¿Y si el cine, as we know it, desapareciera?
«Our product is our journalism not the forms of that journalism»
En román paladino, su producto, lo que venden y fabrican, es periodismo y no sus manifestaciones formales. Al mirar la industria, se nos llena la boca hablando de cine y su futuro cierto (3D) o incierto (el streaming), pero mantenemos la resistencia emocional a la posibilidad de que ese encuentro a oscuras con la intimidad – dependiendo del móvil y la cháchara del vecino – no siga en nuestras vidas.
La cuestión es que si el periodismo, cuya vinculación al papel y al envasado en forma de boletines es todavía casi más religiosa que la de la producción de cine asociada a la pantalla, la butaca, la taquillera y el puesto de palomitas (según tipos de cinefilia), está en un proceso de determinación de su verdadera esencia, la separación entre cine, televisión y otras formas de comunicación audiovisual pervive en nuestras mentes, no digamos en el entorno legislativo.
En esencia, no estamos definiendo como verdadero centro de la industria (de la cultura, amenaza voladora de los sostenedores de un modelo de propiedad intelectual que no funciona y que no va a funcionar), la creación audiovisual, sino su manifestación concreta en forma de noventa minutos (hoy día siempre más de cien y muchas veces ciento veinte) como comienzo de una cadena de valor que… tampoco tiene sentido ya: sala, dvd, payperview, cable, tele y luego lo que podamos.
En esta época, es bastante probable que esté ya consolidado el hecho de que la mejores obras de nuestro tiempo, esas capaces de generar esa misma conciencia religiosa de la sala oscura se esté produciendo en las series que algunos llaman de culto y que muchos consumimos en forma de película larguísima, reproduciendo un episodio tras otro hasta agotar en una semana o menos lo que se concibió para una temporada. Series y episodios que suelen tolerar revisionados entusiastas como esos monumentos de Scorsese, Goodfellas, Casino…
Pero el entorno de lobbies, legislativo y, si queremos, mental, se sigue empeñando en no ir a lo esencial. ¿Por qué Malviviendo es creación menor, como se mira al cortometraje, por estar lanzada para internet y se ven estas cosas, probablemente incluso por sus creadores, solamente como los pasos necesarios para llegar a lo verdadero, el cine, la sala, y no por si mismas, como la manifestación de un lenguaje de su tiempo, como la esencia de lo que es, pura creación audiovisual?
Las explicaciones que me vienen a la mente son puramente tópicas, pero no por ello deben estar desencaminadas. Sólo llevamos escasos nueve años del siglo XXI y mirar atrás hacia la primera década del XX produce una sensación de zozobra espeluznante: la de saltos intelectuales extraordinarios en tan pocos años que condicionaron medio o todo el siglo y que seguramente no formaba parte de la conciencia cotidiana. Nos reiremos hoy de Freud, pero alteró la visión del mundo no sé si tanto o más que la caída de las torres gemelas, pero es seguro que hay anécdotas de estos años (¿la creación de twitter, por ejemplo, que ya dicen que es journalism?) que se relatará como hito del cambio acelerado y del derrumbamiento de una forma de transmitir el conocimiento y el arte, de crearlo, transformarlo y explotarlo.
¿Acaso extraña la numantina defensa de los pesebres, los panes y los peces, de los que han dedicado una o varias vidas a construir un sistema emocional y económico sostenido en un sistema tecnológico – social – diferente? La destrucción de maquinaria en el siglo XIX fue una de las respuestas a la industrialización de las víctimas del cambio. Nuestros paladines de la cultura que fue tienen en muchos casos estómagos satisfechos, ahora promulgan el cierre de servidores: ¿no guarda un parecido razonable?
La reconversión brutal, drástica, inmensa de toda la comunicación tiene dimensiones mágicas y dimensiones terribles, como las tuvo ver a los obreros de Sagunto salir en defensa de su acero en los ochenta. Pero la industria no se volvió a basar en el carbón y el acero, razón de ser de lo que hoy llamos Unión Europea, ese ente que gasta más en proteger la producción de mantequilla que en investigar el futuro. Pero hablaba de cine: el teatro y las salas de concierto siguen existiendo, generando placer y reelaborando conceptos pasados del mismo espectáculo. No tiene por qué desaparecer, al menos, en esas formas íntimas y minoritarias que suelen asociarse al término cultura y que adquieran sentido en el formato hora y media alargada, acto social a oscuras.
Pero si desapareciera, como las copias de libros a mano y sus miniaturas, no pasaría absolutamente nada. El entramado de sostenimiento público de una industria que no se redefine en lo esencial, la creación audiovisual, oculta el hecho de que hay muchas empresas de producción fuera del maná del dinero público, sólo que no crean en formato cine y están fuera del aura que confiere la mirada lánguida al siglo XX, su sueño industrial y su fábrica de sueños. Si desapareciera, es simplemente porque seguimos creando con imágenes y provocando reflexión, humor, emoción o puro aburrimiento en otros soportes y formatos. Pero la esencia, la esencia es imparable y permanente. El sostenimiento emocional y con dinero de todos de una palabra, una pérdida de tiempo.
Créditos: la imagen forma parte de la galería de Steve Rhodes, con licencia CC.
Espléndido post. Muchos de los que debaten sobre la propiedad intelectual y las industrias culturales suelen obviar lo complejo y ramificado que es ese asunto, las múltiples lecturas que se pueden hacer y los muchos intereses que cubre.
Puestos a matizar te diría que el hecho de llevar más o menos años del siglo XXI no significa nada. Para otras culturas estamos en el 5mil y pico, etc. Todavía estamos viviendo la resaca de la Ilustración y no creo que seamos capaces de juzgar con perspectiva nuestro propio tiempo. Este proceso de las guerras del copyright lleva en marcha desde el siglo XVII y a cada innovación tecnológica sigue otra legislativa y así sucesivamente, dejando por el camino bastantes disparates.
http://www.brandrepublic.com/Discipline/Media/News/897321/European-internet-consumption-overtake-TV-14-months/
The internet will overtake broadcast TV as Europe’s most consumed form of media for the first time in June 2010 if current growth trends continue, according to Microsoft research.
Lo dice Microsoft, parte interesada. Habrá que leer entre líneas haciendo caso al contenido manifiesto y al otro.