búsqueda de modelos de financiación que superen la dicotomía publicidad-subvenciones seguirá existiendo; la irrelevancia de distinguir entre pantallas y ventanas – problema secundario para un adolescente de hoy, comprador del mañana – se irá acrecentando comercial y artísticamente: Digital Plus estrena una serie este mes el mismo día que en Estados Unidos. Pero no todo el mundo es Estados Unidos, aunque sean los contenidos más buscados…
Créditos: la imagen pertenece a la galería de ! *S4N7Y* ! , distribuida con licencia CC.
Parece que todo el mundo va a meterse en el mercado del videoclub online, sean jardines cerrados o propuestas abiertas, el reto parece que va ser más de ‘diferenciación’…
Aparentemente son los grandes de la electrónica de consumo y/o tecnología los que quieren ocupar el territorio… pendientes que los grandes de la industria de contenido (p.e.hulu) muevan ficha en el mº español.
A pesar de todo, sigo creyendo en la democratización de los medios (y de los contenidos). Aunque esta vez dejaremos que crucen primero ellos el río repleto de cocodrilos, nosotros no tenemos prisa… ellos creo que -ahora- sí.
Aquí huele a gato escaldado 🙂 Sí, yo también creo en su democratización inevitable, pero nos hemos encontrado con que el gran dragón se ha despertado y tiene que dominar todo el terreno. Es el equivalente en política al recrudecimiento del acceso a la red y al filtro de los contenidos en todos los países «sospechosos»: de Venezuela a China, pasando por Irán y llegando próximamente a Rusia. En las «democracias», se llama Hadopi, DMCA, Sinde, etc, que junto con otros recursos legales (leyes sobre terrorismo, etc.) se busca lo mismo: la comunicación enredada de la red se carga sus estructuras de poder y control y eso se resuelve manteniéndolas: un servidor único para todo el país permite conseguirlo. Telecos que van a cobrar por acceder a FB, también (así que los que han construido su identidad digital en FB, que se vayan preparando para vivir tutelados). Y la protección de la infancia o los derechos de autor son una excusa que suena nobilísima, pero más bien falsable a poco que se rasque.
[…] This post was mentioned on Twitter by Gonzalo Martín, Jorge Moreno Gil and Begoña Miguel. Begoña Miguel said: El escenario definitivo de la industria audiovisual: La televisión conectada http://bit.ly/e7mSAe […]
[…] no siempre se consiga, los jardines cerrados seguirán invitando al campo abierto. El marketing puede mucho pero hay rendijas en las que se cuela lo artesanal que puede acabar marcando tendencias […]