Oh, what a beautiful world!
Todos los relatos de la reunión coinciden en el estado catártico del encuentro entre esos tipos con parche en el ojo que pueblan la red y los desalmados ocupantes del poder temporal en forma de propiedad intelectual. De modo previo, el jefe de los productores anticipaba un punto de inflexión (léanlo) en lo que es la forma de aproximarse a la red de los señores que pagan (con parte de nuestro dinero en tantas ocasiones) esos sueños que dicen que son el cine. Aunque no todo sea cine: ver series es un gran deporte del seguidor de los múltiples yonquis que sirven para encontrar todo lo que precisas.
¿No les parece interesante el estado de concordia verbal? Lo es, y mucho. Resulta, en mi opinión, un tanto significativo que un señor cineasta haya puesto todo su empeño en entender algo que está fuera de su ámbito y que, en sólo unas horas, consiga mejor prensa, disposición y ganas de arrimar el hombro que toda una ministra, el ministro anterior, la ministra anterior al ministro anterior, Teddy Bautista y los ministros de industria y sus secretarios de estado habidos a la fecha desde que algo llamado peer to peer levantó las cejas de los abogados de Hollywood. Debe decirse que Álex de la Iglesia ha mostrado una altísima altura moral. Pase lo que pase a partir de ahora.
Mis fuentes generalmente bien informadas me inducen a corrobar que el conflicto de paradigmas que enunciaba un servidor como punto de partida es mayor del que cabía imaginar, quizá precisamente por eso la catarsis es mayor. Después vendrán los políticos y sus miserias, las medidas y las desmedidas del conglomerado lobbístico – palabro que me acabo de inventar – pero seguramente el flujo de difusión de otras ideas en mundos anteriormente separados (o que parecen separados) haya comenzado tímidamente. ¿Qué tal hacer una sesión privada con los miembros de la Academia de A Remix Manifesto? ¿Qué tal enviar un ejemplar the Free Culture de Larry Lessig a cada uno de los presentes en el otro lado? Está libremente descargable en castellano, también. ¿Por qué? Porque estén de acuerdo o no, son dos obras que reúnen muchísimo del consenso o los puntos de vista del conjunto de la crítica cibernética al modelo cultural de la era industrial sin, por supuesto, ser el único relato disponible. Era de la cultura de lo que hablamos ¿cierto?
En un intercambio de correos con alguno de mis rebeldes favoritos se comentaban dos asuntos: uno, la necesidad de revertir la agenda. Es decir, hasta ahora se ha debatido desde el punto de vista de las necesidades industriales. Es decir, la protección de derechos. O el canon. O las descargas. La cuestión es invertir el proceso: ¿cómo se estimula la creación en la era digital? ¿el fin es la creación en sí misma o se trata de proteger industrias? Respóndanse ustedes si quieren a ese debate. Dos, no hay que esperar. Es decir, que cuantos más espacios de creación (o innovación) se desarrollen en el espacio de la economía de fuente abierta (software, texto, vídeo, musica, ciencia, datos), cuanto más sigan creciendo y alimenten su propia economía, más exigencia institucional de adaptar el marco normativo a la realidad. La realidad, tan tozuda y caprichosa. Dice Josep Jover Padró (el hombre que ganó la guerra del canon) en su explicación de la reunión (por favor, que alguien le explique a este hombre cómo se hace un blog y que deje Facebook para esto) que ...es cierto, no hay suficientes plazas en las cárceles españolas para poder meter en ellas a los jueces y policías que tienen el emule en su casa o se bajan pelis por internet. Ni seguramente creadores, ni políticos, ni…
Créditos: la imagen pertenece a la galería de Luiz Fernando y Sonia María, distribuida con licencia CC.
[…] las leyes de propiedad intelectual. La mía, pequeña, también piensa que es el camino. Tras el clima de concordia mediático obtenido por Alex de la Iglesia en el famoso encuentro con personas de la red, conviene plantear si tiene sentido profundizar ese […]
[…] (Qué tiene además la Sra. Sinde, que siempre la lía: que llama internautas y le tuitean el desplante, que llama intelectuales y le publican la cena. Qué tiene que no tenga su amigo Alex, cineasta, que se sienta a hablar y, por lo menos, le agradecen el gesto) […]