Leyendo a Bernardo Hernández esta mañana con ocasión de su presencia en La Red Innova, me he acordado de Nikodemo. Cuando tuvo que cerrar, una crítica frecuente al lamento (la red es muy plañidera) se centraba en la voz del mercado, la viabilidad, y tal y tal. El caso se sumaba entonces al muy cercano de Soitu. Bien se podrá decir – cuando se lea el enlace, buena costumbre del lector – que Bernardo hace mucho hincapié en los proyectos tecnológicos innovadores y aquí hablamos de negocios de contenidos, una cosa ¿mucho menos compleja y menos innovadora?. Pero la explicación que da se parece mucho a lo que sucedió, al menos en el caso que conozco un poco bien, el de los creadores de Cálico Electrónico y, con matices, en el de Balzac TV: “Suelen decir que el capital riesgo en España, ni es capital, ni es riesgo. Las cantidades son pequeñas y no se quieren correr riesgos”. Mucho de lo que pasó en esos casos se debe a algo que queda bien explicado en la misma entrevista: “Además falta sofisticación en el capital, que no sólo debe financiar, sino acompañar. No basta con la inversión, sino que hay que complementarlo con un modelo de negocio. En EEUU, el capital ayuda al emprendedor. Los fondos españoles preguntan al emprendedor cómo va a vender la empresa, cuando tiene que ser al revés”. Falta sofisticación. Sin perjuicio de los errores de los empresarios que empiezan. Y, mientras, ves cómo se llenan las administraciones públicas de eventos para emprendedores en donde se gasta más dinero que el que cuesta arrancar. En mi barrio hay un centro de innovación lleno de macs y de lujo asociado a una catedral… a otra magna obra arquitectónica.
13 junio, 2011 6:44 AM
1. Escrito por Isabel
13/Jun/2011 a las 8:55 AM
Incluso es una buena (¿?) costumbre, la de abrir enlaces, de alguna lectora, que recuerda algunos #parrafostraidores
2. Escrito por albert garcia pujadas
13/Jun/2011 a las 10:42 AM
Cuando un emprendedor se queda sin dinero en medio de la travesía, su partner financiero se niega a seguir financiándolo y la recomendación es “cierra”, es difícil echar flores al capital riesgo.
Siempre hay mil excusas y justificaciones, pero si hay que cerrar el proyecto, el culpable no puede ser el capital riesgo. Cuando uno recurre a ellos tiene que saber a qué atenerse. Lo haces porque no tienes otra forma de financiar tu proyecto y, habitualmente, no tienes una fila de VC esperando para poder invertir.
Pero hay que ser realista sobre lo que esperas de ellos. Como bien dices, falta sofisticación y un mayor sentido industrial en los sectores en que se invierte. Y por supuesto, mayor honestidad sobre lo que se quiere/puede aportar además del dinero.
Después del shock inicial de los últimos años, y a pesar de cómo está la economía, se sigue invirtiendo. Y eso que estamos bastante peor de los que se reconoce y la travesía todavía durará unos cuantos años más.
Es cierto que el dinero es menos fácil y más exigente. Algo que es bueno para todos. Necesitamos recuperar la confianza de los inversores y eso lo van a conseguir una nueva generación de proyectos cuyo sistema inmunológico ya nace para vivir en las condiciones actuales…
La opción de las AAPP mejor eliminarla de nuestro sistema operativo, ahorraremos nuestro tiempo y energía.
3. Escrito por Gonzalo Martín
13/Jun/2011 a las 10:52 AM
“si hay que cerrar el proyecto, el culpable no puede ser el capital riesgo”
Sí, es cierto, cada no debe decidir sobre su dinero. Pero aquí la cuestión es qué entorno social se crea: no podemos reprochar algunos fracasos cuando la falta de sofisticación del capital impide afrontar determinada clase de proyectos. Obviamente, el realismo exige “saber lo que esperas de ellos” pero nadie nace enseñado además de que el proceso de aprender a invertir en esta clase de proyectos es, como vemos, paralelo. Lo de la administración pública no es mejor dejarlo: que dejen libre ese dinero. Pod favod.
4. Escrito por Hector
13/Jun/2011 a las 7:18 PM
La experiencia de emprender es recomendable pero advierto, más en España, que es una experiencia extrema. Soy un corredor de fondo y he visto los límites varias veces. Aún así mi experiencia con el banco fue decepcionante, me dejaron sin avituallamiento en plena carrera. Una actitud errática, una falta de recursos, una visión limitada, una acompañamiento inútil, acabaron matando lo que había empezado con fuerza y habìa adquirido cierta capacidad de negocio. Tal es la decepción que no volveré a confiar en ningún banco por más ético que se diga. Están para la especulación y punto. Voy a emprender hasta que muera, incluso si estoy en una isla desierta. A mi ritmo, como soy, con esa actitud romántica que me ha perseguido siempre. Hay emprendedores que especulan, hay ‘matemáticos’ que hacen un excel y van seguros. Pero hay emprendedores ‘filósofos’ que son los que cambian las reglas, los que anuncian nuevos mercados, los que crean valor social. Sin los filósofos los matemáticos irían perdidos, confusos, chocándose entre sí. A los bancos les gusta la idea de emplear parte de los beneficios en invertir en emprendedores, pero no asumen riesgo con ellos, no construyen con ellos, no pierden allí para ganar allá. Así que funcionan con los que especulan en mercados ya descubiertos y conocidos. No en la innovación y en los mercados emergentes. Y eso tiene un peso nefasto en la economía en general. Pues estamos llevando el dinero generado a un desarrollo continuista y limitado. Quizás todo pase por repensar los bancos, acercarlos a la gente y a su vida cotidiana. Quizás haya que alejarlos del poder o quizás es el poder lo que hay que cambiar.