Escucho cada vez con más frecuencia este argumento exhibido ante la idea de lo que, por resumir, llamaríamos cultura libre o, en general, a la difusión de copias (inevitable) sin el consentimiento del autor, no hablemos de un precio, etc. etc. Lo suelen decir personas, además, poco sospechosas de ser simpatizantes de las prácticas abusivas de determinadas entidades de derechos o multinacionales en modo malvado-on. Lo que se quiere decir es que si tu tuvieras que ganarte la vida con esto (cultura, música, películas, libros, etc.) no argumentarías de la misma manera. Opino que es un argumento tramposo: a) porque ganarse la vida de una forma es una opción personal, no algo que los demás debamos resolver b) porque si se trata de tener un modelo de negocio es responsabilidad de quien tiene que vender y no de quien tiene que comprar y c) porque no hay forma de garantizar el que todas las ambiciones y aspiraciones de todas las personas que pretenden realizarse mostrando su talento creativo puedan llevarse a cabo.
18 febrero, 2013 8:55 AM
1. Escrito por Jose
18/Feb/2013 a las 5:37 PM
Y no te olvides que toda esa trampa es, en realidad, para escupir un ad hominem: «es que eres un egoísta insensible y dices eso porque te conviene y a pesar de que a nosotros nos mata, pero claro… es que tú no te dedicas a esto».
Esa recriminación (re-criminar, como si fuésemos malvados por pensar como pensamos) constante tampoco ayuda a generar simpatía con una causa que además de perdida es, posiblemente, injusta.
2. Escrito por michael
18/Feb/2013 a las 6:12 PM
Otra señal de lo que es la alienación, el que la gente ni es consciente de lo que está haciendo, actúa y se queja ciegamente: no sabe donde está. Abrumada, sobrecogida, no sabe dónde empezar tampoco….
3. Escrito por Gonzalo Martín
19/Feb/2013 a las 12:23 AM
A mi lo que me asombra es la incapacidad de comparar con su realidad: la dificultad de “publicar” y ganar dinero con los sistemas tradicionales ¡es tremenda!. Y parece que te hablan como si fuera lo corriente el que haya dinero. La asociación creo/vendo copia y si no no hay nada no se sostiene históricamente. Pero te vendrán con que no quieren limosna (léase mecenas). Y luego se meten con el crowdfunding ¡porque tampoco garantiza nada!
4. Escrito por Alberto
19/Feb/2013 a las 9:31 AM
“porque si se trata de tener un modelo de negocio es responsabilidad de quien tiene que vender y no de quien tiene que comprar”
Correcto y de acuerdo. Pero tampoco estaría mal que quien tiene que comprar respete la voluntad de quien tiene que vender, y compre si así lo quiere el que vende en los términos y condiciones que éste decida.
5. Escrito por Gonzalo Martín
19/Feb/2013 a las 11:29 AM
6. Escrito por Alberto
19/Feb/2013 a las 3:06 PM
¡Usted también sabe lo que pienso!
Yo bebo agua del grifo, que pago a quien me la hace llegar al grifo. Si me planteo comprar una botella es porque valoro el proceso de los filtritos (o cualquier otra cosa que percibo como valor). Lo que no me vale es decir que los filtritos no me aportan valor y, por tanto, querer la botella al precio de la del grifo.
7. Escrito por Gonzalo Martín
19/Feb/2013 a las 3:45 PM
No lo comprende: aquí de lo que hablamos es de que alguien se apropia del monopolio de dar agua. Y que pudiéndose tener al precio del coste del transporte (porque el agua como tal en este país no se paga) se empeña en obligarme a que tenga precio de embotellada porque él lo dice y no porque exista una razón económica que lo justifique pretendiendo prohibir que se la deje beber a mi vecino cuando, simplemente, basta con abrir el grifo. Es como las subvenciones: alguien se empeña en que las cosas no valen lo que cuestan, sino mucho menos. Y todo termina mal.
8. Escrito por michael
19/Feb/2013 a las 5:49 PM
“…la dificultad de “publicar” y ganar dinero con los sistemas tradicionales ¡es tremenda!”
Los comentarios sobre la ceremonia de los Goya a parte, creo que el contenido (el pulso entre las dos películas tan contrastadas en concepto y tan impensables en España hace no mucho tiempo) es un buen ejemplo de lo que dices Gonzalo. El domingo triunfaron las dos, pero al principio, precisamente lo que no tenían era garantía de nada. Por mucho que el mundo cinematográfico “antiguo” tenga un problema político-burocrático, creo que se ha abierto ya otra dimensión….
