Apple TV, a ese precio, con esa marca… (ya no es hobby)

Con el lanzamiento de GoogleTV nos hacíamos la consideración de su valor simbólico: que una marca tan poderosa pusiera encima de la mesa la conexión del televisor a la red no suponía que se descubriera el Mediterráneo, pero sí contribuía a ponerlo en la agenda de los medios tradicionales y, con ello, en la mente de los consumidores medios. Apple es una marca enorme con una cobertura de medios espectacular y constante, muy superior seguramente a la de Google y podemos presumir más cobertura reforzando la idea. Si la otra consecuencia que extraímos del asalto de Google al televisor era la apertura formal de la guerra por el televisor conectado, tras la presentación del nuevo gadget, no sólo se puede decir que la batalla entra en fase de aceleración progresiva, sino que podemos dar por terminada la pretensión de Apple de que su presencia en el televisor es sólo un hobby.
Menos de cien dólares también cuesta Roku, mirado fríamente ya dicen que con más prestaciones, pero está por ver si Roku puede tener la capacidad de marketing de los de Cupertino. Regresar a la economía de los 99 centavos del primer iTunes para alquileres breves (tan baratos… para disgusto de los grandes: eso ya se cambió una vez) con contenidos todavía poco importantes pero muy significativos (Fox y ABC/Disney, quién da más) y el acceso a un servicio como Netflix (con el que no se compite frontalmente) hacen del pequeño y elegante aparato (sencillez y diseño marca de la casa) una apuesta tremendamente espectacular. Miren el tamaño del resto de cajas y me dirán. Por supuesto, no lo hace todo: precisamente, al ser tan pequeño, la barrera de la acumulación de cajas en el hogar – aunque esto puede que sea más europeo – también queda superada. Apple introduce el producto en su ecología de hardware y software con una base enorme de usuarios y fans, con una tienda consolidada.
Por el contrario, el modelo Google se basa en las búsquedas y, aunque son conscientes de la fuerza del contenido, aspiran a ser abiertos (aunque no tanto) y convertir al televisor en un terminal más web y, sin duda, más social. Apple será cerrado en su estilo y estará apoyado en el consumo de los contenidos que todo el mundo quiere tener. Hay, por supuesto, muchos más actores (¿qué será de Boxee con su caja de lindo diseño el doble de cara?): Microsoft (¿resucitará sus media centers?) y Sony con sus consolas, y tantos otros. La competencia para el cable, ese del que parece que nadie se desenchufa, el camino de la personalización del ocio audiovisual, se sigue acelerando. Mientras, el broadcast crea los grandes éxitos – HBO y Showtime para las élites – y alimentarán estos dispositivos.
Estas cosas, claro, pasan en los Estados Unidos, van pasando en Europa, Japón a su bola, y después existe todo ese inmenso mundo que se globaliza donde este devenir, por conexiones y precios, es poco viable. Todo esto sucede en la misma semana en que Blockbuster advierte de su próxima entrada en el capítulo 11, las suspensiones de pagos americanas: una forma de distribuir el alquiler y los contenidos al hogar languidece, la otra es un niño que ha nacido con los pies grandes. Con todo, en este blog de todos ustedes, el advenimiento del AppleTV anterior se saludó como un diseño empresarial de lujo exquisito y ya sabe el éxito moderado del cacharrito: que ni Apple ni yo teníamos razón. Lo segundo es mucho más triste. Pero siempre podemos decir que no era el momento de mercado y salvamos la honra.
¿Y por qué será que tengo yo la sensación de que esto está muy inmaduro y le quedan años para madurar? Será que las CDNs están aún sin preparar (me entiendan, llevar el mismo vídeo por la misma red a 200.000 personas en España a la vez no es un problema y probablemente el doble tampoco. La duda es cómo responde la red cuando sean dos millones.
Y luego… ¿y los formatos? ¿y la interoperabilidad entre dispositivos si no son todos de la misma marca? En este mercado aún faltan piezas que lo hagan más cercano al uso real del usuario.
La pregunta es por qué firmas tan gruesas no quieren esperar a que madure. En definitiva, ninguna de las dos gana dinero produciendo contenidos, ni siquiera «distribuyéndolos» sino poniendo una forma de hacerlo.
Yo siempre creo que hay que mirar lo que hacen los fabricantes: no sólo sacan televisores conectados, sino que los proveedores de infraestructura de red no paran de comprar compañías para mejorar el video. Cuando se lanzó la olimpiada de Pekin por internet a través de la NBC hubo que crear infraestructura suficiente para atender esa demanda. Y esa demanda permitió luego que la toma de posesión de Obama se viera en directo por la red en todo el mundo.
En fin: los gordos están corriendo. Y hay muchos cabos sueltos. Pero todos tienen prisa.
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