Ayer terminaba una entrada titulada exactamente igual en una pequeña sección que voy engrosando con cuentagotas (muy pocas gotas aún) y que he denominado contextos: varios años dándole vueltas a ideas sobre cambios en el negocio audiovisual y las tecnologías que lo rodean, que preciso tener definiciones estáticas que me sirvan para sintetizar en un enlace aspectos de los que vengo hablando hace tiempo. Y precisamente hoy Emilio Rey, el hombre del tiempo en Twitter, me regala una descripción perfecta del proceso de personalización del consumo de medios en oposición al consumo de masas: “La gran diferencia con la televisión es que se puede acertar más y ser más fiable cuando se resuelven las consultas para una única persona. En la tele tienen que acertar para un territorio mucho más grande y hacer pronostico más general  sin poder pararse en las particularidades”. Llevado a otra escala, la televisión híbrida puede perfectamente conocer la localización de la IP de un televisor conectado y ofrecer el tiempo personalizado para ese aérea restringida que pide Emilio y hacerlo, además, con actualizaciones constantes en tiempo real a petición del usuario. Queda, claro, algo más: hacer el pronóstico para su desplazamiento posterior y en movimiento. Complejidades técnicas aparte, me parece un ejemplo perfecto de cómo se transforma la comunicación con la crecimos antes de la red en un entorno donde el usuario tiene lo que quiere, cuando quiere y como quiere.