9. Escrito por Gonzalo Martín
19/Feb/2013 a las 5:58 PM
Yo lo que creo es que el sistema se está viendo desbordado por las nuevas generaciones de creadores, que han pasado y sobrepasado las intenciones e intenciones de los de siempre. Es decir, el talento ha triunfado al huir del esquema triste local. En un mundo más globalizado que les acoje mejor.
10. Escrito por michael
19/Feb/2013 a las 8:17 PM
“Es decir, el talento ha triunfado al huir del esquema triste local. En un mundo más globalizado que les acoje mejor.”
Sí. Y que además, PERMITE una buena dosis de “españolidad”….:) Ironías de la globalidad, que lo provinciano es universal.
11. Escrito por Alberto
19/Feb/2013 a las 8:36 PM
Señor Martín, claro que lo comprendo. Lo que pasa es que no lo comparto. No comparto que querer decidir qué se hace con mi trabajo (como decide usted al pie de este blog) sea lo mismo que querer monopolizar el agua.
12. Escrito por Gonzalo Martín
19/Feb/2013 a las 11:21 PM
Ya, querido: este es el problema filosófico, económico y – debiera ser – sólo después jurídico. Lo que tu llamas “tu trabajo” hay que descomponerlo: a) no trabajas sobre la nada: reelaboras tradición que nadie te bloquea (¿o sí?) y que forma parte de tu materia prima: ¿una ecuación nueva es tu trabajo? Pues sí, pero no has llegado a ella desde cero, sino por evolución de otros fundamentos matemáticos. B) curiosamente, una ecuación no es patentable ni protegible por derecho de autor ¿por qué no? Alguien debió decidir que era demasiado restrictivo: ni merecía protección (caray, la gente sigue inventando – descubriendo – modelos matemáticos, químicos, elaborando teorías físicas…) ni se puede negar que sea parte de “tu” trabajo: has puesto otro granito de arena.
c) en esencia, todos los bienes no rivales (la ecuación, reproducir una partitura, tener un clon de una película) tienen la virtud de que si yo los uso a ti no te impido usarlos. Ergo, “tu” trabajo tiene unas características especiales: no es como si has elaborado harina, has hecho pan y te lo quito. d) al igual que los cocineros, que no pueden – y no se les ocurre – patentar recetas, y todos podemos usarlas (por cierto, todos parten de recetas anteriores) sí aceptamos que irnos sin pagar de su restaurante si viola una propiedad como tal. e) todo esto es lo que justifica que de lo que hablemos no sea una propiedad stricto sensu: todas las leyes le ponen un límite a la explotación porque el beneficio del avance de la creación y el conocimiento reside en su difusión: todo el mundo se beneficia y todo el mundo puede seguir creando en un proceso iterativo del que, finalmente, tu también te beneficias y reutilizas.
La cuestión pues reside en que conceder un monopolio sobre “tu” trabajo se justifica porque en ausencia de él el incentivo para crear sería negativo o demasiado pequeño. Si se puede demostrar que se sigue innovando y creando entonces no hace falta que exista el monopolio.
Es decir, la razón de ese monopolio no es porque tengamos todos que darte de comer porque diste con una ecuación, verso o partitura, por mucho brillo que tenga. Sino porque si no, teóricamente, no se crearía. La evidencia del presente y la historia, demuestran que siempre se ha creado aún en ausencia de ese monopolio.
¿Existen razones y métodos para imponerlo? Pues cada día menos o es más impracticable y más contrario a la propia innovación: la investigación académica avanza constantemente sobre ello.
Al final, existe un punto donde determinados límites temporales y de uso pueden tener sentido, pero a diferencia de lo actual (“por defecto”) debe constituirse como excepción. Y, sobre todo, excepciones no basadas en incentivar al que no crea, como son los plazos tras la muerte de autores, etc. etc. O la capacidad de lobby de ampliar los plazos de protección a medida que vencen… en fin muchísimos problemas comentados en otros posts y por muchos autores.
Lo normal es el dominio público, no lo contrario. Nos han explicado que, si no controlo copias y usos, no existirían las cosas. Y, caramba, resulta que sí. ¿Que los más favorecidos ganarían menos dinero? Pues seguramente. Pero lo importante de la creación y la innovación son la creación y la innovación por sí mismas, no por los modelos de negocio que pueden surgir a su alrededor. Los que reclaman que seamos los demás los que nos adaptemos a su modelo de negocio y deciden mandar a la policía para hacerlo cumplir sobre la base de unos argumentos filosóficos y económicos tan débiles uno cree que son los que tienen que cambiar: se trata de cambiar la ley, no de seguir inventando leyes para preservar una forma de producir que no sirve.
