Juan Herbera hacia ayer el cruce de datos necesario para comprender la evolución del mercado cinematográfico: al asociar espectadores con población, pantallas y precios en la última década queda a la luz el evidente retroceso de la asistencia a cines como alternativa de ocio. Un retroceso simultáneo con la preservación a duras penas del volumen de negocio por la subida de los precios. Y es aquí donde empiezan las preguntas: ¿se puede bajar los precios, subir espectadores, mantener la recaudación o aumentarla y, de paso, hacer que el público consuma en espacios monetizados? Con los modelos actuales de explotación – para distribuidor, productor y exhibidor – no lo veo fácil. Cabe imaginar un futuro donde la disposición acceso online y de buena calidad a todos los hogares (algo aún lejano, lejano) permitiría enfocar el negocio de forma más parecida a la televisión y quizá ya sin ventanas: la sala como fiesta, como evento social y excusa promocional, y acceso rápido y masivo desde cualquier dispositivo casi de forma inmediata a un volumen de espectadores mucho mayor y para productos más amplios que “una película” en otra cadena de valor. Mientras, ¿a sufrir? Claro, esto es darle la vuelta al mundo para que pierda el de las butacas y para la nostalgia onírica de la sala a oscuras, que ya no es más que un mito. En mi opinión. Pero vayan y participen de la discusión donde Juan.
9 abril, 2011 9:49 AM
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1. Escrito por michael
11/Abr/2011 a las 7:37 PM
Gonzálo,
Me gustan esas preguntas. Sobre todo, la última: ¿a sufrir?
Michael
2. Escrito por Gonzalo Martín
11/Abr/2011 a las 7:49 PM
Hombre, la primera te la responde Juan en los comentarios de su post: no funcionará. La segunda, si asumimos que será difícil vender contenido por unidades de contenido, es sí, a sufrir mientras el producto no cambie. Al final replicamos online el modelo off y si eso termina no siendo válido desde el punto de vista artístico (como no lo fue pasar de la radio a la televisión, como fue el caso de las soap operas) seguramente no lo será desde el lado comercial.
Pero, en síntesis, el modelo económico por antonomasia en la red es la prestación de servicios a cambio de datos creando la ficción del gratis para vender publicidad. ¿Eso a qué se le parece? A la televisión. Está ahí, mirándonos y nadie parece hacerle caso: puede que sea tan viejo como eso, como pagar una cuota premium por no ver la publi. A eso se le llama cable. Si es que está todo inventado, caramba.