“Salvo advertencia en contrario” lo menciono porque puedo incluir material que no es “mío” y a uno le gusta ser lo más respetuoso posible con la ley incluso dentro de las leyes que no comparte. Recuerde usted en ese tiempo no tan lejano que a nadie se le ocurría que había que pagar por fotocopiar un periódico. Oh, en la era del copy/paste.
13. Escrito por Fernando S-C
21/Feb/2013 a las 7:42 PM
Gonzalo:
Comparto a medias tu tesis. Tu eres mas favorable al modelo de negocio cultural anglosajon, mas libremercadista, frente al mas proclive a subvenciones como el francés, con peajes y servidumbres no muy transparentes. El problema, imho, es que en los países anglosajones hay mas tradición de respetar al autor, se compran mas libros, discos, dvds (y las editoriales y editoras tienen politicas de precio mas acertadas). Por eso en esos países la pirateria es menos significativa, y mas autores, no todos por supuesto, consiguen dedicarse a tiempo completo a la creación. La pirateria no es solo un tema de poner puertas al campo; hay un trasfondo de valorar (con todos sus matices) el trabajo del otro que en España apenas existe, por tradición pícara y desdén prolongado de los dirigentes hacia la educación escolar. Saludos!
14. Escrito por Gonzalo Martín
21/Feb/2013 a las 11:15 PM
Me encanta que digas lo de “a medias”.
Y es porque este es un tema que cuando se reflexiona sobre él en profundidad, no es evidente por sí mismo y tiene muchos matices. Y en el que nada es perfecto.
Yo lo que creo es que en el mundo anglosajón lo que existe es mucho reconocimiento al mérito, no tanto al autor por sí mismo. Y eso hace que se vea como una “obligación” moral compensar al que hace algo, apoyarle si lo valoras. Aunque las explicaciones culturales siempre tienen algo de sospechoso, el dinero no tiene un valor negativo sino como su esencia: una medida del valor de cambio y una forma de trasladarlo. Para nosotros pedir dinero desnaturaliza la relación e implica un egoísmo visto como injusto.
Lo pícaro (otro tópico cultural) no es cierto, sin embargo, cuando pones una cuenta de banco en la televisión para enviar recursos para la gente de un terremoto en un sitio recóndito: ahí los españoles resultan de lo más generoso.
Lo que nos lleva a los modelos de financiación del arte y la investigación, que son en gran parte a fondo perdido como punto de partida. El modelo francés, como esencia de la visión europea continental está ante todo desarrollada por una visión del poder y la influencia cultural: se trata de garantizar la identidad de la nación y el sostenimiento del imperio, por decadente que suene. Al final, es un dirigismo estatal repleto de nacionalismo.
Pero, también, si nos metemos en razonamientos culturales, podría decirse que es un modo de ejercer el poder bastante más sensible con la innovación, la vanguardia y el arte por el arte que el que podemos disfrutar aquí, donde puede decirse siguiendo los tópicos que nuestras élites son mucho más catetas.
Al final la cuestión es que la tecnología marca los modos de producir: las tecnologías actuales replantean estos problemas de una forma insospechada. Sobre todo, cuestionan que las cosas haya que hacerlas como en el mundo industrial: en lo industrial el dinero sólo existe para los éxitos o los rentistas conectados a quien reparte el dinero público y sus mecanismos administrativos.
Nunca lloverá a gusto de todos. Pero la esencia de la idea es que es muy sospechoso el que el arte concebido como medio de vida (es decir, modelo de negocio) tenga que estar sometido a un enforzamiento legal porque la tecnología hace otra cosa.
En uno de sus discursos más famosos (y en su clásico Free Culture), Lessig ponía el ejemplo de la aviación y la propiedad de la tierra: la propiedad se concebía como todo lo que partía dentro de tus lindes hasta el cielo. Al aparecer los aviones tenían que cruzar ese espacio que era, oficialmente, propiedad de otro. Un granjero fue a juicio para reclamar derecho de paso. Un juez dijo que no tenía sentido y hasta hoy: la ley tuvo que cambiar ante nuevas realidades técnicas. Y es lo que nos sucede en el presente.
Para renovarlas, no se puede pensar en mecanismos para ver cómo los aviones pagan por pasar, sino que tienen que pasar. La piratería ha existido desde que hay imprenta. Y desde hace treinta años se presenta como una terrible lacra que acabará con todo: aún sin internet, los periódicos de esas fechas ya decían que la música se moría. Y no, no se ha muerto.
Don Fernando: usted no sabe la alegría que es leerle.